Arnoldo Aguilar González ha donado por lo menos 30 litros de su sangre desde que estrenó la mayoría de edad.
Hoy, a sus 60, es considerado por el Banco Nacional de Sangre como uno de sus donadores estrella, pues siempre acude sin que lo llamen, unas cuatro veces por año.
Es, también, uno de los casi 5.000 donadores que están a punto de “jubilarse”, pues la edad máxima permitida para dar sangre es de 65 años.
De acuerdo con registros del Banco Nacional de Sangre, un 14% de sus donantes voluntarios se “jubilará” en los próximos cinco años. Esto corresponde a 4.288 personas.
A esa cantidad hay que agregar un 1,4% de donadores de reposición: otros 414 a punto de cumplir la edad límite.
A estos últimos se les conoce como donadores familiares, y acuden ante llamados de hospitales para dar sangre para alguna operación.
El Banco Nacional de Sangre pertenece a la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), y es el que provee un 54% de las necesidades de este producto en el país. Por eso, el retiro de un grupo de voluntarios pone en apuros a la institución.
Futuro. Virginia Valverde Coghi es otra donadora estrella. Lleva los últimos 25 años de su vida dando sangre, y lo hace al menos una vez por año.
A sus 63, esta administradora pensionada, vecina de Montes de Oca, en San José, pretende seguir hasta que el cuerpo aguante.
La motiva el solo hecho de saber que ha ayudado a salvar vidas de gente que nunca llegará a conocer.
Según los especialistas, avanzar en edad trae sus complicaciones para la donación: las venas se ponen más duras y empiezan a aparecer algunos achaques de la vejez que reducen el potencial de los donantes.
Esto no solo representa un riesgo para quien da la sangre, pues se puede descompensar con mayor facilidad, si no que puede impactar en la calidad del producto que se extrae.
Por eso, la CCSS está buscando entre los más jóvenes el reemplazo de los futuros “jubilados”.
Se puede empezar a donar desde que se cumple la mayoría de edad (18 años), pero se requiere que sean personas sanas y pasen por una serie de pruebas para garantizar la seguridad transfusional; es decir, una sangre libre de enfermedades, que pueda ser transfundida a un enfermo sin mayores riesgos para la vida.
Los registros del 2014 daban cuenta de 29.000 donadores voluntarios y 1.762 de reposición, informó el Banco.
Necesidades. Para llenar los requerimientos de los hospitales, el Banco necesita entre 150 y 200 personas que cada día donen 500 mililitros de sangre.
Sin embargo, con costos se alcanza el centenar, mencionó Danny Cabezas Garita, médico asistente general ahí.
La donación es cíclica, y por estos días, no llega mucha gente ni a los hospitales ni al Banco Nacional. Las sillas permanecen vacías la mayor parte del tiempo.
Entre los pocos que acudieron esta semana está Álvaro Alcázar Hernández, de 55 años, vecino de La Unión, en Cartago.
Llegó acompañado de su hijo, Isaac, de 11 años. Quería darle el ejemplo y motivarlo a que haga lo mismo cuando cumpla la edad.
Alcázar dio sangre por primera vez a los 19 años, contó, y, según sus cálculos, lo ha hecho unas 22 veces desde entonces.
Empezó en su trabajo, adonde llegaba el Banco de Sangre a buscar donantes. En total, hay 673 empresas que colaboran.
Otro que acudió fue el taxista Guido Quirós, de 50 años, quien da sangre desde los 27.
El martes 18 de agosto llegó con la petición expresa de donar para un niño de 5 años, de San Vito de Coto Brus, en la zona sur, enfermo de leucemia. El pequeño necesita la transfusión de plaquetas como tratamiento paliativo.
Quirós dona bajo un sistema llamado aféresis, en donde una máquina especial solo le extrae las plaquetas. Todos los martes, como el anterior, él detiene el taxi para enviarle sus plaquetas al pequeño de San Vito.
“Si puedo llegar a los 65 años donando, pues sí lo voy a hacer. Con esto no solo ayudo a las personas que reciben la donación. También a sus hijos, sus padres, sus compañeros de trabajo... la donación es para mucha gente, no solo para el receptor. Hay que crear conciencia sobre esto”, mencionó Quirós.