Los inversionistas tienen una expectativa de aumento en el precio del dólar de 5,58% entre el 31 de agosto del 2021 y el 31 de agosto del 2022, según dejan ver las transacciones de títulos del Ministerio de Hacienda y el Banco Central.
Si se le aplica el 5,58% al precio promedio del tipo de cambio de referencia de compra y venta publicados por el Banco Central, arroja un incremento de ¢35 y llegaría a ¢658. Si se hace el mismo ejercicio con el precio promedio de la divisa en el mercado Monex, resulta en aproximadamente ¢660.
Este es el valor más alto desde que se empezó a calcular la serie, en enero del 2009.
Así lo muestran las expectativas de mercado sobre la variación del tipo de cambio en los siguientes 12 meses que publica el Banco Central.
La autoridad monetaria extrae esta expectativa de los títulos de deuda negociados en el mercado interno de valores. Considera los rendimientos de los bonos tasa fija con vencimientos entre seis meses y cinco años, y bonos cero cupón con vencimientos menores a cinco años.
El resultado del indicador en agosto y setiembre es alto con respecto al promedio de la serie, que se inició en enero del 2009 y es de 1,4%.
A manera de ejemplo: el 8 de octubre pasado, la variación en el tipo de cambio fue de 4,1% respecto con la misma fecha del 2020, utilizando el promedio de los precios de referencia de compra y venta.
El economista José Luis Arce advirtió de que este indicador se puede ver afectado por las distorsiones del mercado que se reflejan en las curvas de rendimiento en colones y dólares (relación entre los rendimientos y los plazos).
Por ejemplo, que se negocian pocos títulos en dólares o que Hacienda está presionando a la baja el rendimiento aprovechando que hay mucha liquidez en el mercado en colones.
¿Son acordes las expectativas con la situación actual?
Más allá de la metodología, dos economistas consultados consideran que hay razones para esperar presiones cambiarias.
“Nosotros en Cefsa creemos que efectivamente (el indicador de expectativa de variación cambiaria) refleja las presiones cambiarias que existen actualmente”, consideró Daniel Ortiz, director de esta firma de consultoría.
Entre los factores que empujan a la divisa, mencionó los vencimientos en moneda extranjera de deuda del Gobierno para los próximos seis meses, las necesidades del sistema público no bancario, el incremento en el monto de las importaciones, la gradual recuperación del turismo y el menor acceso a financiamiento externo previsto por las autoridades.
Otro elemento importante, citó este especialista, es que el Banco Central tiene un piso mínimo de reservas que debe mantener como parte de los indicadores que revisa el Fondo Monetario Internacional (FMI). Por eso ya no puede seguir desacumulando sus reservas propias para defender el tipo de cambio.
A julio, por ejemplo, las reservas terminaron en $3.605 millones, según la metodología que utiliza el FMI, cuando la meta era $3.660 millones. Este piso está sujeto a revisión porque se encontraba ligado a la aprobación de varios créditos externos por parte de la Asamblea Legislativa, de los cuales se han aprobado solo tres.
“Para el año se tenía previsto una acumulación de reservas monetarias internacionales de $772 millones, algo que pensamos será difícil de cumplir”, dijo Ortiz.
Para Melvin Garita, gerente general de BN Valores, los meses de julio y agosto presentaron una dinámica más deficitaria entre la entrada y salida de dólares, algo que aunque mejoró en setiembre, aún genera inercia sobre la percepción de los agentes económicos.
“También, el impasse en el que ha caído el proceso de consolidación fiscal contribuye a ese aumento en las expectativas de depreciación”, agregó. Para Garita, el hecho de que el Ministerio de Hacienda capte menos en dólares no necesariamente eleva el indicador.
“Un factor que puede estar afectando esas expectativas de depreciación es el bajo premio por invertir en colones, lo cual genera desequilibrios cambiarios dados los incentivos para ahorrar en dólares en lugar de hacerlo en colones”, añadió el economista.
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Hasta que se normalice la entrada de divisas por turismo, y que exista más claridad con respecto al acceso del Gobierno a recursos externos, dijo, es muy difícil esperar un cambio en las expectativas de depreciación.
¿Por qué son mayores que en el 2018?
Llama la atención de que la expectativa del inversionista es mayor actualmente que en el 2018 cuando el Ministerio de Hacienda se quedó sin recursos al punto de tener que acudir a un préstamo del Banco Central, una medida de emergencia.
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De acuerdo con Garita, el escenario de los últimos meses del 2018 tomó a la mayoría de los participantes de los diferentes mercados, así como a los residentes del país, por sorpresa, de ahí que una buena parte de las expectativas cambiarias no incorporaban que se presentara la materialización del riesgo que estuvimos a punto experimentar.
Para Ortiz, en aquel momento el Banco Central utilizó lo que ellos llaman “reservas propias” para evitar una mayor devaluación y el tipo de cambio se estabilizó en torno a los ¢610 una vez que se aprobó la reforma fiscal.
“Revisando las estadísticas, uno ve que las expectativas en ese momento apuntaban a una apreciación y esto fue consistente con la reducción en los rendimientos de deuda del Gobierno desde ese entonces, la colocación de deuda externa (eurobonos) y la mejora en las posibilidades del financiamiento del Gobierno. El tipo de cambio se apreció hasta llegar a ¢573″, comentó Ortiz.
Sobre el indicador de expectativa de variación cambiaria |
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Antes del 2020 el Banco Central calculaba las expectativas de variación del tipo de cambio a partir de una encuesta donde le consultaba a empresarios, analistas financieros, consultores y académicos sobre la variación en el tipo de cambio que esperaban a diferentes plazos. Las expectativas correspondían, para cada plazo, a un promedio de las respuestas de los encuestados. No obstante, el Banco Central dejó de aplicar esta encuesta y ahora extrae expectativas a partir de las negociaciones de títulos de deuda interna en moneda nacional del Ministerio de Hacienda y del Banco Central realizadas en el mercado local. Según explica el Banco Central en la metodología, se utilizan los rendimientos de los títulos de deuda del gobierno y Banco Central negociados en el mercado interno primario y secundario. Específicamente, se consideran los rendimientos de los bonos tasa fija con vencimientos entre seis meses y cinco años, y bonos cero cupón con vencimientos menores a cinco años. Esta información proviene de las transacciones que se realizan en la Bolsa Nacional de Valores y en la subasta electrónica de valores del Banco Central. Adicionalmente, se utiliza la tasa de inflación mensual, y el promedio del tipo de cambio de referencia de compra y venta publicados por el Banco Central para el último día de cada mes. Para obtener la expectativa cambiaria se adapta para el caso de Costa Rica un modelo desarrollado por dos autores españoles de apellidos Gimeno y Marqués. En forma muy simple este modelo considera los factores que determinan las tasas de interés negociadas en colones, y a partir de la evolución de estos factores y de las tasas de interés se extraen indicadores de las expectativas que tienen los agentes cuando compran y venden bonos de deuda. Una de las adaptaciones que se realizó para Costa Rica fue incluir el tipo de cambio como uno de los factores que determinan las tasas de interés, ya que este influye en la decisión del ahorrante de comprar un bono en colones o un instrumento en dólares. El incluir esta variable posibilita obtener una medida de expectativa de variación cambiaria. Según lo indica Carlos Segura en el documento Expectativas de inflación en el mercado de deuda soberana costarricense: ¿están ancladas?, las expectativas de inflación y variación cambiaria derivadas del modelo son mejores pronosticadores que las expectativas de la encuesta. |