Editorial

Editorial: Reforma por la disciplina fiscal

Utilizar la autonomía como excusa para gastar sin disciplina, contribuyendo al deterioro sostenido de las finanzas públicas, terminará por afectar a todo el aparato estatal.

EscucharEscuchar

En principio, el Estado debería operar con presupuestos equilibrados, como lo hacen las familias ordenadas. Las finanzas públicas deberían ser superavitarias en años de auge económico, de vacas gordas, para financiar sanamente las necesidades propias de los años de vacas flacas a causa de fenómenos naturales, como inundaciones, sequías y terremotos, o de otros acontecimientos. Nuestra Constitución exige finanzas ordenadas, pero desde hace mucho tiempo los administradores de la cosa pública y la propia Asamblea Legislativa, encargada de aprobar los presupuestos, se desvían de esos dictados.








En beneficio de la transparencia y para evitar distorsiones del debate público por medios informáticos o aprovechando el anonimato, la sección de comentarios está reservada para nuestros suscriptores para comentar sobre el contenido de los artículos, no sobre los autores. El nombre completo y número de cédula del suscriptor aparecerá automáticamente con el comentario.