El estudio arqueológico en los terrenos donde estaría el aeropuerto del sur, en Palmar Sur de Osa, permitió el hallazgo de objetos utilizados por los pobladores del Delta del Diquís entre los 800 d. C. (después de Cristo) y 1550 d. C. El Museo Nacional de Costa Rica (MNCR) ya rescató decenas de estas piezas para su estudio y análisis.

¿Qué encontró? La Nación estuvo en el centro de investigación del Museo Nacional, en Pavas, donde los arqueólogos comenzaron a analizar las primeras piezas recuperadas. Este estudio dará más información sobre la población que alguna vez habitó en este lugar, su historia y los objetos que utilizaban.
Así lo explicaron Francisco Corrales Ulloa, arqueólogo del MNCR y coordinador de la investigación, e Ifigenia Quintanilla Jiménez, directora del Museo.
En las piezas sobresalen artículos domésticos como vasijas, petates y fragmentos de husos que se utilizaron para hilos de algodón.
“No encontramos cosas monumentales o voluminosas o de piedras preciosas, pero la información que contienen es muy valiosa para entender un área periférica, de actividades domésticas, que nos ayudan a entender la dinámica social”, declaró Corrales.
Esto llama la atención porque no se vieron materiales de otras zonas del Valle del Diquís, como montículos o esferas de piedra, ubicadas a unos kilómetros.
Uno de los objetos que más interesó a los científicos es la única vasija que fue encontrada entera, sin rupturas o quiebres de ningún tipo, pero con un paso evidente por el fuego. Es de cerámica, tiene tres patas y decoraciones con varios colores.
“Es un tipo ocra polícromo. Es un tipo reciente para la zona sur. Es un tazón trípode. Las muestras de quemado nos dicen que estaba cerca de un fogón. No formaba parte de un ajuar funerario, sino de un área doméstica. Había carbón, restos cerámicos, restos orgánicos. Los colores están desgastados por el fuego”, manifestó Corrales.

Otra vasija encontrada cerca, pero en fragmentos, muestra algo inusual que se estudiará más a detalle: una pintura blanca desaparece al mojarse, pero una vez seca reaparece.
“Es una pintura de la que estamos muy interesados en hacer análisis químicos. Es una pintura ‘fugitiva’ (risas). Es un tipo polícromo nuevo para la región y que además solo se ha encontrado en el delta del Diquís. Parecería que permanecía únicamente para la gente más importante del delta, no lo sacaban afuera”, comentó Corrales.
Esa pintura también se encontró en otros fragmentos, pero el paso del tiempo y uso constante en labores domésticas la afectó.
“Es muy interesante ver cómo una cerámica tan elaborada, tan bien pintada era usada para labores cotidianas como cocinar o servir alimentos”, dijo.
Estas dos piezas pertenecen al periodo más reciente encontrado en el estudio y datarían de una fase posterior a 1300 d. C. También fueron encontrados en una zona más alta y más alejada del río.
Otros objetos que sobresalieron fueron discos de cerámica con perforaciones centrales. Según comentó Corrales, estos integraban artefactos compuestos, que incluían partes de madera, y se usaban para crear hilos de algodón y tejer. La madera, al ser perecedera, no resistió el paso del tiempo, pero la cerámica sí lo hizo.
“Sabemos que ellos estaban cultivando o utilizando el algodón, que estaban tejiendo, que era parte de sus actividades. Es un implemento de trabajo”, comentó el arqueólogo.
Pero también se encontró arte que no necesariamente había sido creado ahí. Corrales mostró una miniatura, una pequeña figura femenina. Esta tiene pintura policromada. Como dato curioso, esta pieza procede del actual Guanacaste.
“Muy probablemente fue un objeto de intercambio que llegó a través de la costa a la isla del Caño, donde creemos que había un pequeño centro de intercambio. Y de ahí iba a tierra firme, a llegar a una serie de poblados”, expresó el científico.
También se encontraron otros metates y vasijas de fechas tan variadas que cubren los 800 hasta los 1550 d. C.
En medio de las vasijas hubo una que despertó la curiosidad, en esta, la parte superior aparece con un tipo de decoración que no se había visto anteriormente. Corrales indicó que se bautizó como “el cepillado del Diquís”, porque parece como si lo hubieran cepillado varias veces en diferentes direcciones para obtener dicho efecto.
Los objetos de piedra encontrados fueron en su mayoría correspondientes a metates u otros artefactos domésticos para moliendas u otro tipo de oficios cotidianos. No obstante, a Corrales le llamó la atención que algunos tienen decoración y otros no.
¿Qué se estudió?
En esta evaluación se tomó en cuenta un terreno de 124,5 hectáreas en las llamadas Fincas 8,9 10 y 11 en Palmar Sur de Osa.
Estas áreas son parte del delta del Diquís y se ubican en las inmediaciones de los cuatro sitios declarados como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco: Finca 6, Batambal, El Silencio y Grijalba-2.
Ya en 2013 se había hecho un primer estudio, cuando el aeropuerto comprendería un área más grande y se planeaba ubicar en una zona de mayor impacto patrimonial.
El informe emitido por Corrales señaló que hubo dos tipos de análisis, según lo que se sabía de cada área anteriormente.
- El área con secciones de cuatro monumentos arqueológicos registrados en estudios previos. Allí se hicieron pozos de muestreo ubicados cada 10 metros.
- El área sin monumentos arqueológicos registrados anteriormente. Ahí los pozos de muestreo se ubicaron cada 20 metros, para verificar y complementar la información proveniente del análisis de 2013.

La evaluación excavó 752 pozos, con densidades diferentes, con menor cantidad de objetos que en otros sitios cercanos.
“Se dio una ocupación dispersa de baja densidad con algunos lugares con mayor presencia de restos que señalan contextos específicos que deben ser mejor estudiados”, destacó Corrales.
Los arqueólogos recomendaron el rescate de áreas ya estudiadas de las cuales se recolectó una muestra, pero no se sabe lo suficiente, y al construirse el aeropuerto quedarían sepultadas por él.
¿Qué sigue?
Algunas piezas ya fueron rescatadas, pero se requiere de más para completar los estudios y resguardar el patrimonio.
“Dado que donde se coloque el relleno previsto para las obras del aeropuerto los restos quedarán sepultados, y que los pocos contextos con altas densidades de material dieron información muy relevante en cuanto a áreas de actividad de núcleos habitacionales, deben estudiarse estos contextos más a profundidad mediante actividades de rescate arqueológico”, destacó el informe de evaluación arqueológica.
La propuesta es hacer el rescate de las zonas con mayor evidencia arqueológica que tendrían impacto directo en el primer trimestre de 2026. En ese mismo año se haría un estudio internacional del impacto patrimonial que tendría el aeropuerto.
¿Por qué se realiza un rescate arqueológico?
No toda obra constructiva requiere un rescate arqueológico. En desarrollos mayores a 500 m² la Secretaría Técnica Nacional Ambiental (Setena) pide un paquete de estudios de impacto ambiental. Uno de ellos es una inspección arqueológica.
Quintanilla y Corrales explicaron que el arqueólogo contratado para ese fin inspecciona el área que va a ser impactada y hace un reconocimiento. No se hacen excavaciones, es una inspección somera. Con base en eso se hacen recomendaciones. Si no hay nada, se sigue con la construcción. Pero si hay sospechas de algún material arqueológico se recomienda una evaluación.
La evaluación es un proceso más complejo que implica solicitar permisos a la Comisión Arqueológica Nacional (CNA) y la supervisión del MNCR.
La CNA es un órgano colegiado compuesto por un miembro de cada una de estas instituciones:
- Museo Nacional
- Universidad de Costa Rica (UCR)
- Departamento de Patrimonio Histórico del Ministerio de Cultura
- Comisión Nacional de Asuntos Indígenas (Conai)
- Ministerio de Educación Pública (MEP)
Dicho estudio, avalado por la CNA, sí comprende la excavación de varios pozos. En este caso, el propio Museo se hizo cargo de él.
Dependiendo de lo encontrado en esta evaluación el arqueólogo recomendará hacer el rescate de las piezas, como las que ya comenzaron a rescatarse.
Quintanilla indicó que hay casos en donde se deja una zona de resguardo arqueológico y entonces no se realiza rescate y se pide modificar el proyecto. El rescate, por ejemplo, no procede si hay montículos o algún tipo de estructura se debe dejar una zona de resguardo y no hacer desarrollos que lo impacten. Para los objetos más pequeños sí se hace porque las obras implican que de lo contrario en patrimonio sería destruido o puesto en riesgo.
“Tomamos la decisión de recuperar, documentar, estudiar parte del patrimonio que ya no estará ahí”, dijo la directora.
Corrales complementó: “Se recomienda rescate no solo por el impacto sino porque si algo quedara sería vandalizado”.
Al estar en las inmediaciones de un sitio Patrimonio de la Humanidad, se requiere un estudio más fuerte por parte de consultores internacionales. Estas pesquisas se harán a futuro, cuando terminen los estudios actuales.
