
En el año 2020, arqueólogos localizaron una piedra con una inscripción antigua en las montañas Kunlun, en la frontera occidental de China, a 4.300 metros de altitud.
El hallazgo reveló una orden directa del emperador Qin Shi Huang, quien unificó China en el 221 a. C., para enviar a sus alquimistas a buscar el legendario “yao”, conocido como el elixir de la inmortalidad.
La piedra se encontraba grabada con escritura de pequeños sellos, un estilo típico de la dinastía Qin. Para los investigadores, la inscripción representa la primera prueba material de una expedición organizada hacia el oeste por este emperador. Hasta ahora, solo existían referencias literarias sobre este tipo de misiones.
A pesar de su importancia, el hallazgo generó escepticismo. Algunos expertos cuestionaron la posibilidad de que una expedición de esa época hubiera logrado ascender hasta el Planalto Tibetano, dadas las condiciones extremas del clima y la altitud.
Ante estas dudas, la Administración Nacional del Patrimonio Cultural de China envió dos expediciones científicas al lugar en 2025. Allí, investigadores recolectaron muestras y realizaron análisis químicos, minerales y de erosión. Los resultados se publicaron el 8 de junio en el diario estatal Guangming Daily.
La búsqueda de la inmortalidad marcó el reinado de Qin Shi Huang
La figura del primer emperador de China siempre estuvo vinculada con la obsesión por alcanzar la vida eterna. Según reportes históricos, Qin Shi Huang financió múltiples viajes en busca del elixir, incluso hacia el este, hacia lo que hoy se conoce como Japón.
Sin embargo, hasta ahora esas expediciones solo estaban documentadas en textos antiguos, sin evidencia concreta que las respaldara. La inscripción hallada en Kunlun llena esa ausencia histórica.
El arqueólogo Tong Tao, del Instituto de Arqueología de la Academia China de Ciencias Sociales, lideró el estudio. Según explicó, la inscripción no solo confirma la intención del emperador de vivir para siempre, sino que también indica que el Monte Kunlun era considerado un lugar mítico, descrito en escritos anteriores a la dinastía Qin como una región habitada por inmortales y animales extraordinarios.
La piedra prueba la autenticidad de la expedición imperial
El equipo que investigó el sitio concluyó que la piedra fue tallada con cinceles de punta plana, una técnica distintiva de la dinastía Qin que dejó de usarse después. Además, dentro de las ranuras de la inscripción se encontraron minerales secundarios formados por la erosión natural, lo cual descartó la posibilidad de una falsificación reciente.
El geólogo Deng Chao, funcionario del organismo estatal, explicó al diario South China Morning Post que la piedra está compuesta por arenisca de cuarzo, un material resistente al clima y al desgaste. La temperatura moderada del microclima de la zona permitió que la inscripción se preservara en buen estado durante más de 2.000 años.
La presencia de esta inscripción también demuestra que durante el periodo Qin, ya existía exploración de terrenos hostiles como el Planalto Tibetano. El profesor Hou Guangliang, de la Universidad Normal de Qinghai, señaló que esta expedición revela la disposición de los chinos de la época para adentrarse en territorios inexplorados.
Un destino irónico para el emperador obsesionado con vivir para siempre
Pese a todos sus esfuerzos, Qin Shi Huang no logró escapar de la muerte. Los registros históricos indican que el emperador consumía con frecuencia pociones que contenían mercurio, creyendo que estas le otorgarían vida eterna. En el año 210 a. C., mientras viajaba por el país, murió de manera repentina, posiblemente como resultado del envenenamiento provocado por estos supuestos remedios.
*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La fuente de esta información es de un medio del Grupo de Diarios América (GDA) y revisada por un editor para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.
