
Tuvalu, un pequeño estado de la Polinesia compuesto por nueve islas y atoles, está en peligro de desaparecer bajo el océano.
El país, situado entre Australia y Hawái, cuenta con solo 11.000 habitantes y una superficie de 26 km². La amenaza del aumento del nivel del mar y la intensificación de ciclones ha empujado a sus ciudadanos a optar por la migración.
En junio de 2025, Tuvalu firmó un acuerdo con Australia, que aceptó recibir 280 personas al año de manera permanente. En pocas semanas, más de 5.100 habitantes se inscribieron, lo que representa cerca de la mitad de la población.
Un informe de la NASA en 2023 señaló que el océano subió 15 cm en tres décadas y continuará elevándose unos 5 mm cada año. Para 2050, gran parte de las zonas habitables quedará bajo la marea alta.
La situación afecta la vida diaria: las lluvias son la única fuente de agua dulce y las inundaciones salinas destruyen los cultivos.
En 2021, el entonces primer ministro Simon Kofe mostró al mundo la gravedad del problema al dar un discurso desde el mar durante la conferencia climática de la ONU.
Entre acuerdos y tensiones
El pacto con Australia fue calificado por representantes internacionales como el primero de este tipo en el mundo. Sin embargo, también recibió críticas. El exministro Enele Sopoaga acusó a Canberra de impulsar un esquema de “neo-colonialismo” por el artículo que concede a Australia poder de veto en temas de seguridad nacional.
La discusión se suma al fenómeno conocido como “colonialismo del carbono”, en el que países o empresas aprovechan la crisis climática para obtener beneficios políticos o económicos, incluso a costa de comunidades vulnerables.
No todos los tuvaluanos planean emigrar. En 2017 arrancó el Proyecto de Adaptación Costera de Tuvalu (TCAP), que creó tierras elevadas y muros de protección. En 2024 concluyó la primera fase con 7,8 hectáreas nuevas y 2,78 km de costa reforzada. Una segunda etapa, con apoyo financiero de Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos, está en marcha y busca terminar en 2026.
Además, en 2022 el gobierno anunció un plan de adaptación a largo plazo, que incluye la construcción de “Te Lafiga o Tuvalu” (El Refugio de Tuvalu). Este proyecto contempla 3,6 km² de tierras elevadas para reubicar a toda la población con agua, energía y alimentos sostenibles.
Nación digital y patrimonio
Tuvalu también emprendió un proyecto para convertirse en la primera “nación digital” del mundo. El plan incluye la creación de un mapa 3D del territorio y la postulación de su paisaje cultural a la Lista de Patrimonio Mundial de la ONU.
La ministra de Clima, Maina Talia, declaró que la desaparición no forma parte de la identidad de su pueblo y destacó que la resiliencia está en el ADN de los tuvaluanos. Sin embargo, advirtió sobre la responsabilidad moral de los países ricos y el impacto de nuevas explotaciones de combustibles fósiles.
“Para nosotros, los tuvaluanos, la desaparición no forma parte de lo que somos. La resiliencia siempre es parte de nuestro ser, es parte de nuestro ADN. No queremos que Tuvalu se convierta en un recuerdo”, declaró a la AFP la ministra.
El aumento del nivel del mar ya provoca que el agua salada brote durante las mareas en la capital, Funafuti.
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*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La fuente de esta información es de un medio del Grupo de Diarios América (GDA) y revisada por un editor para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.

