Casi al comienzo del capítulo VIII de la obra de Rodolfo Piza Rocafort, «La democracia en las Américas», se consigna una escalofriante advertencia: «La democracia nunca dura mucho… Pronto acaba exhausta y se mata a sí misma… Nunca ha habido una democracia hasta ahora que no cometa suicidio».
Esta afirmación, formulada ni más ni menos que por John Adams, segundo presidente de Estados Unidos, resulta mucho más impresionante, aunque no menos grave, que el aviso dado por Aristóteles en «La política»: la dificultad de conservar el régimen democrático —se afirma, ahí— es muy superior a la de establecerlo.
Es posible que en otro período de nuestra historia, al leer semejantes admoniciones, la vista hubiera resbalado sobre el papel, sin conmovernos mayor cosa. Hoy, sin embargo, según me temo, el ambiente interno y el entorno político y cultural nos llevan a escuchar estas alarmas con toda seriedad. Si vemos lo que ocurre en tantos países, incluso en algunos de los más desarrollados del mundo, esta es la más seria de la cuestiones políticas que puedan plantearse hoy.
En muchas partes, se encrespan fuerzas contra la democracia representativa, el más civilizado de los sistemas políticos conocidos. A veces, las fuerzas de demolición aparecen anónimamente, sobre todo en las redes.
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En chistes, se desprestigia sistemáticamente al Poder Judicial y a las instituciones del Estado, ¡con total olvido de algo que ya ha ocurrido a lo largo de la historia!: con los votos del pueblo se eleva al poder a los tiranos con más facilidad de lo pensado. Estos procesos de adoctrinamiento antisistema, según sospecho, en el caso nuestro, están lejos de ser espontáneos.
Mi intención, sin embargo, no es desentrañar el asunto de los peligros que corre el sistema democrático en estos tiempos, sino referirme a la obra recientemente publicada por Rodolfo Piza Rocafort, en cuyas páginas se nos ofrece un amplísimo marco de reflexión sobre la vida política... sobre la de muchos países e, indirectamente, la del nuestro.
Es difícil dar una idea de su magnitud. En cerca de 500 páginas de gran formato que consignan cuadros, citas, referencias bibliográficas, estadísticas y esquemas ilustrativos, se va perfilando el tema de la democracia en América. Por supuesto, el análisis desborda nuestro continente y se extiende, en muchos aspectos, a otros ámbitos geográficos.
Embates
Cómo terminan las democracias, nos recuerda Piza, pareció perder importancia en la última década del siglo anterior y en los primeros años del XXI. Sin embargo, recientemente, los procesos de «deconstrucción democrática» en algunos países europeos, asiáticos, africanos y latinoamericanos «y las eventuales amenazas del “populismo” en los últimos años, han vuelto a poner sobre el tapete la pregunta de ¿cómo se pierden las democracias?».
El autor, dentro de su actitud realista, deja espacio para la esperanza. La clave, según piensa, no está en negar los defectos de la democracia, sino «en disminuirlos o compensarlos. La democracia tiene múltiples mecanismos para hacerlo».
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En todo caso, el éxito dependerá también de nuestra capacidad de resiliencia, es decir, de recuperarnos de los embates. Se hace evidente que la responsabilidad de lo que ocurra, no será solo de los políticos, sino también de la población entera.
Los planteamientos del libro no son doctrinales, ni apologéticos. No se trata de un largo ensayo que se agote en el elogio del sistema de convivencia y de organización jurídica que compartimos y aspiramos a seguir compartiendo los pueblos políticamente más desarrollados. Constituye una investigación técnica, académica, escrupulosa, aunque, siendo su autor un demócrata auténtico, en ella se le da apoyo a la democracia, a veces de manera directa, en otras, de forma tácita.
Completitud
Obviamente, una obra de semejante magnitud no se deja resumir en una referencia como esta. Ella nos ofrece, desde un análisis histórico previo, hasta temas muy cercanos a nosotros, que ligan la democracia con la distribución de la riqueza, con el desarrollo humano y económico y con las libertades, con el ambiente y el desarrollo sostenible. Incluso los efectos políticos de la pandemia son tratados ahí.
Como se comprenderá, no podía faltar en este libro el análisis de los elementos esenciales de la democracia y, como ya vimos, de los peligros que corre, de cara al populismo y al incremento de la demagogia. Resulta especialmente significativo el abordaje de los modelos constitucionales y electorales, que ya han ocupado la atención del autor en otras publicaciones.
Según creo, esta obra es el más importante tratado escrito por un costarricense sobre asuntos ligados a las ciencias políticas —el más abarcador, el más completo—. Está destinado, sin duda, a convertirse en un clásico.
En adelante, esta obra será de consulta obligatoria para especialistas, estudiantes y público interesado en informarse sobre las realidades de la vida política e, incluso, de los peligros que la amenazan.
El autor es profesor de Teoría del Estado.