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Sebastián Villalobos Víquez, de 20 años (primer plano), es un joven autodidacta. Aprendió inglés y a tocar la guitarra solo. Actualmente, trabaja para una empresa privada transnacional que le ha brindado valiosas oportunidades de crecimiento. En la foto, aparece junto a sus papás, Milton y Katty, y su hermana Lucía. Foto: Cortesía
El título que recibió Sebastián Villalobos Víquez en el 2020 lo dice todo: este herediano fue el mejor promedio de ingreso a la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, de la Universidad Nacional (UNA), ese año.
Soñaba con estudiar ahí Química Industrial, y tenía los méritos académicos suficientes para hacerlo: en el examen de admisión de la UNA obtuvo 892 puntos de un total de 900.
Sin embargo, Sebastián tuvo que abandonar su aspiración más pronto de lo que imaginaba porque los horarios de clase en esa universidad, como en muchas públicas, dificultan la posibilidad de estudiar y trabajar al mismo tiempo.
Este joven necesita hacer las dos cosas a la vez porque su familia requiere su apoyo para salir adelante económicamente.
Sebastián, hoy de 20 años, logró conseguir un trabajo en una empresa transnacional que le ha brindado su apoyo en todos estos meses, y con este ingreso aporta para los gastos familiares, que incluyen varias deudas e hipotecas.
Pero le pasó lo que le sucede a muchos, contó su papá, Milton Villalobos: los horarios de la carrera de sus sueños volvían incompatibles estudio y trabajo.
Las clases, explicó Sebastián, son o en las mañanas o en las tardes, no hay más opciones; y por más permisos y flexibilidad que le diera su trabajo, llegó un momento en que se volvió imposible combinar las dos cosas.
Así que no le quedó más remedio que abandonar las aulas de la universidad pública para pagar de su propio bolsillo otra carrera en una universidad privada en la que sí pudiera llevar materias por las tardes-noches.
“Sí, estoy trabajando y aportando a la familia. No sé que harían si mi aporte se deja de percibir, y tampoco sé si una beca en una universidad pública habría sido suficiente para que yo pudiera sostener las dos cosas”, comentó el joven.
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Sebastián Villalobos guarda este reconocimiento con mucho orgullo. Desgraciadamente, no pudo concretar en la UNA su sueño de estudiar Química Industrial. Foto: Cortesía
Por supuesto, dice su papá, en la universidad privada no puede llevar los bloques completos, como su hijo quisiera y está en capacidad intelectual de hacer. Esto se aleja de sus posibilidades económicas actuales.
“Las universidades públicas de este país están hechas para la gente con plata”, lamentó Milton Villalobos al contar el caso de su primogénito.
“Me tiene que ayudar mucho, mi familia tiene deudas. Pero vea usted: lo premian, le mandan certificados pero indirectamente no le permiten estudiar.
“Él trabaja muy duro y es muy talentoso. Créame que si yo tuviera más posibilidades lo metería en todos los cursos que pudiera, pero necesitamos que él trabaje. ¡Yo no sé qué haría si él no me apoyara!”, lamentó don Milton quien, además de Sebastián, tiene una pequeña, Lucía, que requiere atenciones especiales por su autismo.
Según relata el señor, su hijo estudió en escuelas y colegios públicos, destacando siempre entre los mejores promedios. El inglés que habla fluidamente, lo aprendió solo.
Practica el ajedrez, la guitarra eléctrica y le encanta escribir historias cortas de suspenso.
A don Milton, la situación que ha vivido su hijo lo ha frustrado. Su pesar lo manifestó en una carta publicada en este medio, el sábado pasado.
“Son una serie de cosas las que causan frustración. Como Sebastián, deben ser montones”, agregó.
El muchacho, por su parte, está aprovechando la oportunidad laboral que sus capacidades y talentos le abrieron en una empresa privada.
“Uno tiene que aportar a la casa. Además estoy en una buena empresa, con oportunidades de crecimiento, y con eso estoy pagando una ’U’ privada para salir rápido y aportar más al trabajo.
“La ciencia y tecnología siempre me han interesado y no tengo molestia en estudiar informática. En esto, también ha sido fundamental el apoyo de la empresa donde trabajo”, dijo.
La Nación solicitó desde el lunes una reacción de la Universidad Nacional a la carta donde Milton Villalobos resume la situación de su hijo.
Según la oficina de prensa de esa universidad, “la consulta se elevó a las autoridades universitarias correspondientes, para que respondan lo antes posible dentro del plazo establecido por ley”.
Al cierre de esta nota, no se había recibido una respuesta.
Nota del editor: Esta nota fue modificada a las 12:35 p .m.