
Cuando Karen Castro supo que tendría otra hija, al igual que la mayoría de mamás que trabajan pensó en los meses que la licencia de maternidad le otorgaría para disfrutar al lado de su bebé.
Nunca le pasó por la mente que el permiso se iba a tener que extender porque su pequeña venía enferma.
Jimena nació con un problema conocido como síndrome de intestino corto, que la ha mantenido hospitalizada desde que llegó al mundo.
El Hospital Nacional de Niños ha sido su casa por año y cuatro meses. Allí ha sido operada en tres ocasiones.
Su mamá, oriunda de San Vito de Coto Brus, debió poner en pausa su vida para cuidarla, y eso incluía dejar el trabajo, a su esposo y a su hija mayor. Ellos se quedaron en la casa en la zona sur, mientras ella se trasladó a la capital para acompañar a la bebé.
“Esto yo no se lo deseo a nadie; hemos estado aquí desde que ella nació. Esta licencia fue una bendición porque no sabía qué hacer, me gasté mis vacaciones, permisos de trabajo… Fui haciendo tiempo.
” Cuando me faltaban como 15 días para que se me acabara la licencia de maternidad empecé a preocuparme. Entonces pensé que lo que me quedaba era renunciar y en eso los doctores me hablaron sobre esta licencia”, relató Karen.
Para esta madre, la aprobación de la Ley para Garantizar el Interés Superior del Niño, Niña y Adolescente en el Cuidado de la Persona Menor de Edad Gravemente Enferma, llegó como un milagro justo cuando se le acababan las alternativas.
“Si yo viviera aquí en San José, me la podría jugar con el trabajo, aunque nadie podría estar tranquilo trabajando si tiene un hijo aquí internado. Yo no podría estar a 300 kilómetros y que me llamen y me digan que le pasó algo a mi hija”, manifestó.
La citada normativa ha beneficiado a 279 personas entre julio del 2016 (fecha en la que fue aprobada) y marzo de este año.
De acuerdo con datos de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), de ese total, 231 son mamás, y 48, papás.

Reciben subsidio
A diferencia de las incapacidades que reconocen solo un porcentaje del salario a los trabajadores, la licencia de cuido para hijos enfermos concede el pago de un subsidio de hasta el 100% del sueldo en los casos en que la remuneración es menor a los ¢852.000 mensuales.
Para aquellos que perciben sueldos de entre dos y tres salarios base (hasta ¢1.278.600) el subsidio les cubre el 80% de su ingreso y quienes devengan tres o más salarios bases obtendrán un 60%.
Dichos subsidios le costaron ¢95.402 millones al Fondo de Desarrollo Social y Asignaciones Familiares (Fodesaf). La suma corresponde al pago de un total de 4.660 días de licencia otorgados entre julio y diciembre del año pasado.
Para las empresas, conceder el beneficio a sus trabajadores no representa ningún costo, pues se aplica como un permiso sin goce de salario.
Contar con tal ingreso le permite a los papás dedicarse sin preocupaciones al cuido de sus niños, lo cual, según el subdirector del Hospital Nacional de Niños, Carlos Jiménez, incide directamente en la recuperación del chiquito.
“Para el padre de familia, viene a ser un alivio. Esta posibilidad hace que la calidad del acompañamiento que pueda ofrecer al menor, libre de la preocupación de perder su trabajo, favorezca no solo al padre sino al niño, por el cuido y energía que le puede dar”, explicó Jiménez.

De acuerdo con el pediatra, antes de que existiera esta legislación, los padres debían acudir hasta la Sala Constitucional.
En muchos casos, incluso, tenían que “falsear” diagnósticos de depresión o ansiedad para así lograr una incapacidad en sus trabajos, pues solo así podían estar al lado de sus pequeños.
En algunos casos ,el permiso incluso podría cubrir a ambos padres para que se turnen en el acompañamiento, si el médico así lo recomienda y la condición del niño implica una vigilancia permanente.
La ley establece que las licencias se otorgan hasta por 30 días, pero se pueden prorrogar hasta por tres meses.
En los casos como el de Karen, cada tres meses se le extiende un nuevo certificado.
La legislación también autoriza a solicitar el permiso luego de la realización de cirugías, en la recuperación de fracturas graves, tratamientos psiquiátricos o farmacológicas, entre otras condiciones especiales.
El beneficio se otorga siempre que el médico indique que es indispensable que el hijo esté acompañado por sus padres.
