Miles de emocionados pasajeros se movilizaron en el metro que entró a operar el viernes en Quito tras una década de construcción y demoras, convirtiéndose en el primero de Ecuador y el más moderno de Latinoamérica.
“Es una obra magnífica, sensacional. Está lindísimo, hermoso, muy moderno”, dijo el ecuatoriano Vinicio Tapia, un jubilado de 73 años que postergó su regreso a Estados Unidos, donde vive, para “conocer” el metro capitalino.
Simbólicos actos inaugurales se dieron en las 15 estaciones del metro de 22 km entre el norte y sur de la capital. El primer usuario que se presentó en cada parada cortó una cinta en los accesos al tren subterráneo, compuesto por seis coches y de 109 metros de longitud.
“Estamos frente al sistema de movilidad más moderno de América Latina”, dijo el alcalde Pabel Muñoz en una transmisión del municipio por redes sociales desde el centro de control del metro ubicado en la estación de Quitumbe, la última localizada al sur y que incluye cocheras y talleres de mantenimiento.
Añadió que el sistema de transporte eléctrico, operado por la francesa Transdev y Metro de Medellín, “va a ser un gran revolucionador de la ciudad, va a generar muchos cambios” en cuanto a la movilidad, la salud pública y el urbanismo.
“Hay un conjunto de beneficios para que el metro se convierta en el gran transformador de Quito (...) que en este momento es la obra estratégica más grande y más importante del país”, expresó Muñoz.
Una nueva experiencia
La obra demandó $2.000 millones y reducirá anualmente 58.000 toneladas de CO2 en el aire, según la empresa Metro de Quito. El nivel de contaminación se irá reduciendo conforme la circulación de vehículos en superficie disminuya con el funcionamiento del metro.
La capital ecuatoriana emite siete millones de toneladas de CO2 al año y un 40% corresponde al transporte motorizado.
“Al bajar al andén me sentí emocionada, es una nueva experiencia”, señaló Mónica, quien tomó el metro para acortar el tiempo de movilización entre los polos.
“De aquí (en la estación de Iñaquito, en el norte, y que conecta el área financiera) al sur normalmente me toma 90 minutos y con el metro hago menos de media hora”, apuntó la enfermera de 36 años, que se desplazaba junto a su hija.
Unos se movilizaban bajo tierra por estudios y trabajo, pero otros también por conocer y pasear por el sistema de electromovilidad, como Ruth Bermúdez, de 74 años, que viajaba junto a su esposo y una nieta.
Mundo subterráneo
Danilo Valladares, 36 años y operador logístico, volvía en tren a su casa en el sur luego de acudir a una cita médica al otro lado de la ciudad. “Nos va quedar tiempo para trabajar, producir, pasar con la familia”, sostuvo.
“Hay que adaptarnos a la tecnología nueva. Esto es un avance de la humanidad”, remarcó.
Los metros de ciudades sudamericanas como el de Medellín saludaron por redes sociales la inauguración del subterráneo quiteño.
“¡Bienvenida Quito al mundo subterráneo!”, indicó el de Buenos Aires, que este viernes cumplió 110 años de funcionamiento y es la red más antigua de Latinoamérica.
El de Santiago anotó: “Hoy un amigo inicia su primera chamba, donde serán muchos los desafíos, pero también es un camino lleno de aprendizaje. ¡Bienvenidos a bordo, amigos de @MetrodeQuito!”.