La realidad migratoria en Latinoamérica cambió radicalmente este año.
Desde que asumió la presidencia de Estados Unidos, en enero, Donald Trump implementó fuertes medidas migratorias que han frustrado las intenciones de miles de latinoamericanos, en su mayoría venezolanos, de ingresar o permanecer en dicho país.
Expertos en asuntos migratorios consultados por La Nación coincidieron en que esas políticas del gobierno estadounidense provocaron un fenómeno denominado como flujo inverso, evidenciado por un informe de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), publicado el mes pasado, que analizó datos de enero a agosto.
Dicho fenómeno se percibe con claridad en Costa Rica. El informe indica que en enero ingresaron al país 2.425 migrantes por la frontera sur con rumbo al norte, mientras que en la dirección contraria solo pasaron 216 personas.
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Un mes después, la tendencia ya se había revertido: el flujo sur-norte cayó a 851 personas, una disminución del 65%, mientras que el éxodo de norte a sur dio un salto a 1.907 individuos, un drástico incremento del 783%.
Al menos hasta agosto, el flujo norte-sur no ha bajado de 1.885 personas, mientras que la dirección sur-norte cayó a solamente siete migrantes en ese mes.
Al comparar con el 2024, los ingresos totales de migrantes por la frontera con Panamá disminuyeron en un 99%, detalla el reporte de la OIM.
Para estos migrantes, tener que devolverse representa un obstáculo mayor de cara a sus expectativas de establecerse en un mejor lugar.
Un estudio en proceso del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad de Costa Rica (UCR), a publicarse en el 2026, determinó que la mayoría de grupos que van de regreso están compuestos por mujeres, niños y niñas, que han enfrentado situaciones de trauma durante el trayecto. En algunos casos, las mujeres llevaban bajo su cuidado hasta siete menores de edad.
Otro factor que incide en la decisión de regresar es que los recursos presupuestados para el traslado se agotan.
De 130 migrantes encuestados por la OIM en albergues en Los Chiles, San José y el Centro de Atención Temporal a Migrantes (Catem), en Corredores, un 20% afirmó que financiaba parte del viaje con ahorros, mientras que un 89% recurría a trabajar en el país de tránsito para cubrir sus gastos. Del total de estos consultados, un 72% eran venezolanos.
Para Costa Rica, este flujo inverso es relevante, pues un 18% de los migrantes entrevistados aseguró que desea quedarse en territorio nacional. Un 42% mencionó que su destino final era Venezuela y un 22%, Colombia.
En otra encuesta de la OIM realizada en tres sitios de tránsito, en Los Chiles, San José y Paso Canoas, un 56% aseguró que su país de destino sería Venezuela, un 18% se quedaría en Costa Rica, y un 17% iría a Colombia. En este caso, de las 142 personas consultadas, el 81% eran venezolanas.
Fronteras cerradas y abandono de organizaciones
Carlos Sandoval, investigador de migraciones de la UCR, aseguró que las causas de este fenómeno son evidentes.
“El tema está asociado con prácticamente el cierre de las fronteras en Estados Unidos y con las distintas formas de detención que se están haciendo en algunas de las principales ciudades, donde se han detenido incluso personas que tienen permisos, que no tienen antecedentes criminales y que, sin embargo, se les ha detenido y se les intenta deportar”, afirmó el catedrático.
“Personas venezolanas con las que yo he conversado brevemente me dicen que ni siquiera intentaron llegar a la frontera de México. Ahí mismo se devolvieron”, agregó.
Sandoval manifestó que además de las políticas antimigrantes, el gobierno de Trump empeoró la situación al disolver la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid, por sus siglas en inglés), que brindaba ayuda a los países en diferentes áreas, entre ellas la asistencia a migrantes.
Esto dejó un vacío en la región que, según aseguró, no será fácilmente llenado, pues otros actores importantes de la comunidad internacional, como la Unión Europea (UE), tienen su propia agenda y no han priorizado el flujo migratorio en Latinoamérica.
¿Qué puede hacer el Gobierno de Costa Rica? Para Sandoval, este asunto debería ser una prioridad para la Cancillería. Sin embargo, para los migrantes ha existido un gran vacío en cuanto a la asistencia recibida durante su travesía por territorio nacional.
Lo anterior provoca que iniciativas comunitarias y regionales se conviertan en las únicas opciones de apoyo para estas personas, quienes tampoco han contado con la asistencia de iglesias, católicas y no católicas, que solían recibirlos en otros años.
Cynthia Mora, investigadora del Instituto de Estudios Sociales en Población de la Universidad Nacional (Idespo), indicó que Costa Rica históricamente mantenía un fuerte sistema de ayuda humanitaria para personas migrantes.
Sin embargo, señaló que desde la pandemia de covid-19 se restringieron fuertemente las redes de apoyo, pues por las medidas sanitarias se cerraron las fronteras y centros de ayuda, pero luego no se restablecieron con la aparición los nuevos flujos migratorios.
Mora aseguró que el abandono empeora la moral de estas personas que viajaban con la esperanza de entrar a Estados Unidos y que ahora deben devolverse con el riesgo de verse expuestos al tráfico ilícito de migrantes e incluso a la trata de personas.
“Si antes ellos migraron en condiciones vulnerables por su necesidad, ahora imaginate no lograr tu meta y tener que devolverte habiendo gastado el recurso que eventualmente vos estabas apostando”, indicó.
Tanto Mora como Guillermo Navarro, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UCR, afirmaron que las políticas de Trump produjeron este flujo inverso y empeoraron la situación de los migrantes.
Pero Navarro afirmó que otros gobiernos en la región también cargan con una cuota de responsabilidad.
“Muchísimas de las personas migrantes que están regresando vienen también de países como México, Guatemala, Honduras y Nicaragua. Estos países van empujando el flujo hacia abajo, no hay una política de refugio, ni una política de atención, sino una política más bien de expulsión hacia el sur de estas personas”, declaró.
El investigador agregó que a lo largo de los años, Costa Rica no ha mantenido una política estable de atención a migrantes y que, al igual que el resto de la región, se ha concentrado en “empujarlos”.
La Nación solicitó a la Dirección General de Migración y Extranjería datos sobre solicitudes de refugio de estos migrantes, pero al cierre de edición no hubo respuesta.
