Editorial

Editorial: El asesinato como arma de Putin

El envenenamiento de un conspicuo político opositor apunta directamente hacia el autócrata ruso. Es un patrón seguido contra otros adversarios, que debe conducir a sanciones por parte de Occidente.

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Cualquier duda que existiera se ha disipado y, con la verdad sobre el hecho, todas las sospechas por el intento de asesinato contra el destacado opositor ruso Alexéi Navalni apuntan, con sobradas razones, hacia el régimen de Vladimir Putin. La canciller alemana, Angela Merkel, basada en informes de médicos tratantes, confirmó que el destacado dirigente fue envenenado con novichok, un potente agente neurotóxico, al que solo los servicios militares y de seguridad rusos tienen acceso.








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