
La ampliación a cuatro carriles de los 2,8 kilómetros entre el puente del Saprissa y el restaurante Doña Lela, en la ruta 32, se convirtió en un dolor de cabeza para el Consejo Nacional de Vialidad (Conavi) y los miles de conductores que transitan por esa carretera a diario. Así lo demuestra el último informe del Laboratorio Nacional de Materiales y Modelos Estructurales (Lanamme) relacionado con ese proyecto.
Los trabajos de ampliación empezaron en setiembre de 2020. La promesa de las autoridades fue que la vía estaría lista en enero de 2021 y tendría un costo aproximado de ¢2.800 millones. No obstante, aun hoy sigue inconclusa y el valor, según el reporte del Lanamme, ya asciende a ¢3.220 millones.
Debido a la suspensión de los contratos de conservación vial, la ampliación fue paralizada desde junio de 2021. Recientemente, el Conavi prometió que en los próximos meses reactivaría labores.
De acuerdo con los expertos del Lanamme, la nueva vía presenta “daños prematuros”, como se evidencia en los bordes de la calzada debido a sistemas de drenaje deficientes. “Esta situación, de no ser atendida, provocará que la superficie de ruedo continúe deteriorándose y comprometiendo progresivamente el resto de la estructura de pavimento construida, así como la inversión realizada”, enfatizó el Laboratorio.
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Entre los problemas señalaron una mala planificación y el hecho de haber encargado la obra a dos contratistas (H. Solís y MECO).
“Es criterio del equipo auditor que resulta un riesgo importante que dentro de una zona de conservación, exista la posibilidad de que dos contratistas diferentes atiendan el sistema de drenajes y el mantenimiento periódico y rehabilitación de los pavimentos, o cualquier otro activo de la carretera cuya atención resulte dividida. Lo anterior se debe evitar con el fin de minimizar el riesgo de que existan responsabilidades compartidas en cuanto al desempeño de los trabajos de conservación vial y que, consecuentemente, esto represente una dificultad para la Administración cuando se requiera ejecutar alguna garantía por los trabajos ejecutados”.
La auditoría también halló baja resistencia en la base de la carretera así como tuberías de salida de aguas jabonosas y residuales de casas vecinas que caen sobre las cunetas, lo cual es insalubre y podría provocar saturación del terreno.

Riesgo para los conductores
La suspensión de los trabajos por muchos meses favoreció, según el Lanamme, el deterioro de la infraestructura construida hasta ahora. Existen huecos que con las lluvias se llenan de agua, algunos de ellos no se pueden distinguir debido a esa condición y representan un riesgo para quienes transitan por la zona. Además, manifestaron que no existe iluminación adecuada.
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Otros aspectos, como los desniveles en la parte central de la carretera, también generan peligro de accidentes.