EscucharHay frases de gran poder, como esta: “Si tienen zapatitos escolares que ya sus hijos no usen, me avisan. Tengo varios alumn@s que andan así”. De seguido, María la del Barrio posteó en su Twitter una foto de los pies de una niña que calzaba lo que alguna vez fueron zapatos negros. Se veían descarapelados y la suela estaba desprendida.
Detrás de esa cuenta con nombre de telenovela, está María José López, maestra de kínder en San Juan de Dios de Desamparados, San José, y su historia la rescató el periodista José Andrés Céspedes, tres días después del ruego público de la educadora. Ella le contó que publicó el tuit con la esperanza de que alguien le diera un par, pero la generosidad fue mayúscula.
Aunque más de 500 personas compartieron el mensaje y muchas ofrecieron dinero —el cual no aceptó porque está prohibido por el Ministerio de Educación—, la historia tuvo un vuelco: una tienda le regaló 160 pares, con los cuales no solo calzará a los niños a su cargo, sino también a otros más. Cuando llegó la donación, rompió a llorar, dijo la educadora.
Esa noticia llevó al periodista a proponer una serie de publicaciones en La Nación, la cual llamó #ManosGenerosas, y su propósito es poner en el ojo público las caras de la solidaridad. Una es la de aquellos que poseen recursos para compartir; otra, la de quienes son ricos en voluntad y que, como María, tienen el don de unir fuerzas en favor de los necesitados.
Esas acciones dan esperanza en momentos en que el índice mundial de generosidad (CAF World Giving Index 2021), creado por la británica Charities Aid Foundation con base en encuestas de Gallup a medio millón de personas en el mundo, no deja muy bien a los ticos. Entre 114 países, con Indonesia en el primer puesto, Costa Rica ocupa el 83. Una década atrás estaba en el 23.
Una explicación a este desplome sería que, con la pandemia, las donaciones y el voluntariado en el planeta se dispararon, y poblaciones como la nuestra quedaron relegadas por otras más vulnerables a la crisis humanitaria.
El índice internacional quizás es lo de menos. Lo esencial es que, entre cinco millones de habitantes de Costa Rica, en los barrios abundan las personas que, como María, movilizan la solidaridad.
amayorga@nacion.com
El autor es jefe de Redacción de La Nación
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El 23 de agosto la educadora María Eugenia López pidió ayuda en Twitter para sus alumnos que llegan con zapatos destrozados.
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