La sangre azul del cangrejo herradura, un crustáceo que desova en la costa atlántica de Estados Unidos, es la responsable de asegurar la eficacia y seguridad de los medicamentos inyectables que se ponen a los enfermos en todos los centros de salud de la CCSS, y del mundo, incluidas las vacunas.
También conocido como cangrejo cacerola, a este animal se le considera un fósil viviente porque habita la Tierra desde hace, al menos, 450 millones de años. Su sangre es de color azul porque es rica en cobre.
Según explicaron especialistas de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), esta sangre contiene una sustancia que ayuda a detectar endotoxinas, unas estructuras localizadas en las paredes exteriores de las bacterias, y que estas usan para sobrevivir. Son potencialmente mortales si llegan a contaminar medicamentos como los inyectables.
Entre las bacterias más conocidas que podrían generar endotoxinas están la Eschericia coli, Salmonella, Shigella y Pseudomonas.
El Laboratorio de Normas y Calidad de Medicamentos (LNCM), de la Caja, utiliza un reactivo preparado a partir de la sangre azul de este crustáceo, cuyo nombre científico es Limulus polyphemus.
La sangre se obtiene luego de capturar al cangrejo, y drenarle en laboratorio hasta 30% de su sangre, relata un artículo de BBC. Transcurridas 72 horas, explica la publicación, los devuelven al mar, donde el volumen perdido se recupera en una semana.
En ese proceso, se calcula que mueren unos 50.000 cangrejos cada año.
La sustancia que se prepara a partir de la sangre reacciona coagulándose si el producto está contaminado con endotoxinas, explicó Mario André Oreamuno Ávila, encargado de la Unidad de Bioanálisis del laboratorio de la Caja.
El especialista informó de que alrededor de 400 lotes de medicamentos inyectables al año son revisados por la Unidad de Bioanálisis utilizando la prueba de endotoxinas bacterianas por coagulación.
El análisis por coagulación en inyectables por posible contaminación de bacterias le permite al laboratorio verificar la calidad, y principalmente la seguridad, de estos productos antes de ser distribuidos a todos los establecimientos de salud del país y utilizarlos en pacientes, informó la CCSS.
Se le llama prueba de lisado de amebocitos de Limulus (LAL). Es la detección estándar para la contaminación bacteriana y, según el artículo de la BBC, cada año se hacen millones de ellas alrededor del mundo para proteger a las personas de hongos, virus y endotoxinas bacterianas.
La prueba consiste en diluir los fármacos y ponerlos en contacto con el extracto purificado tomado de la sangre azul del cangrejo.
Este extracto reacciona generando un coágulo si detecta endotoxinas en el producto, posterior a un periodo de incubación con temperatura y tiempo controlados.
Ese método de análisis no es nuevo. Se descubrió en los años cincuentas cuando un científico observó que la sangre de este cangrejo coagulaba al entrar en contacto con bacterias vivas como Escherichia coli y Salmonella, así como con las toxinas bacterianas, formando una especie de cárcel de gelatina que inmovilizaba las bacterias y bloqueaba su paso hacia el resto del organismo.
Las endotoxinas, explicó Oreamuno, están formadas por un tipo de grasas y azúcares con efectos perjudiciales en la salud.
Al ingresar al torrente sanguíneo, dijo, las defensas del cuerpo generan fiebre y una respuesta inflamatoria, dilatación de los vasos sanguíneos, hemorragias, shock y, en caso extremo, pueden provocar la muerte.
El método fue aprobado para su uso en control de calidad farmacológico en los años setentas, por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés).
De conejos a cangrejos
Antes de que se utilizara este método de análisis, los laboratorios en todo el mundo recurrían a pruebas en conejos.
A estos animales les inyectaban una muestra del producto en la oreja. Si una endotoxina estaba presente en la sustancia inyectada elevaba la temperatura del animal.
Por más de 30 años, el ensayo en conejos fue el método en las farmacopeas oficiales.
En la actualidad, dijo la CCSS, las principales autoridades regulatorias internacionales exigen el control de endotoxinas en los productos farmacéuticos en laboratorio con procedimientos in vitro, con los cuales se logra detectar con alta sensibilidad la presencia de endotoxinas bacterianas.
Un artículo publicado por National Geographic, en julio del 2020, relata la importancia del cangrejo herradura para la industria farmacéutica mundial debido, precisamente, a esta prueba.
Su sangre azul, narra la publicación, proporciona la única fuente natural conocida de lisado de amebocitos de Limulus, la sustancia que detecta endotoxinas.
“Si una cantidad ínfima de endotoxina llega a las vacunas, los medicamentos inyectables o prótesis estériles como las rodillas o las caderas artificiales, los resultados pueden ser mortales”, advierte la publicación.
Por el potencial descubierto de su sangre, es que se ha incrementado peligrosamente la extracción de estos crustáceos. Hasta 500.000 al año son llevados a los laboratorios para sangrar.
Según ese artículo, escrito por Carrie Arnold, el proceso que conlleva capturar estos cangrejos y sangrarlos es complejo. Es lo que deriva en el alto costo de su sangre: más de $13.000 el litro.
La consecuencia inmediata es la disminución de las poblaciones que llegan a desovar al este de Estados Unidos. También la preocupación por el impacto ambiental que esto pueda tener en los ecosistemas marinos y el inminente riesgo de que, ahora sí, el llamado fósil viviente pueda desaparecer.