Los informes de política monetaria de un banco central son herramientas fundamentales para la conducción económica del país. Con ellos las personas y empresas pueden orientarse sobre la evolución de la economía, las medidas aplicadas por el banco central para mantener la estabilidad de precios y los posibles riesgos que puedan materializarse en el futuro. En pocas palabras, son insumos para apoyar la toma de decisiones.
En Costa Rica, esos informes se publican a finales de enero, abril, julio y octubre. Como es usual, el 31 de julio se publicó el informe más reciente. No obstante, el documento deja más dudas que respuestas entre sus lectores. Desde hace algún tiempo, muchos especialistas perciben que el análisis de la situación económica se ha caracterizado por ser un “sube y baja”, sin profundizar de forma exhaustiva en las causas de los movimientos. También se percibe la ausencia de datos aptos para obtener una imagen completa y precisa del entorno.
La narrativa del informe resalta que, a pesar de tasas de aumento del producto interno bruto (PIB) menores que las observadas en trimestres previos, el país sigue creciendo bien. El problema de este análisis es el simplismo. Si no se analizan las cifras con cuidado, pueden inducir a error a quienes utilizan la información. Por ejemplo, al examinar el crecimiento de los regímenes componentes del PIB, los datos reflejan que hace un año las empresas del régimen especial crecían a un ritmo del 16,6%, pero hoy, crecen apenas un 6,9%. Por su parte, en el régimen definitivo persisten las dificultades para crecer por encima del 4%. La pregunta debería ser por qué se presentan esas tendencias.
Al exponer la situación del consumo de las familias, el mensaje tampoco es claro. Por un lado, el Banco Central señala que hubo un deterioro en la confianza de los consumidores y una moderación de los ingresos reales que desaceleraron el consumo por segundo trimestre consecutivo. Pero unas páginas después, el Banco Central estima un crecimiento superior del consumo en el próximo bienio, debido a la aceleración de la actividad económica y el ingreso disponible. ¿Es razonable esa conclusión cuando los datos más bien reflejan una desaceleración?
En el análisis del consumo de las familias tampoco hay referencias a variables clave para determinar la capacidad de gasto. Por ejemplo, el endeudamiento o la evolución del desempleo que desde noviembre del 2023 mantiene una tendencia al alza. Tampoco sobre los factores que causarían un repunte de la confianza en los próximos meses.
En el análisis del mercado laboral, el Banco no logra despejar dudas. La evolución en los últimos dos años refleja que algo no funciona bien. A pesar del fuerte crecimiento económico y una reducción en la tasa de desempleo respecto a los valores del 2022, los datos no logran explicar la caída en la tasa de participación, sobre todo de personas de entre 15 y 39 años. La economía crece, pero no está generando más empleos.
En materia de exportaciones de bienes y servicios, la reducción en la tasa de crecimiento se atribuye a dos elementos: primero, un efecto base y, después, la caída de las ventas agrícolas. Curiosamente, el Banco no habla en ningún momento de los posibles efectos de la fuerte apreciación nominal y real del colón en los últimos dos años. ¿Habrá sido una inocente omisión o mejor no hablar de esos temas?
Por último, el documento evita referirse al incumplimiento sistemático de la meta de inflación. Costa Rica tiene más de un año con una inflación muy por debajo de su rango meta. La inflación subyacente (utilizada como indicador a mediano plazo) sigue estando en 0%. Aunque el Banco dice que hará los ajustes en su tasa de política monetaria (TPM) para que la inflación retorne a valores coherentes con la meta, parece ser un caso en el cual el papel aguanta lo que le pongan. ¿Para qué tener una meta de inflación si no se cumple?
Lo malo de un documento con tantos “subibajas”, sin profundizar en las causas puntuales de los movimientos, es que a fin de cuentas los agentes pueden terminar con más dudas que respuestas. Ojalá el Banco amplíe y mejore los análisis en informes futuros. Ya lo había logrado en el pasado, pero por alguna extraña razón el avance se ha ido perdiendo en los últimos años.
