Hace unas semanas, un procedimiento realizado en el Hospital Tony Facio de Limón causó asombro: un equipo médico sacó 12 lombrices de hasta 25 centímetros de longitud de un hombre de 44 años. El hecho no solo fue sorprendente por la cantidad y la magnitud de estos parásitos, sino también porque cada vez es más raro que lleguen a los servicios de salud personas con estas enfermedades.
Entre 2017 y 2021, se dieron 613 hospitalizaciones por este tipo de males intestinales, según estadísticas de la Caja Costarricense de Seguro Social. Esa cifra es menor a las que se veían en un solo año en las décadas de 1960 y 1970.
En aquella época y todavía en los 80 eran muy comunes las campañas de desparasitación en guarderías y escuelas (pues los niños eran más propensos debido a sus actividades), pero también en los barrios, sitios de trabajo y centros comunales.
“Normalmente se habla de los niños porque es más común que coman tierra o que se ensucien más con tierra contaminadas al jugar, pero son infecciones que usualmente no son tan agresivas, este caso de un adulto fue muy raro”, explicó Alexánder Cordero, gastroenterólogo que hizo el procedimiento en limonense.
De los últimos cuatro años, en el que más se dieron internamientos fue en 2019, con 145. Las Ascaris lumbricoides, el tipo de lombriz vista en aquel hombre, reportan entre 21 y 37 egresos hospitalarios en ese periodo.
Las formas en la que nos enfermamos han cambiado mucho con el pasar del tiempo.
“Hace 30 años, por ejemplo, veíamos de forma muy frecuente diversas infecciones dentro de las que se encuentran las producidas por parásitos, pero la epidemiología de la población ha cambiado, y eso ya casi no se ve, son enfermedades raras hoy en día”, confirmó el epidemiólogo de la CCSS Roy Wong.
Sharon Porras, coordinadora del Centro Nacional de Referencia de Parasitología del Instituto Costarricense de Investigación y Enseñanza en Nutrición y Salud (Inciensa), ente que estudia los eventos de mayor preocupación a nivel nacional en este tema, respaldó el criterio de Wong.
“Esas parasitosis intestinales son poco comunes y la cantidad de infecciones ha bajado muchísimo. De los parásitos intestinales que nos podrían infectar no todos son patógenos, no todos hacen daño”, manifestó.
Porras indicó que como centro de referencia, ella y su equipo no trabajan este tipo de infecciones, pues la situación actual del país no los lleva a tener vigilancia ni monitoreo de brotes de este tipo, ya que no hay. Los parásitos que se monitorean en Costa Rica, dada su importancia para la salud pública, son los causantes de la malaria, de la enfermedad de Chagas y de la Leishmaniasis.
Los análisis de parásitos intestinales se manejan en cada laboratorio local, se requiere solamente un equipo muy básico para diagnosticarlos y todos los centros de salud tienen lo necesario para tratarlos.
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Esta imagen muestra cómo una lombriz causaba una obstrucción en el estómago del paciente limonense. Cortesía: CCSS
Cambios en estilos de vida
¿A qué se debe que haya menos infecciones de este tipo? Primero debemos entender que las parasitosis se producen principalmente por un mecanismo llamado ano-mano-boca. Una primera persona infectada deja los huevecillos del parásito en sus heces y, si no hay un saneamiento adecuado, con ellas contamina el agua o la tierra.
Si alguien consume esos huevecillos o si la misma persona no se lava bien las manos después de hacer sus necesidades y por algún motivo después se las lleva a la boca, es cuando los parásitos toman fuerza para crecer y “viajar” por casi todo el cuerpo humano.
Wong y Porras expusieron varias razones para este cambio epidemiológico. La primera es que la población ya es más consciente de que estas infecciones pueden prevenirse con un buen lavado de manos y con lavar bien los alimentos (especialmente los que se consumen crudos) y utensilios de cocina.
Sin embargo, no es la única razón y hay otras que tuvieron mayor impacto en este cambio. En este momento hay mucha mayor cobertura de servicios de agua potable que hace décadas. Lo mismo sucede con el saneamiento, es mucho mayor la cantidad de personas que tienen acceso a alcantarillado sanitario y esto mejora el agua que tienen a su alrededor y también las expone menos a tener contacto con sus heces.
No obstante, sí hay algunas comunidades puntuales y alejadas en donde los servicios sanitarios de agua potable y saneamiento todavía no llegan.
“Si yo tengo localidades donde las personas hacen sus necesidades ahí en una orillita y esto llega a las aguas, eso sí podría tener en algún momento riesgo de este tipo de enfermedades. Son poblaciones muy específicas y cada vez son menos”, señaló Porras.
¿Es buena idea tomar desparasitantes?
Una de las preguntas que más surgen cuando se dan este tipo de enfermedades es si es necesario tomar medicamentos para desparasitarse. Ambos entrevistados coinciden en que, salvo ciertas excepciones puntuales, esto no es necesario. Dentro de estas excepciones podrían estar algunas personas que trabajan la tierra como agricultores o agrónomos, algunos veterinarios o guardaparques o en asentamientos donde se utilice agua de pozo que podría no ser potable.
“Si usted no necesita un medicamento no hay razón para que se lo tome, es bueno consultar al médico si lo considera o no conveniente. En todo caso, siempre es necesario antes, ir a un laboratorio con una prueba de heces y ver si la persona tiene o no parásitos. Ya no es necesario repartir desparasitantes como lo fue en un momento”, recalcó Porras.
Wong subrayó que, además, automedicarse con algo que no se necesite más bien podría tener consecuencias. Dentro de los efectos adversos de tomar algo que no se necesita estarían los problemas gástricos.
“Antes se hacía de forma generalizada, porque con el perfil epidemiológico eran más altas las probabilidades de que la gente lo tuviera. Ahora no, es más individualizada o puntual. Pero siempre es mejor consultar antes con el médico, y ahí sí, si se lo receta, cumplir con el tratamiento como debe ser”, concluyó Wong.