Washington. Estados Unidos insistió este martes en que “se ponga fin a la venta de armas” a la junta militar birmana, después de una matanza atribuida al ejército en la que murieron dos miembros de la organización no gubernamental Save the Children.
"La comunidad internacional debe hacer más para avanzar en este objetivo y prevenir la repetición de atrocidades en Birmania, incluso poniendo fin a la venta de armas y tecnología de doble uso" a la junta militar en el poder, afirmó el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, en un comunicado.
"Apuntar a personas inocentes y cooperantes es inaceptable, y las atrocidades generalizadas del ejército contra el pueblo de Birmania subrayan la urgencia de responsabilizar a sus miembros", dijo Blinken.
Los combatientes que se enfrentan al ejército afirman haber hallado más de 30 cadáveres quemados, incluidos mujeres y niños, en una carretera en el estado de Kayah, donde los rebeldes prodemocracia luchan contra los militares. Save the Children confirmó el martes la muerte de dos de sus trabajadores en estos hechos.
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“Es con profunda tristeza que confirmamos hoy que dos miembros del personal de Save the Children se encontraban entre las al menos 35 personas, incluyendo mujeres y niños, que murieron el viernes 24 de diciembre en un ataque del ejército de Birmania en el estado de Kayah”, dijo la organización en un comunicado.
La ONG explicó que los dos hombres asesinados eran jóvenes padres de familia. Uno de ellos se encargaba de formar a maestros y el otro se había unido a la ONG seis años atrás. El sábado aparecieron en las redes sociales fotos que mostraban dos camiones y un coche con restos humanos carbonizados en su interior, en una carretera de Hpruso.
Ese mismo día, un portavoz de la junta militar, Zaw Min Tun, admitió que había habido combates en la zona la víspera y que los soldados habían matado a un cierto número de personas, pero sin dar detalles.
Los dos trabajadores de Save the Children habían estado “trabajando en una respuesta humanitaria en una comunidad cercana cuando se vieron atrapados en el ataque”, dijo la organización benéfica.
“Los militares obligaron a la gente a bajar de sus coches, arrestaron a algunos, mataron a muchos y quemaron los cuerpos”, según la ONG.
“Estamos impactados por la violencia contra civiles y nuestro personal, que son trabajadores humanitarios comprometidos, que ayudan a millones de niños necesitados en Birmania”, declaró su directora general, Inger Ashing.
Birmania lleva sumida en el caos desde el golpe de Estado de febrero, que provocó más de 1.300 muertos como consecuencia de la represión de las fuerzas de seguridad, según un grupo de vigilancia local.
Estados Unidos ha impuesto una serie de sanciones a los dirigentes de la junta militar y, al igual que otros países, lleva tiempo restringiendo las armas al ejército birmano, que durante la transición democrática anterior al golpe fue acusado de crímenes contra la humanidad por una campaña brutal contra la minoría rohinyá.
La asamblea general de la ONU votó en junio que se impidan los envíos de armas a Birmania, pero la medida fue simbólica al no ser adoptada por el Consejo de Seguridad, en el que China y Rusia tienen poder de veto. Estos dos países y la vecina India son los principales proveedores de armas de Birmania.
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El sábado aparecieron en las redes sociales fotos que mostraban dos camiones y un coche con restos humanos carbonizados en su interior, en una carretera del municipio de Hpruso. (HANDOUT/AFP)