
En un operativo semanal que pasa desapercibido, Estados Unidos libera más de 14,7 millones de moscas estériles sobre la selva panameña.
La estrategia busca frenar al gusano barrenador del Nuevo Mundo, un parásito que afecta al ganado y representa una seria amenaza sanitaria y económica para América del Norte.
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Desde hace casi dos décadas, el país norteamericano financia esta medida como parte de una política binacional con Panamá, bajo la Comisión Panamá-Estados Unidos para la Erradicación del Gusano Barrenador (COPEG).
El objetivo consiste en mantener una barrera biológica en la región del Darién, zona selvática que separa Colombia de Panamá y actúa como escudo natural contra el avance del parásito hacia el norte del continente.
Las moscas se crían y esterilizan en una planta ubicada en Pacora, en las afueras de Ciudad de Panamá. Posteriormente, se dispersan desde aeronaves militares en zonas específicas de la frontera sur panameña.
La técnica del insecto estéril: una idea de los años 50 que aún funciona
La técnica fue desarrollada en los años 50 por el entomólogo Edward F. Knipling. Consiste en criar millones de moscas en laboratorio, esterilizarlas con radiación y liberarlas en áreas de riesgo. Como las hembras se aparean solo una vez, el contacto con machos estériles rompe el ciclo reproductivo del gusano barrenador.
Este método revolucionó el control de plagas y continúa en uso activo en la planta de COPEG. Allí, las larvas se alimentan de una mezcla de sangre, leche y huevo en polvo, y luego se exponen a radiación para evitar su reproducción. Una vez que se convierten en adultas, se lanzan desde aviones militares sobre la frontera sur de Panamá.
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El gusano barrenador regresó a EE. UU. y desató la alarma
Estados Unidos logró erradicar esta plaga en 1966. No obstante, en 2016, veterinarios detectaron su reaparición en ciervos de los Cayos de Florida, lo que encendió las alertas sanitarias. Este parásito invade heridas abiertas en animales y personas, causando infecciones graves, mutilaciones y daños millonarios a la industria ganadera.
El Departamento de Agricultura de EE. UU. (USDA) estima que, si el parásito reingresa al país, las pérdidas podrían superar los $1.300 millones anuales.
Desde ese momento, se reforzó el operativo en Panamá y se mantuvo el financiamiento de la operación, que demanda cerca de $15 millones anuales, la mayoría aportados por Estados Unidos.
Desde 2023, Centroamérica enfrenta el peor brote del gusano barrenador en más de 40 años. Panamá pasó de registrar 25 casos al año a más de 6.500 en solo doce meses, según datos del Servicio de Inspección Sanitaria de Animales y Plantas (APHIS) del USDA.
La plaga se propagó rápidamente hacia Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala, Belice, El Salvador y México, superando por primera vez la barrera biológica del Darién.
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Ante este panorama, APHIS anunció el 26 de febrero de 2025 que trasladará el centro de operaciones a dos ubicaciones en México, cerca del límite septentrional del brote. El cambio busca garantizar la liberación continua de moscas estériles desde nuevos puntos estratégicos.
La nueva estrategia se basa en tres ejes principales: la liberación de insectos estériles, el control del movimiento de animales y una intensa campaña de vigilancia y educación. Para fortalecer este plan, el USDA destinó $109,8 millones.
*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La fuente de esta información es de un medio del Grupo de Diarios América (GDA) y revisada por un editor para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.
