Mediante una recomposición forzada de su cuórum, el Consejo Directivo del ICE decidió destituirme como gerenta general, el martes por la noche, en una sesión extraordinaria.
Como es de dominio público, antes de eso, tres directivas fueron suspendidas, irrespetando procedimientos y utilizando mecanismos aparentemente irregulares para designar tres sustitutos, irrespetando así el reglamento, la ley y la jurisprudencia constitucional para la elección de miembros de este órgano colegiado.
Las decisiones que apresuradamente están tomando el Consejo de Gobierno y el Consejo Directivo con respecto al ICE podrían repercutir en la validez de sus actos, lo que es muy grave porque equivaldría eventualmente a serias consecuencias para la institución.
Desde su ingreso, el nuevo presidente ejecutivo ignoró mis solicitudes de reunión para explicarle, de forma amplia y detallada, el estado de las operaciones y negocios del ICE, una práctica sana e indispensable en una corporación de semejante tamaño.
El nuevo jerarca se limitó a pedir una gran cantidad de informes sobre temas altamente complejos, con tiempos de respuestas de uno a tres días, para los cuales no hubo tampoco ningún espacio de diálogo y exposición. Esta dinámica se ha repetido con todos los gerentes.
Como profesional en el campo de la administración y las finanzas, que nunca ha militado en ningún partido político y que llegó a la gerencia general gracias a un riguroso proceso efectuado por una firma de selección y reclutamiento de alto nivel, no le debo el cargo a ningún político ni agrupación partidaria.
Tengo, eso sí, una inmensa responsabilidad para con el ICE y, por ello, debo alertar de que la articulación momentánea, y posiblemente irregular que se utilizó para destituirme, podría repetirse con otros altos cargos, debilitando con ese proceder los pesos y contrapesos internos.
En las próximas semanas se podría aprovechar la nueva mayoría temporal del Consejo para tomar determinaciones sin el conocimiento institucional y el fundamento técnico en materias estratégicas, tremendamente delicadas para el país y la empresa.
La consigna es utilizar todo portillo para saltarse el diseño institucional establecido en el marco jurídico, que previene que una autoridad política, cualquiera que sea, pueda adoptar decisiones en una institución autónoma, sin consensos o sin la debida consideración de aspectos técnicos, financieros y jurídicos.
Está claro que argumentar “pérdida de confianza” para justificar la destitución pretende desprestigiar el trabajo técnico hecho en estos años, pero los datos respaldan la tarea de la gerencia general.
En los próximos días, entregaré a la Contraloría General de la República un informe de rendición de cuentas que será de dominio público. Lo que sí puedo adelantar es que la remoción no es producto de malos resultados. Todo lo contrario.
Organizativamente, nuestras decisiones permitieron consolidar una nueva estructura institucional, mucho más horizontal, ágil y eficiente. Eliminamos 44 jefaturas, muchas de las cuales no tenían personal a cargo.
Además, 172 profesionales asumieron direcciones mediante concursos públicos internos en los que participaron más de 1.200 funcionarios. Algo que nunca se había hecho en el ICE, y que permitió ahorros estimados en más de ¢3.000 millones.
En materia de transparencia, dimos curso a 87 indagaciones sobre presuntas irregularidades y negocios ruinosos para la empresa. Estas investigaciones se encuentran en diferentes etapas y han sustentado 26 medidas cautelares contra funcionarios.
Al respecto, no puedo dar mayores detalles por tratarse de casos en proceso. Expresamente, eso sí, solicito al presidente ejecutivo del ICE que continúe las investigaciones.
No puedo ocultar mi preocupación por la posibilidad del regreso de algunas personas investigadas a ocupar posiciones de dirección, ejecución y asesoría en decisiones importantes de la institución.
Además, también me inquieta que antes de nuestro ingreso varios de estos expedientes se encontraban en el fondo de una gaveta, sin avances sustanciales durante años. Es indispensable la continuación de los trámites para establecer responsabilidades por las pérdidas millonarias que ha sufrido el ICE.
Financieramente, logramos aplicar el 100% de las normas NIIF en los estados financieros, reconocido así por la firma internacional KPMG en las auditorías del 2020 y 2021.
En el 2020, pese a los efectos de la pandemia, conseguimos un excedente de operación de ¢239.000 millones y en el 2021, de ¢183.000 millones, cifra positiva considerando que en ese año sufrimos una rebaja en los ingresos debido a la disminución del 13% en la tarifa promedio eléctrica fijada por la Aresep.
En marzo de este año, el margen de operación del ICE fue de ¢53.000 millones, cifra que supera en ¢20.000 millones el resultado en el mismo trimestre del 2021.
Sin embargo, como ya se ha informado, el ICE arrastra una considerable deuda en dólares que crece o disminuye en función del tipo de cambio. Ese efecto, por técnica contable, se traslada al estado de resultados y de ahí que el reflejo no sea positivo.
En este ámbito de la gestión, hay que resaltar que redujimos el peso de la deuda en dólares en un 10% (del 68% al 58%). También logramos disminuir el monto total de la deuda en más de $225 millones, por medio de la ampliación del plazo de pago, con lo cual disminuye la presión en el flujo de caja por ¢15.000 millones.
En telecomunicaciones, recibimos el negocio con pérdidas, y hoy tiene un margen de operación positivo, con un crecimiento del 137%. Kölbi sigue muy bien posicionado en telefonía móvil con una participación del 41,1%, y sigue siendo líder en cuanto a ingresos en el mercado.
Adicionalmente, crecimos en cantidad de casas conectadas con fibra óptica, de un 24% a un 33% entre el 2019 y el 2021. Es decir, más de 473.000 hogares conectados por esta vía.
Estamos dejando en curso de aprobación el proyecto 203 Distritos, con una inversión de $40 millones para ofrecer 107.000 nuevas conexiones de fibra óptica. Además, estamos ejecutando el proyecto 40 ADOS, con una inversión de ¢6.500 millones, que conectará unas 20.000 casas más.
Logramos posicionar la red de Kölbi como la que tiene la internet fija para descarga más veloz del país, y en los dos últimos años hemos aumentado los anchos de banda de los perfiles de clientes de servicios prepago y pospago en las redes 3G y 4G.
Unificamos las áreas de tecnología que estaban dispersas por todo el ICE, y les dimos gobernanza en la Gerencia de Transformación Tecnológica. Esto permitió, en menos de dos años, renegociar los contratos de las plataformas y licenciamientos de los negocios, logrando con ello ahorros cercanos a los $30 millones.
Esta unificación permitió crear una oficina de Análisis de Datos, que ha generado más de 154 modelos predictivos para tomar decisiones de negocio.
Adicionalmente, logramos eficiencia en la gestión operativa del ICE en casi ¢150.000 millones e ingresos por venta de activos no operativos por más de ¢4.000 millones.
Consecuentemente, la destitución no es un asunto de malos resultados. Fue arbitraria y, por ello, inexplicable.
Ahora más que nunca es imperativo seguir vigilando al ICE. Se advierten tiempos muy complejos. A las personas que trabajan en la institución, les pido que sigan haciendo su labor y que continúen señalando, como lo han hecho hasta la fecha, toda iniciativa perjudicial para el Instituto.
Mantengo mi convicción de que el ICE recuperará pronto los pesos y contrapesos indispensables para funcionar responsablemente como la empresa autónoma y fuerte que el país requiere. Me voy con la frente en alto y tranquila, y quedo a las órdenes de ustedes y del país.
La autora es ex gerenta general del ICE.
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El ICE destituyó a la gerenta general, el martes por la noche, en una sesión extraordinaria. (Rafael PACHECO GRANADOS)