
Las Pruebas Nacionales Estandarizadas que los estudiantes de último año de primaria y de secundaria aplican desde el 2023 y realizarán, por última vez, este 2025 son de baja calidad técnica, reveló el Décimo Informe del Estado de la Educación (EE) tras analizarlas.
En el análisis hallaron que estos exámenes evalúan el 30% de las habilidades establecidas en los programas de estudio y utilizan ítems de baja dificultad.
“El sistema educativo utiliza instrumentos de baja calidad técnica, incompletos y con niveles de dificultad inadecuados para medir los aprendizajes logrados por el estudiantado”, afirmó Jennyfer León Mena, investigadora del Informe Estado de la Educación.
Para el EE esta descripción encaja con el concepto de “pobreza de las evaluaciones”.
“Demostramos con un análisis de bases de información que entregó el MEP por medio de la Sala Cuarta que son realmente una estafa para el país. Graduamos gente y certificamos lo que no saben. Son incompletas, miden apenas el 30% del currículum, tiene serias deficiencias técnicas, además evalúan muy poco de lo que los estudiantes deberían de saber. Eso es demoledor”, aseveró Isabel Román Vega, coordinadora del Informe Estado de la Educación.
Datos del Ministerio de Educación Pública (MEP) entregados a La Nación indican que en el 2023, un 99,1% de los estudiantes de sexto grado aprobaron el año. Para el 2024, el porcentaje de los alumnos que pasaron fue de 98,8%.
En el caso de estudiantes de undécimo año de colegios académicos diurnos, en el 2023 se graduaron el 92,5% de los alumnos, mientras que para el 2024 la promoción de quinto año fue del 91,9% de los matriculados.
Aún este 2025, los estudiantes de sexto grado y undécimo y duodécimo año realizarán estas pruebas implementadas por la exministra Anna Katharina Müller, jerarca entre mayo del 2022 y enero del 2025. Para este año dichos exámenes tendrán un peso del 50% en la nota. Durante el primer semestre se realizó una diagnóstica que no tiene calificación y en los últimos meses del curso lectivo se realizará la sumativa.
Será hasta el 2026, aseguró el ministro de Educación, Leonardo Sánchez Hernández, cuando se implementen nuevas pruebas.
“Consideramos que la macroevaluación tiene que evolucionar hacia una serie de pruebas por asignaturas individuales, con toda la robustez estadística que ameritan unas pruebas que nos permitan entender, en detalle, en dónde están las fortalezas y debilidades de los estudiantes tanto en primaria como en secundaria”, detalló Sánchez en junio.
El jerarca de Educación, desde el 1.° de febrero, aseguró que a partir del 2026 el MEP realizará una nueva prueba estandarizada que no tenga el efecto compensatorio que tienen los exámenes actuales. En este momento, si un alumno de último año de escuela o colegio saca un mal resultado en alguno de los exámenes, su nota final en realidad será el reflejo de la sumatoria de las puntuaciones logradas en todas las asignaturas.
Tras la publicación del informe, Sánchez comentó a este medio que “las pruebas cumplieron un rol importante” pero que sabe que pueden mejorar.
El jerarca recordó que en su plan de trabajo, el primero que conoció el país tras tres años de esta administración y luego de la renuncia de Müller, se incluyen las mejoras que incluirían en las nuevas pruebas.
Comentó que tendrían una mejor alineación curricular y mayor rigor técnico y aseguró que ofrecerán “informes más útiles a docentes, familias y estudiantes, con detalle de fortalezas y áreas a mejorar por asignatura, para que la evaluación sirva directamente en el aula”.
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Sin información para mejorar trabajo en las aulas
El informe del EE señala que Costa Rica carece de un sistema nacional de macroevaluación educativa debidamente integrado para mejorar la calidad del aprendizaje y que este vacío es una de las debilidades más relevantes en la gestión del Ministerio de Educación Pública.

Román añadió que aunque el país tiene muchos estudiantes graduados no saben lo que tienen que saber, y no se tiene una evaluación (que es el objetivo de la macroevaluación) que genere información para que los docentes puedan mejorar su trabajo en las aulas.
Pruebas polémicas
Las actuales Pruebas Nacionales Estandarizadas han sido cuestionadas por diferentes voces del sector educativo. Durante los últimos dos años, el MEP publicó los resultados de las pruebas sumativas mediante un sistema de semáforo, que muestra el desempeño de los estudiantes mediante tres niveles: básico (rojo), intermedio (amarillo) y avanzado (verde), que, según especialistas, no brinda información clara sobre los aprendizajes de los estudiantes.
Pablo Chaverri Chaves, del Centro de Investigación y Docencia en Educación de la Universidad Nacional (Cide-UNA), señaló en junio que lo más cuestionable de los actuales exámenes es que carecen de un diseño metodológico claro y que, por ello, “no pueden ofrecer prácticamente ninguna realimentación del desempeño educativo”.
“¿Qué aprenden nuestros estudiantes? ¿Cuál es el perfil de aprendizajes logrados por los estudiantes al graduarse de primaria y secundaria? Por ejemplo, ¿cuál es el nivel del inglés con el que sale un graduado del sistema educativo costarricense? El hecho de que como país sigamos sin poder responder estas preguntas cruciales de forma detallada y censal es desastroso”, afirmó.
Para Chaverri, las pruebas que implementó Anna Katharina Müller en el 2023 no son capaces de describir detalladamente los aprendizajes de los estudiantes.
Según el informe, detrás de la baja calidad de las pruebas hay varias posibles causas como el doble papel del MEP como responsable del sistema educativo y como ente evaluador.
Cambio en la cultura evaluativa
La especialista en evaluación educativa, Eiliana Montero Rojas, se refirió al esfuerzo que debería de hacer el país para implementar, urgentemente, un programa nacional de evaluaciones estandarizadas sólidas, con carácter formativo, que tengan validez de contenido, que se realicen con propósitos formativos (para corregir y mejorar) y que no afecten directamente la promoción de los estudiantes.
Esto, afirma, en vista de las inequidades en las oportunidades educativas de los estudiantes. “Inequidades que el mismo MEP ha contribuido a agrandar, con sus políticas, en años recientes”, comentó.
Montero comentó que las pruebas diagnósticas deben ser diseñadas bajo criterios científicos y éticos y brindar información válida y fácilmente interpretable para orientar mejoras pedagógicas.

