Quito. El presidente de Ecuador, Daniel Noboa, y la opositora Luisa González, afín al exmandatario Rafael Correa, se enfrentarán este domingo en la segunda vuelta presidencial con un reto clave: frenar la guerra entre bandas criminales que se lucran del narcotráfico.
Ubicado en el Pacífico y con una economía dolarizada, Ecuador se convirtió en una ruta estratégica para el tráfico de droga y un centro de acopio disputado por organizaciones criminales.
El aumento de la violencia ha renovado las preocupaciones en un país que, hasta hace unos años, era considerado un oasis entre Colombia y Perú, los mayores productores de cocaína del mundo.
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“Cada día estamos peor, no alcanza la plata para nada, uno vive inseguro”, dijo a esta agencia una mujer que cuida autos en el norte de Quito y prefirió no revelar su identidad por temor a represalias.
Los ecuatorianos enfrentan los estragos de un Estado endeudado en casi $50.000 millones (40% del PIB), con una pobreza del 28% y un alto gasto en la guerra contra el narcoterrorismo.
Daniel Noboa, del partido ADN, y Luisa González, del movimiento Revolución Ciudadana, lideran la intención de voto.
Entre los 16 candidatos, la mayoría propuso medidas para contener la violencia. Ecuador pasó de tener 6 homicidios por cada 100.000 habitantes en 2018 a un récord de 47 en 2023. La administración de Noboa logró reducir esa cifra a 38.
Las encuestas indican que no habrá una definición en primera vuelta, por lo que el próximo presidente (2025-2029) se conocería el 13 de abril. Ecuador, con 17 millones de habitantes, celebrará elecciones obligatorias el domingo entre las 7 a. m. y las 5 p. m. para elegir presidente, 151 asambleístas y cinco parlamentarios andinos.

Polarización política
Noboa y González representan la división política del país.
En el poder desde noviembre de 2023, Noboa busca la reelección. Con 37 años, es uno de los mandatarios más jóvenes del mundo y aprovecha esa imagen en redes sociales.
Con chaleco antibalas y al frente de operativos militares, ganó apoyo como un líder de mano dura contra el narcoterrorismo.
“El mayor logro de Noboa es la seguridad (...), ha bajado bastante la delincuencia”, dijo el vigilante Marcelo Torres, de 57 años.
Noboa llegó al poder tras vencer en elecciones extraordinarias convocadas luego de que Guillermo Lasso disolvió el Congreso para evitar un juicio político por corrupción.
González, por su parte, aspira a convertirse en la primera presidenta electa de Ecuador, con el respaldo de Correa. Su propuesta se centra en mejorar la seguridad y garantizar el respeto a los derechos humanos.
Correa, refugiado en Bélgica desde 2017, fue condenado en ausencia a ocho años de prisión por corrupción y enfrenta una orden de captura, aunque niega todas las acusaciones.
En tercer lugar en las encuestas se ubica Andrea González, aunque con amplia diferencia. En 2023, fue candidata a la vicepresidencia junto a Fernando Villavicencio, asesinado a balazos al salir de un mitin en Quito.
Desde 2023, más de 30 políticos fueron asesinados en Ecuador. Los candidatos denuncian amenazas y recorren las calles con fuertes esquemas de seguridad.
El líder indígena Leonidas Iza también busca la presidencia, aunque con pocas posibilidades. Su movimiento es una fuerza capaz de derrocar gobiernos, según analistas.
“Ninguno de ellos me representa, pero si hay que elegir, votaré por cualquiera que no sea este gobierno (...). No ha solucionado nada”, dijo la comerciante Diana Vega, de 38 años.

Un año de crisis
Restringido por la Constitución para hacer campaña, Noboa exhibe sus 18 meses de gobierno como su principal carta de presentación.
Aunque es popular, organismos de derechos humanos lo acusan de abusos en su plan de seguridad. Cuatro niños fueron asesinados y calcinados en Guayaquil tras un operativo militar, en un caso aún en investigación.
“La mayoría observa con buenos ojos la militarización de las calles porque el militar ecuatoriano no es mal visto”, afirmó el politólogo Santiago Basabe, de la Universidad San Francisco de Quito.
Noboa también enfrentó una crisis diplomática con México por ordenar la incursión armada en su embajada para detener al exvicepresidente Jorge Glas, asilado en ese país. Además, tuvo que lidiar con una severa sequía que provocó apagones de hasta 14 horas diarias.
Su gobierno también estuvo marcado por tensiones con el Congreso y con su vicepresidenta, Verónica Abad, a quien envió como embajadora a Israel y luego a Turquía.
Abad denunció violencia de género tras los intentos de Noboa de suspenderla del cargo. Él, en cambio, admitió que fue un “error” elegirla como su binomio.