
Originado en Nepal con la caída de un gobierno completo, el movimiento Gen Z, también llamado de la generación Z, se ha convertido en la chispa de la mayor ola de protestas juveniles transnacionales del siglo XXI, que ya alcanzó incluso suelo latinoamericano.
Este fenómeno, impulsado principalmente por jóvenes menores de 25 años, ha emergido en países como Madagascar, Marruecos, Indonesia, Kenia, así como en Perú y Paraguay.
El pandemonio estalló a inicios de setiembre en Nepal, cuando el 4 de ese mes el gobierno del primer ministro K.P. Sharma Oli ordenó bloquear 26 redes sociales, entre ellas Facebook y YouTube, según informó el sitio de noticias Infobae.
La medida se produjo en medio de una campaña viral en TikTok, conocida como Nepo Kid, que denunciaba la corrupción de la élite política, y fue percibida como un acto de censura directa.
Esto motivó que miles de jóvenes, muchos en uniforme escolar, se congregaran inicialmente de manera pacífica en Katmandú, la capital, para marchar hacia el Parlamento. Sin embargo, horas después las tensiones escalaron cuando la policía respondió con cañones de agua y gases lacrimógenos.
En el transcurso de la jornada, se viralizaron videos en redes sociales que mostraban a los jóvenes siendo reprimidos por las fuerzas de seguridad, mientras la noche culminó con un saldo de 19 muertos y más de 300 heridos, según confirmó BBC Mundo.
Al día siguiente, desafiando el toque de queda, los manifestantes regresaron a las calles y atacaron símbolos del Estado y de la clase política. En medio de ese escenario, el primer ministro presentó su renuncia y fue evacuado por el Ejército.
Posteriormente, el movimiento incendió el Parlamento Federal, el complejo administrativo de Singha Durbar, la sede del Congreso nepalí, las oficinas del principal grupo mediático del país e incluso la vivienda del exprimer ministro.
Las protestas se mantuvieron hasta el 13 de setiembre, cuando se nombró a una primera ministra interina y la mayoría de las movilizaciones empezaron a perder fuerza.
No obstante, según confirmó el medio SwissInfo, el gobierno nepalí elevó a 72 el número de víctimas mortales de las distintas protestas.
Tras este estallido de protestas, en otras partes del mundo comenzaron a surgir movimientos identificados bajo la misma etiqueta: generación Z. Pero, ¿qué significa realmente este término?
Para comprender la expansión del movimiento, los expertos en relaciones internacionales Luis Diego Segura y Carlos Murillo explicaron a La Nación cuáles rasgos definen a estas agrupaciones y qué elementos comparten en sus denuncias alrededor del mundo.
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Falta de empleo, corrupción y descontento con la élite política
Luis Diego Segura, académico de la Escuela de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Costa Rica (UNA), explicó que los protagonistas de estas manifestaciones a nivel mundial son grupos muy jóvenes, por lo que se les ha denominado generación Z, término que comúnmente abarca a quienes nacieron a finales de los 90 y principios de los 2000.
“Algunos elementos que parecieran comunes a esas protestas es que tienen que ver con denuncias de la corrupción, especialmente en el caso de Nepal y Perú. (...) Los excesos que los hijos de los políticos muestran en las redes sociales fue uno de los elementos disparadores, además de la dificultad económica y sobre todo la dificultad en la inserción del mercado laboral de esa población joven”, explicó Segura.
El académico añadió que el rápido éxito de las protestas parece motivar la aparición de movimientos similares.
Según Segura, estos jóvenes cuentan con buen nivel educativo, pero enfrentan dificultades para ingresar al mercado laboral, con empleos informales, mal remunerados o directamente inexistentes.
Además, los definió como movimientos descentralizados, sin un actor central, surgidos de forma espontánea y convocados mediante redes sociales y grupos de WhatsApp. El experto descartó que exista una estructura internacional detrás de ellos.
“Estas protestas se han enfocado en países con serios problemas de erosión, de legitimidad por parte de autoridades incrustadas en el poder ya por varios mandatos, con alto grado de impopularidad, con economías que muestran una serie de limitaciones, con un crecimiento que no da a basto para generar suficiente empleo y con condiciones en el mercado laboral muy negativas y alta corrupción”.
— Luis Diego Segura, experto en relaciones internacionales.
El analista internacional Carlos Murillo señaló a este diario que el término generación Z puede resultar confuso, pues, aunque se ha usado para estas protestas, no todos los movimientos pueden atribuirse a esa generación, ya que todas coexisten.
Sin embargo, reconoció que estos movimientos reflejan una insatisfacción evidente con las autoridades políticas, pues se percibe que el sistema electoral y la democracia no generan resultados ni constituyen la vía más viable para lograr cambios.
Recordó que, aunque en Costa Rica no se han registrado movimientos oficiales bajo la etiqueta generación Z, se observa un alto porcentaje de jóvenes insatisfechos con el sistema político.
“Estas personas jóvenes no solo están insatisfechas con el gobierno de turno, sino que es en general una insatisfacción con lo que la sociedad les está ofreciendo. No tienen la intención de formar un partido político o de unirse a un partido político porque consideran que esa no es la vía”, explicó.
Murillo añadió que no se trata de movimientos “de izquierda” o “de derecha”, ya que la inconformidad se centra en la política y la democracia en general, así como en las oportunidades que brinda la sociedad, por lo que estos conceptos no son apropiados para describir estas protestas.

Gen Z en Latinoamérica y otras partes del mundo
Según Daniel Zovatto, director y editor de Radar Latam 360, en América Latina las movilizaciones reflejan una crisis estructural y generacional.
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La persistente desigualdad, la alta informalidad (con el desempleo juvenil en zonas urbanas como detonante de la inestabilidad), la creciente inseguridad y la corrupción han colapsado el “ascensor social”, dejando a millones de jóvenes atrapados entre la precariedad y la desesperanza, en una crisis de sentido potenciada por las redes sociales y la presión por el éxito inmediato.
En ese sentido, las protestas de la “Gen Z” en esta región, por ejemplo, se hicieron visibles en países como Perú y Paraguay.
En el caso peruano, estallaron el 20 de setiembre tras una reforma provisional que proponía modificar el sistema de pensiones, aumentar los años de cotización y cambiar los criterios de acceso para trabajadores informales.
Las movilizaciones se organizaron mediante hashtags, videos en TikTok y grupos de Telegram, según informó la BBC.
Rápidamente, las demandas evolucionaron hacia cambios estructurales en la política, mayor inversión educativa, empleo digno y mayor transparencia en el Congreso y el Ejecutivo.
En Paraguay, las protestas surgieron entre finales de setiembre y principios de octubre, impulsadas por el alto desempleo juvenil y la falta de políticas que faciliten la inserción laboral de los jóvenes.
Ambos movimientos siguieron el ejemplo de países como Indonesia, Madagascar y Marruecos, donde los reclamos de la generación Z incluyeron aumentos salariales parlamentarios, dimisión de presidentes, disolución de gobiernos y mejoras en salud y educación.
