¿Cuán prósperos son los ancianos? La respuesta es esencial para el debate público sobre el Seguro Social, Medicare y otros programas de ayuda a los norteamericanos de edad.
Si la mayoría de los ancianos vive precariamente, los recortes son difíciles de justificar. Por otro lado, si muchos de los ancianos tienen una situación económica holgada, los beneficios que reciben del Gobierno y sus impuestos deberían estar abiertos al cambio, como los del resto de los norteamericanos.
Durante años, nos han dicho que, a causa de sus ingresos bajos, la mayoría de los ancianos son vulnerables. La realidad es que esa situación es la de una minoría de los muy pobres y muy ancianos, a menudo mujeres solas.
Habitualmente, se dice que el ingreso familiar medio de los ancianos –el ingreso familiar que está exactamente en el medio– es más bajo que el de la población no-anciana. Es cierto. En 2012, era de $33.848, comparado con $57.353 para la población menor de 65 años.
Se supone, entonces, que debemos imaginar que el ingreso medio refleja precisamente la suerte de la mayoría de los ancianos. Eso no es cierto. Para comenzar, la media casi con certeza subestima el ingreso real de muchos norteamericanos de edad.
En un artículo del Wall Street Journal , Andrew Biggs y Silvester Schieber, sostuvieron que la encuesta Current Population Survey (CPS), realizada por el Gobierno para el cálculo de los ingresos medios, sistemáticamente contó incorrectamente las extracciones de cuentas de pensión y planes individuales (IRAs) y 401(k). En 2008, por ejemplo, la CPS captó sólo $5.600 millones en ingresos de IRA, cuando los jubilados pagaron impuestos por $111.000 millones de ingresos de IRA, según declararon al Servicio de Rentas Internas (IRS, por sus siglas en inglés).
“La gente está declarando mucho más dinero en sus declaraciones de impuestos que en estas encuestas”, expresa Biggs, exsubcomisionado de la Administración del Seguro Social y ahora en el American Enterprise Institute, un centro de investigaciones conservador.
“Los datos del IRS son mejores, porque nadie paga impuestos sobre ingresos que no tiene”, señaló Schieber, quien detalló las carencias del CPS y es consultor y en una época dirigió la Junta Asesora del Seguro Social.
Según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO, por sus siglas en inglés), en el 2010, el ingreso promedio de los norteamericanos de edad, en el quintil más pobre, era de $19.900; en el segundo quinto de $34.000; en el quinto medio de $55.000; en el cuarto quinto de $82.000 y el quintil más rico de $219.000.
Este estudio utiliza datos del IRS, e incluye la mayoría de los ingresos que no se reportaron en CPS. También cuenta el valor de Medicare como ingreso, cosa que CPS no hace.
Entre el 60% y el 70% de los norteamericanos de edad tienen una posición económica holgada, o deberían tenerla. Esta categoría abarcaría a los tres grupos más ricos y quizás a algunos del segundo grupo más pobre.
Aunque los gastos de salud han aumentado, muchos otros gastos (de hijos, trabajo, hipotecas) presuntamente se han reducido. (Nota: En el quinto más rico, unas pocas personas muy ricas aumentaron sustancialmente los ingresos promedio. Aún así, hasta los que están en la mitad inferior de este grupo tenían ingresos de $117.500).
Sin embargo, los ancianos en el 30% a 40% inferior viven más precariamente: no están necesariamente empobrecidos, pero tampoco están holgados.
Un estudio de NORC, de la Universidad de Chicago –que realiza encuestas de opinión pública para estudios académicos– incluyó una pregunta que pidió a los encuestados indicar si están “satisfechos”, “más o menos satisfechos” o “no satisfechos” con su situación económica.
Desde los años 70, los norteamericanos de edad han indicado mayor satisfacción que los norteamericanos más jóvenes. La brecha es grande: mientras que, entre las personas entre 18 y 34 años, un 22,6% dijo estar satisfecho, entre las personas de más e 65 años, la cifra alcanza un 40,6%.
Asimismo, entre las personas entre 35 y 49 años, un 24,9% mencionó estar satisfecho y entre 50 y 64 años alcanzó el 25,6%.
Por el contrario, mientras un 28% de las jóvenes entre 18 y 34 afirmó no estar satisfechos, entre el grupo ancianos lo dijo nada más el 19,7%.
Parte de la satisfacción de los ancianos probablemente refleje su confianza en el Seguro Social y Medicare.
Empero, si se sienten mejor sobre su situación económica que los no-ancianos, ¿por qué aumentar sus beneficios –como han propuesto algunos– o eximirlos de recortes de beneficios y aumentos de impuestos?
Para repetir: Hay ancianos que son pobres, muchos de ellos mujeres solas. Algunos necesitan ayuda extra, pero conceder a los ancianos como clase un trato especial amontona los costos de la reducción del déficit sobre los trabajadores y los niños.
Robert Samuelson inició su carrera como periodista de negocios en The Washington Post, en 1969. Además, fue reportero y columnista de prestigiosas revistas como Newsweek y National Journal.© 2014, The Washington Post Writers Group