
En mayo de 2024 trascendió que el milagro que llevaría a los altares a Carlo Acutis había sido obrado en una joven costarricense, Valeria Valverde. En ese entonces, el papa Francisco anunció que la intercesión del joven italiano, en ese entonces beato, había logrado la sanación después de un accidente.
Ni Valeria ni su familia habían hablado anteriormente, el Vaticano no lo autorizaba hasta que pasara la ceremonia de la canonización. Este domingo, Liliana Valverde, la madre de la joven, dio conferencia de prensa y habló por primera vez del proceso.
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“Mi hija se salvó de un accidente por la intercesión de Carlo Acutis”, fue lo primero que dijo al acercarse a la prensa.
Lo hizo con tono seguro, pausado, sereno, pero sin ocultar la emoción que sentía.
Durante varios minutos, la mujer habló del proceso de beatificación, del accidente que por poco ocasiona la muerte de Valeria, de su oración frente a la tumba de Acutis, del milagro y de cómo la vida de ambas se ha transformado desde entonces.
“Decirle al mundo que los milagros existen, mi hija es un claro ejemplo, pero hay milagros todos los días”, recalcó.
La costarricense enfatizó que ella era católica no practicante cuando el accidente ocurrió, pero que la acción de Acutis fue más allá de salvar a su hija, también obró la conversión y su vida de fe es otra ahora.
“Carlo no solo hizo un milagro en la vida de mi hija, sino que también puso un grano de conversión a la fe mía. Una vida con fe, con esperanza y confiando en Dios, en que es bueno y misericordioso es mucho más gratificante y se lleva mucho mejor”, subrayó.
Un accidente que lo cambió todo

Durante la conferencia, Liliana recordó el accidente en el que casi muere su hija. El 2 de julio de 2022 Valverde iba en su bicicleta por Florencia, Italia, donde era estudiante de Administración de la Industria de la Moda en la universidad. Se desconoce cómo perdió el control, pero cayó y sus golpes eran severos. Tenía 21 años.
Ella tuvo un traumatismo craneoencefálico grave y requirió una cirugía de craneotomía para extirpar la parte derecha del hueso occipital. Esa era la esperanza para reducir la presión sobre el cerebro. Sin embargo, los médicos dijeron que tenía muy pocas posibilidades de sobrevivir.
La asistente de Liliana, la madre de Valeria, comenzó de inmediato a pedir la intercesión de Carlo Acutis, quien en ese entonces era beato.
“Nosotras conocíamos a Carlo porque lo habían beatificado durante la pandemia y era famoso por su juventud, pero nada más”, recordó Liliana.
La asistente le comentó que la tumba de Acutis estaba en Asís y allí recibía peregrinos todos los días.
“A mí me habían hablado muy bien de Asís. Valeria estaba en la UCI ya habían pasado las 36 horas que nos daban para saber si había muerte neurológica. Me fui en carrera para Asís”, rememoró.
“Todo el mundo pensaba que era una locura, queda como a tres horas y media en tren. Una amiga me decía, ‘tenés un montón de iglesias cerca, hay cadenas de oración en todo lado, ¿para qué ir hasta allá si hay iglesias en Florencia a 100 metros?’ Si alguien me pregunta racionalmente qué me hizo ir allá, pues yo no tengo una respuesta racional", agregó.
Liliana llevó una carta a la tumba de Acutis y estuvo haciendo oración ahí durante cuatro horas.

“Cuando yo salgo de Asís para tomar nuevamente el tren para Florencia estaba convencida de que Valeria iba a sanar”, subrayó.
Ese mismo día Liliana recibió una llamada telefónica desde el hospital Careggi, donde estaba Valeria. Su hija había empezado a respirar espontáneamente. Al día siguiente, empezó a moverse y a recuperar poco a poco el habla.
El 18 de julio, una tomografía axial computarizada (TAC) demostró que la hemorragia craneal había desaparecido. Para el 11 de agosto, Valeria fue trasladada a terapia de rehabilitación, donde progresó rápidamente.
La madre manifestó que Valeria ni siquiera requirió de terapia o rehabilitación.
‘Carlo nos salvó a las dos’
Hoy Valeria y Liliana llevan una vida normal, pero aseguran que la ven de otra forma.
“Carlo nos salvó a las dos. Valeria es hija única, cuando estás a punto de perder a la persona a la que más amás, y este tipo de cosas suceden cambia toda tu vida”, subrayó la mamá.
Valeria terminó sus estudios en Florencia, consiguió trabajo en Milán y está próxima a comenzar una maestría.
Liliana también lleva una vida normal, solo que más consciente de su fe. Hay momentos que las han marcado, uno fue el pasado 15 de enero, cuando tuvieron la oportunidad de hablar con el papa Francisco, como parte del proceso. Con el papa León XIV no han tenido oportunidad de compartir.
Sin embargo, Liliana destacó un momento que, madre a madre, nadie puede explicar por ella: su encuentro con Antonia Salzano, mamá de Acutis.

“De madre a madre fue un encuentro sensacional. Cuando estábamos en el proceso, más allá de que el milagro se diera como válido para el proceso o no, uno de mis sueños era conocer a la mamá, para mí era lo más cercano que yo podía estar de él. La conocí en Asís, fue un abrazo muy largo”, narró.
El proceso de canonización llevó también mucha parte testimonial por parte de Valeria y de su madre, hoy, ver esto culminado las llena de felicidad.
“Ha sido un regalo. No esperábamos que la canonización se diera tan rápido, tampoco esperábamos que el Vaticano escogiera nuestro milagro. Es un regalo que nos tiene muy satisfechas”, aseguró.
