Días después de que se confirmara la llegada del nuevo coronavirus al país, Rosa Rueda fue despedida de la panadería en donde laboraba.
Los ingresos de su esposo, un mecánico independiente, también se vieron reducidos a nada. En medio de la crisis, ninguno de estos dos alajuelenses de 41 años encuentra trabajo.
Luego de casi un mes sin salario, la comida escasea en esta familia con seis hijos. Los últimos alimentos que comieron este martes fueron lo que quedaba de los paquetes de alimentos que entregó el Ministerio de Educación Pública (MEP), a través de los comedores escolares.
Desesperados, buscan ayuda: arroz, frijoles o un trabajo que les permita generar ingresos para su manutención.
“Es una desesperación horrible, no sé qué hacer. Ya no soporto esto, no tengo ganas de vivir. Andamos pidiendo comida porque ya se nos acabó”, afirmó la mujer.
Rueda y su familia dieron posada a su hermana con sus dos hijas, también afectadas por las repercusiones económicas ocasionadas por la pandemia.
Ella acudió a la central telefónica y redes sociales del Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS) en busca de ayuda; sin embargo, los subsidios destinados a familias afectadas por la emergencia todavía no se están entregando.
“Sé que no es obligación del Gobierno, pero estamos desesperados. Ruego que me ayuden, mis niños están con hambre. Sé que ha de haber muchas familias en esta situación”, afirmó Rueda.
Esta familia también busca ayuda económica para pagar el alquiler, pues temen ser desalojados en medio de la crisis.
Ese clamor se repite en muchos otros hogares del país.
En Desamparados, San José, en el hogar de Eliza Méndez se vive la misma congoja.
La mujer de 38 años quedó desempleada con el cierre del salón de belleza donde trabajaba como estilista. El local cerró por la alerta sanitaria.
Su esposo, de 34 años, estaba sin trabajo desde antes que la pandemia agudizara las cifras de desempleo que arrastraba el país.
Esta familia es de origen salvadoreño. Llegaron a Costa Rica hace más de un año, según argumentan, para huir de amenazas de muerte por parte de pandilleros.
“Estamos a tres días de que nos saquen del pequeño apartamento en el que vivimos. No podemos volver a nuestro país porque, créame, no vamos a sobrevivir allá, acá no tenemos familia, no tenemos amigos a quien acudir”, afirmó Méndez.
La mujer contó que un familiar le envió dinero para que afrontaran la crisis, pero esos recursos se acabaron rápido; ahora los alimentos escasean.
“Una sobrina que vive en Estados Unidos me regaló $70 para comprar comida, me dijo que era lo último que tenía porque también se quedó sin trabajo.
"Compramos arroz, frijoles, pasta, verduras, pero no nos dura una semana más. Esto es desesperante. O morimos por el virus, o morimos de hambre”, afirmó la mujer, que también ha consultado por ayuda en el IMAS.
En Cóbano, Puntarenas, Rosa López, jefa de hogar, de 39 años, pasa apuros junto con sus hijos de tres y cinco años. En su casa también vive su papá de 63 años.
Ella es cajera en un supermercado y, debido a la emergencia, ahora tiene que hacer frente a las obligaciones con la mitad del salario. Uno de los gastos más importantes es el cuido de sus niños, pues si no paga, no puede ir a trabajar.
Según cuenta, como ahora tiene menos dinero, le pone a la chiquita blusas como si fueran pañales, pues no puede comprarlos.
“Gracias a Dios, a mi niño de cinco años le dieron un diario en el MEP que nos ayudó un poco, pero hoy tuve que pedirle arroz y comida a mi hermana, lo poco que a ella le queda, porque se quedó sin empleo.
"Pido a Dios que esto pase. Cuando trabajo en el supermercado veo a personas que dicen ‘sáqueme esto, porque ya no me alcanza’. Es muy duro para todos, aquí en Cóbano”, afirmó López.
Muchas peticiones
Las centrales telefónicas del IMAS y del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) se saturan con llamadas para pedir subsidios del Gobierno.
Esos pedidos incluso llegan a la línea 9-1-1, exclusiva para atender emergencias.
También las redes sociales de esas instituciones están repletas de comentarios de gente que clama por recursos para alimentos o alquileres.
El presidente ejecutivo del IMAS y ministro de Desarrollo Humano e Inclusión Social, Juan Luis Bermúdez, detalló a La Nación que los subsidios empezarían a entregarse a mediados de abril.
"Sabemos y entendemos que la situación que están enfrentando muchas familias es apremiante, pero les hemos pedido paciencia en razón de que estamos creando y afinando todos los protocolos necesarios para poderles dar la información precisa", declaró Bermúdez.
Las ayudas de entre ¢100.000 y ¢200.000 mensuales tienen el objetivo de asistir a las familias afectadas para que puedan cubrir su alimentación.
En una primera fase, se otorgarían subsidios a familias en situación de vulnerabilidad que no reciben otras ayudas estatales.
Se trata de hogares con jefatura femenina, presencia de adultos mayores sin pensión, personas discapacitadas o personas con enfermedades crónicas degenerativas.
Para este grupo, se designarían ¢25.000 millones.
En una segunda etapa, se habilitará una plataforma virtual para que trabajadores despedidos, con salarios suspendidos o reducidos durante la crisis, presenten la solicitud para recibir un subsidio.
El Estado reservaría otros ¢200.000 millones para estas otras familias.
Está previsto que el Poder Ejecutivo presente este Miércoles Santo el presupuesto extraordinario ante el Congreso para poder financiar las ayudas económicas.
Mientras, el Ministerio de Educación Pública (MEP) prepara la entrega de un segundo paquetes de alimentos a más de 450.000 estudiantes beneficiarios de los comedores escolares y a sus familias.