Cinco cantones del país protagonizaron algunos de los conflictos más importantes por el agua durante el periodo 2000-2010: San Carlos, Siquirres, Carrillo, Montes Oro y Santa Cruz.
En Santa Cruz y Sardinal de Carrillo, Guanacaste, ocurrieron varios episodios. El primer caso, se registró en el 2001, en Lorena de Santa Cruz, y fue una disputa por el uso del agua del acuífero Nimboyores entre una empresa turística y la comunidad.
La disputa fue muy intensa y sentó un precedente importante para el caso que surgiría en la zona de Sardinal, en Carrillo, en el 2008, explicó Felipe Alpízar Rodríguez, profesor e investigador de la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Este conflicto también fue una disputa por el abastecimiento de agua potable para la comunidad y su uso para fines turísticos.
En Siquirres , Limón, en las comunidades de El Cairo, la Francia y Milano, el cultivo de la piña provocó, en el 2007, la contaminación de las aguas subterráneas con el químico bromacil.
Los acueductos tuvieron que cerrarse, lo cual generó problemas de desabastecimiento en las comunidades que ya llevan seis años de recibir agua por medio de cisternas.
En Montes de Oro, Puntarenas, las primeras contiendas fueron sucedieron en febrero de 2004, con la puesta en funcionamiento de una mina a cielo abierto, operada por la empresa canadiense Ríos Minerales, en Bellavista de Miramar, en la misma provincia.
Los opositores a esta actividad insistían en una posible contaminación de las aguas subterráneas en la cuenca del río Ciruelas. Los eventos de protesta ocurrieron entre el 2004 y 2005.
El mayor conflicto ocurrió en Crucitas de San Carlos, donde la empresa Industrias Infinito pretendía abrir una mina de oro a cielo abierto, según el Estado de la Nación.
Los primeros registros datan de 2002 cuando la empresa tramitaba los permisos de operación. Sin embargo, entre 2009 y 2010, las actividades de protestas, peticiones públicas y recursos legales se acentuaron.
Los opositores aducían problemas ambientales, pero el pilar básico fue una eventual contaminación de las aguas superficiales y subterráneas de la zona.
Según Alpízar, a diferencia del conflicto en Bellavista, Crucitas fue un movimiento social.