
El mandatario de Ecuador, Daniel Noboa, y su rival izquierdista Luisa González disputan cabeza a cabeza la elección presidencial del domingo en un país dividido y desangrado por la violencia del narcotráfico.
Con 71% de los votos escrutados, Noboa iba al frente (44,7%), seguido de González (43,86%), según datos oficiales. Una diferencia insuficiente para evitar un balotaje el 13 de abril.
En la capital rodeada de volcanes y a 2.850 metros sobre el nivel del mar, los fuegos artificiales, bocinas de autos y el grito de “¡una sola vuelta!” festejaban por anticipado.
“Vine para apoyar al presidente porque queremos que nos ayude con el cambio en nuestro país”, dijo a la agencia AFP Myriam Medrano, una secretaria de 52 años en un hotel de Quito donde el oficialismo anunció que daría una rueda de prensa.
Los ecuatorianos esperan que el próximo gobierno pueda sacar adelante a un país en crisis económica, dividido y ahogado por la guerra entre una miríada de carteles enfrentados por el botín de la cocaína.
“La situación del país está muy crítica: mucha inseguridad, poco trabajo, mucha gente que se va”, dijo Luis Briones, ingeniero de 56 años.
Violencia política
A la sombra del asesinato de un candidato presidencial en el 2023, las campañas electorales transcurrieron bajo fuertes esquemas de seguridad y propuestas enfocadas en frenar la violencia, que llega a la lamentable tasa de 38 homicidios por cada 100.000 habitantes.
Las fronteras seguirán cerradas hasta hoy lunes y unos 100.000 miembros de la Fuerza Pública vigilaron los comicios.
“He tenido amenazas (...). Hay informes de inteligencia que dicen que hay riesgos, que quieren atentar contra mi vida”, manifestó a la AFP la candidata González, delfina del expresidente socialista Rafael Correa (2007-2017).
Los ecuatorianos ejercieron el voto obligatorio para elegir presidente y vicepresidente, 151 asambleístas y cinco parlamentarios andinos.
Si ninguno de los candidatos a la presidencia logra más del 50% de los votos o al menos un 40% y una diferencia de diez puntos sobre el rival más cercano, se realizará un balotaje el próximo 13 de abril.
Solo Correa ha logrado ganar en primera vuelta en los años 2009 y 2013.
‘Consolidar el triunfo’
Noboa, de 37 años, y González, de 47, votaron temprano en sus bastiones costeros: el mandatario lo hizo acompañado de su familia en el balneario de Olón y la abogada, en el poblado de Canuto.
En este nuevo duelo electoral, ella iba por la revancha, y él, por la reelección. Los candidatos se enfrentaron en los comicios del 2023, luego de los cuales el millonario empresario se convirtió en uno de los presidentes más jóvenes del mundo.
Heredero de un magnate bananero, Noboa dio la sorpresa ese año, cuando resultó elegido pese a su magra experiencia política.
Ganó la elección para completar, hasta mayo próximo, el período del expresidente Guillermo Lasso, quien disolvió el Congreso y llamó a elecciones anticipadas para evitar que el Legislativo lo destituyera en un juicio político por corrupción.
Muy activo en redes sociales, Noboa se ha hecho popular como un gobernante con mano de hierro contra el narco. Además, se han vuelto conocidas sus facetas de deportista, músico en ciernes, amoroso con su familia y amante de los tatuajes.
“El Ecuador ya cambió y quiere seguir cambiando, quiere consolidar el triunfo”, dijo el mandatario.
Su némesis, González, es una madre soltera, tatuada y cristiana, con una agenda que promete más seguridad “con justicia social” y respeto a los derechos humanos.
“Ellos son el miedo; nosotros, la esperanza”, dijo la abogada mientras votaba.
Luego de conocerse los resultados, González clamó ante sus simpatizantes en Quito una “gran victoria, hemos vencido (...) estamos casi en un empate técnico”.
Seguridad vs. inversión
Expertos han cuestionado los escasos proyectos de los candidatos para enfrentar la peor crisis en medio siglo, con campañas plagadas de desinformación en redes sociales y el uso cada vez más sofisticado de la inteligencia artificial.
Noboa termina un breve pero vertiginoso mandato: cortes de electricidad por una histórica sequía, disputas diplomáticas con México y denuncias de abusos de la Fuerza Pública en su ofensiva contra el crimen.
Cuatro niños fueron recientemente asesinados y calcinados en Guayaquil (suroeste), en un caso que enloda a 16 militares.
Los ecuatorianos resienten los estragos de un Estado endeudado con una pobreza del 28% y concentrado en financiar la costosa guerra contra el narco.
Para el analista Leonardo Laso, estos espectaculares operativos proyectan una imagen del país que espanta “toda posibilidad de inversión” y genera “un clima adverso a la generación de empleo”.
La deuda pública bordea el 57% del PIB, según el FMI.
