Jean-François Lyotard nos pregunta qué pasaría si un terremoto destruye las vidas, las casas, los edificios y los objetos, así como también el Ovsicori y todos los instrumentos que lo miden directamente o indirectamente.
La imposibilidad de medirle en términos cuantitativos no nos impide percibir que un gran acontecimiento ha ocurrido. Los especialistas nos dirán que no pueden evaluarlo o decirnos nada de su tamaño. Pero la persona común está consciente de que ha experimentado una fuerza sísmica poderosa. Esto le crea un sentimiento complejo de que existe una presentación negativa de lo indeterminado y que los expertos en la materia no nos pueden dar las respuestas.
Una representación negativa significa que no existe una forma de llegar a un acuerdo común porque el instrumento que nos permite medir las cosas ha desaparecido. En esta última huelga, no solo se han perdido miles de millones de colones, sino también el instrumento de medición. Cuando oímos a quienes defienden la huelga y a quienes apoyan la necesidad del plan fiscal, tenemos dos versiones tan distintas que son de paralaje.
El paralaje es el efecto que hace ver cambiar la posición de un objeto cuando nos ponemos en posiciones distintas. Si aceptamos la visión liberal, el problema fiscal no se resuelve con impuestos y sí con la reducción del tamaño del Estado. Si creemos en la visión socialista, el problema está en que la clase poderosa no declara lo que gana y acumula excesivamente.
Dos visiones. Sin embargo, reconciliar el paralaje es un imposible. Un ejemplo del antropólogo Claude Lévi-Strauss nos lo puede aclarar.
Strauss estudió, durante los años 30, una tribu que había sido recientemente descubierta en la Amazonia. Hasta hacía pocos meses, no había tenido contacto con la civilización occidental.
El antropólogo se dedicó a estudiarla y a publicar un libro sobre ella. En una de las entrevistas, pidió a los miembros de la tribu que hicieran un mapa de la localidad. Cuando los tuvo para su análisis, notó que había dos tipos de mapas. En uno, las casas estaban en un círculo alrededor del cacique y del centro de ceremonias. En otro, había una separación de las casas en dos esferas. Strauss interpretó que la tribu tenía dos visiones distintas de sí misma. Aun si él tuviera en esa fecha un dron y tomara una foto de la tribu desde el cielo, no podría reconciliarlas.
¿Por qué no habría forma de saber exactamente cómo estaban ubicadas las casas? Porque los mapas no representaban la realidad física, sino una más universal: en vista del contacto con la civilización, los nativos se estaban diferenciando en clases sociales.
Unos eran ahora más ricos que los otros. Un grupo veía aún su tribu como homogénea; el otro, que había perdido su igualdad social. Para Strauss, lo que no se podía conciliar era el impacto de la diferenciación social en la tribu.
LEA MÁS: La noche oscura del alma sindical
A los costarricenses, con esta huelga, nos ha pasado lo mismo. Sabemos que un terremoto ha sucedido y de una gran magnitud y que los expertos no lo pueden resolver. Estamos conscientes de que existen dos visiones irreconciliables que hacen, de acuerdo en donde uno se ubique, que el objeto (déficit fiscal) se mire de manera distinta. Y como con los nativos de la Amazonia, el universo que explica el paralaje es la gran diferenciación social que nos tiene divididos.
El autor es historiador.