Santiago. Los chilenos votaron este domingo en las elecciones presidenciales más inciertas desde el fin de la dictadura en 1990, con dos candidatos favoritos en posiciones antagónicas. Pese a que las mesas cerraron a las 6 p. m. (hora local), aún había largas filas de votantes esperando sufragar en las cuartas elecciones realizadas desde octubre del 2020, cuando se llevó a cabo el plebiscito para definir el cambio a la Constitución heredada de la Augusto Pinochet (1973-1990).
En estos comicios está en juego un giro en el modelo económico y político que trajo estabilidad y prosperidad económica, pero también abrió brechas de desigualdad social por las que se alzaron millones de chilenos en las fuertes protestas de hace dos años. El joven diputado de izquierda, Gabriel Boric, y el abogado de ultraderecha, José Antonio Kast, figuran como favoritos, de acuerdo a los sondeos publicados hace 15 días, desde cuando rige una veda electoral.
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Boric, de 35 años, la edad mínima para postular a la presidencia de Chile, propone un cambio al modelo económico neoliberal, mientras que Kast, de 55 años, promete restaurar el orden y seguridad tras dos años turbulentos. Largas filas de votantes se observaban en varios colegios, mientras se cumplía el plazo de funcionamiento de las mesas. “Si hubiere electores con intención de sufragar, la mesa deberá recibir el sufragio de todos ellos antes de proceder con el cierre de la votación”, recordó el Servel (Servicio Electoral), en un día de primavera austral particularmente caluroso, con más de 30 grados Celsius.
En Chile el voto es voluntario desde el 2012 y pueden votar extranjeros con más de cinco años de residencia en el país. Suele haber una baja participación electoral, sobre todo entre los jóvenes.
“Hay que venir a votar para pasar esta página de división y lío en las calles”, afirmó Cristina Arellano, una contadora de 42 años en un colegio de Ñuñoa, comuna de clase media de la capital. Los jóvenes, protagonistas del plebiscito que decidió cambiar la Constitución heredada de la dictadura de Pinochet con 78% de los votos —proceso actualmente en curso—, se veían en gran número en los locales de votación.
“Hay que votar; el país necesita cambios, estamos aburridos de los mismos políticos, pero con estas filas y esta desorganización parece que quisieran que no votemos”, se quejó Felipe Rojas, estudiante de 24 años, ante la AFP.
Polos opuestos
“Representamos el proceso de cambio y transformación que viene, (pero) con certezas, con la gradualidad que sea necesaria”, manifestó Boric al votar en Punta Arenas, su ciudad natal, en el extremo sur.
Por su parte Kast, que después de 20 años de militancia en el ultraconservador partido Unión Demócrata Independiente (UDI) es uno de los fundadores del Partido Republicano, intenta mantener el modelo neoliberal heredado de la dictadura y promete imponer “orden, seguridad y libertad”.
“Lo principal (hoy es que) pueda concurrir mucha gente a votar y que cada uno se pueda pronunciar en libertad” y “votar informado”, afirmó el abogado, quien sostiene que Boric y su alianza con el Partido Comunista traerán “caos” a Chile.
La abanderada de la centroizquierda, Yasna Provoste, exministra de Michelle Bachelet, dijo al votar que “era necesario recuperar la gobernabilidad y paz perdida”.
El abogado de derecha liberal Sebastián Sichel, candidato sin afiliación política, señaló tras sufragar que “no sirven los presidentes caudillos que creen que van a gobernar solos”.
Compiten también el profesor de extrema izquierda Eduardo Artes, el cineasta y político progresista Marco Enríquez-Ominami y el economista del llamado Partido de la Gente, Franco Parisi, que vive en Estados Unidos y no pisó el país durante la campaña por problemas con la justicia chilena.
Fin de ciclo
En unas elecciones marcadas por dos años de duras protestas sociales, en reclamo de una mayor igualdad social, el presidente Sebastián Piñera fue la primera figura pública en votar. “Démosle un ejemplo al mundo entero de cómo funciona la democracia en Chile”, pidió.
Varios analistas consultados por la AFP consideran que las elecciones de este domingo podrían cerrar el viejo ciclo político del país, pues los dos favoritos —y la mayoría de candidatos— son ajenos a las coaliciones con partidos tradicionales.
“Se puede sostener que son las últimas elecciones del viejo ciclo, ya que pueden terminar con un resultado diferente a los (políticos) que ha habido”, afirmó Raúl Elgueta, politólogo de la Universidad de Santiago.
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Sichel representan la coalición oficialista, y Provoste, a los partidos que conforman la antigua Concertación, la coalición de izquierda que gobernó Chile por dos décadas tras el fin de la dictadura de Pinochet. Entre ambas coaliciones se han repartido el poder desde el retorno a la democracia.
Esta vez la votación demora más tiempo porque en gran parte del país hay cuatro papeletas para elegir además de Presidente, a los integrantes de la Cámara de Diputados, la mitad del Senado y consejeros regionales.