
El presidente estadounidense Donald Trump y su secretario de salud, Robert F. Kennedy Jr., difundieron un reporte, el lunes 22 de setiembre, en el que marcaban lo que ambos señalan como posibles causas del autismo.
En sus declaraciones hubo afirmaciones que la ciencia ya ha declarado como falsas, como el vínculo con las vacunas o con el paracetamol (o acetaminofén). También aseguró que el autismo se había incrementado tanto que era epidemia. Además, promovió la aprobación rápida de un medicamento llamado leucovorina para tratar el autismo.
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¿Por qué no hay vinculaciones del autismo con las vacunas o con el paracetamol? ¿Por qué han aumentado los casos de autismo en las últimas décadas? ¿Qué rol podría jugar la leucovorina? La Nación responde estas y otras preguntas de la mano de organizaciones médicas internacionales y de especialistas en diferentes ramas médicas.
¿Qué es el autismo?
El autismo es en realidad un espectro que puede ir desde aptitudes cognitivas altas hasta un deterioro mental profundo. El trastorno del espectro autista (TEA) es una condición caracterizada por un desorden del desarrollo de las funciones del cerebro.
Quienes la presentan en una forma más avanzada tienen una interacción social limitada y problemas con la comunicación verbal y no verbal.
Los síntomas usualmente empiezan en los primeros dos años de vida.
“Las capacidades y las necesidades de las personas con autismo varían y pueden evolucionar con el tiempo. Aunque algunas personas con autismo pueden vivir de forma independiente, otras con discapacidades graves necesitan constante atención y apoyo durante toda su vida”, destaca la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Algunas personas con TEA tienen otras enfermedades, como epilepsia, depresión, ansiedad y trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH). O pueden presentar comportamientos problemáticos, dificultad para dormir y autolesiones.
No solo hay una causa de autismo. Múltiples factores se suman, tanto genéticos como ambientales. Hay cerca de 2.000 genes que se cree que tienen alguna relación con el trastorno. Otras aristas incluyen enfermedades en la madre, el consumo de alcohol y tabaco durante el embarazo, la edad de la madre, el consumo de algunos medicamentos y complicaciones en la gestación.
El discurso de Trump ha generado reacciones en la comunidad médica y científica:
“Esta será conocida como la era oscura de la medicina estadounidense, donde los cuidados médicos ya no se basan en datos científicos, sino en burócratas que no son médicos”, destacó el Colegio de Médicos de Filadelfia.

Autismo y vacunas
La falsa asociación entre autismo y vacunas comenzó en 1998, cuando un documento publicado en la revista médica The Lancet sugería un vínculo entre la vacuna contra sarampión, rubéola y paperas (SRP) y el autismo.
Andrew Wakefield, médico británico, afirmaba que 12 menores desarrollaron este trastorno tras ser vacunados con SRP. Investigaciones posteriores revelaron que tres de los niños participantes en ese primer análisis nunca tuvieron algún tipo de autismo, y que otros cinco de los analizados ya tenían retrasos en su desarrollo cognitivo antes de vacunarse.
En 2010, The Lancet se retractó de la publicación y Wakefield perdió su licencia médica.
Numerosos estudios posteriores descartaron el vínculo. Uno de los más grandes fue publicado en 2019 en la revista Annals of Internal Medicine. Científicos del Instituto Nacional de Salud en Dinamarca y de la Universidad de Stanford en Estados Unidos estudiaron a 657.461 daneses nacidos entre 1999 y 2010 y los siguieron hasta 2013. Al comparar las probabilidades de autismo entre los no vacunados y los vacunados, se vio que más bien el 5% de los menores que no habían sido inoculados tenían un riesgo de este trastorno un 17% mayor.
Trump también arremetió contra la vacuna contra la hepatitis, que se recibe al momento del nacimiento y dijo que no había razón para vacunar a los bebés, aunque la enfermedad puede ser mortal si se transmite durante el parto.
Autismo y paracetamol
Trump indicó que el uso de paracetamol en el embarazo podría aumentar el riesgo de que los menores nazcan con esta condición. Este es el medicamento más ingerido durante el embarazo y se usa para tratar el dolor y bajar la fiebre.
Un análisis de estudios realizado por la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard y publicado en agosto pasado en la revista BMC Environmental Health, tomó en cuenta 46 publicaciones que estudiaron el uso de acetaminofén y su vinculación con desórdenes neuronales; ocho de ellos se enfocaron en autismo.
Se vio que podía haber una relación, y esta es la evidencia mencionada por Trump, pero esto no quiere decir que el acetaminofén fuera causa de autismo.
“En la última década se ha hecho investigación exhaustiva sobre vínculos entre el acetaminofén durante el embarazo y el autismo. A la fecha, no ha se ha establecido una asociación consistente”, dijo la OMS en un comunicado este miércoles.
Uno de los mayores estudios sobre el tema se hizo en el Instituto Karolinksa en Suecia y dio seguimiento a 2,5 millones de niños que nacieron entre 1995 y 2019. Ellos se basaron en los reportes de las mujeres y de los médicos, así como en los diagnósticos de autismo.
Se mostró que el 1,42% de los bebés cuyas madres tomaron paracetamol desarrollaron autismo, comparados con el 1,33% de quienes no fueron expuestos y también desarrollaron el trastorno. Una diferencia muy pequeña.
“Determinar si hay vínculo o no entre ese fármaco y el autismo es difícil. Esta medicación está disponible sin receta médica y mucho de su uso no se reporta, por lo que cuesta determinar los alcances”, dijo en entrevista a la revista Nature Viktor Ahlqvist, coautor de la publicación.
La genética de autismo

Las razones genéticas detrás del trastorno son complejas y no solo responden a cuáles genes o mutaciones se tienen, sino a la forma en la que estos trabajan. En una entrevista anterior, el neurólogo David Luna, indicó que hay genes que se “encienden” o “apagan” y según sea esta actividad podría ser el riesgo genético.
Daniel Geschwind, investigador de la Universidad de California en Los Ángeles, detalló que cerca del 80% de los casos de autismo pueden referirse a mutaciones genéticas heredadas, y el restante puede deberse a mutaciones no heredadas.

El aumento de casos de autismo
Trump y su secretario de salud se han referido a “epidemia de autismo” en los últimos años.
Sin embargo, los científicos coinciden en que esto se debe a mayor conocimiento de la enfermedad, más conciencia en la población y mejores herramientas diagnósticas. Además, los criterios diagnósticos ahora son más amplios e incluyen edades adultas y rasgos que anteriormente no se relacionaban con autismo.
“No vemos una epidemia de autismo, vemos una epidemia de diagnósticos”, dijo a Nature Sven Bölte, especialista del Instituto Karolinska.
¿Tratamiento para el autismo?
Finalmente, Trump anunció que la Agencia de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) aprobaría el medicamento leucovorina, para el tratamiento del autismo. Este fármaco se usa originalmente para paliar efectos secundarios de la quimioterapia. Sin embargo, sí se ha estudiado a pequeña escala contra el autismo.
“La leucovorina se ha promocionado como un tratamiento para el autismo, pero las pruebas son débiles. Algunos ensayos a pequeña escala sugieren posibles mejoras leves en los resultados conductuales, pero estos estudios están limitados por el reducido número de participantes, la inconsistencia de los resultados y la falta de réplicas independientes. En este momento, la ciencia no se acerca al nivel para recomendar la leucovorina en el tratamiento clínico del autismo”, dijo Andrew Whitehouse, científico australiano que lleva años estudiando el autismo.
