¡Llega diciembre! Y con él, los tamales, el rompope y los villancicos, la música tradicional de la época navideña que le dan marco a las festividades.
Cantar estas canciones, sí trae beneficio a la salud. No importa si es ante un público numeroso, ante la familia o amigos o si usted está solo en su carro o en el baño. Y, si a usted no le gusta cantar, escucharlos también puede tener sus ventajas, no solo para sus emociones, también para su bienestar físico.
La Nación se dio a la tarea de buscar estudios que hablaran del tema y de entrevistar a especialistas en salud para ver si había bondades en esta música.
“El canto baja la presión arterial, mejora la capacidad de respiración, afianza la postura y sí, ‘entona’ el cerebro a un ritmo distinto. Los villancicos tienen un gran impacto, porque usualmente los asociamos con épocas y momentos agradables en nuestra niñez, o con personas a las que amamos. Eso puede ponernos de buen humor y mejorar nuestras emociones”, comentó en un comunicado de prensa Hilary Moss, quien en 2016 y 2017 lideró un estudio con 1.779 coristas en los que vio los beneficios del canto coral. El estudio fue publicado en noviembre del año pasado en la revista Perspectives in Public Health.
“Quien los escucha no queda exento del beneficio. En muchas ocasiones, ese público no es tan pasivo e interactúa y se pone a cantar. Y, si no lo hace, solo el hecho de escuchar ya cambia la actividad cerebral”, añadió.
Por otra parte, la especialista en canto Barbara Dinsdale dijo en una entrevista con la BBC: “cantar es una actividad aeróbica, por lo que mejora la salud del corazón, también reduce el estrés y da salud general. Pero, ante todo, cantar o escuchar música festiva da una gran dosis de felicidad. Es imposible cantar con una ‘cara larga’ porque eso afecta el sonido. Mantener la alegría es importante, si sonreímos mientras cantamos nosotros y las personas a nuestro alrededor van a sentirse mejor”.
Quienes cantan villancicos aseguran que el poder de “contagiar” a otras personas es parte de lo más importante: “A mí me provoca una inmensa alegría cantarlos, y saber que esa alegría es igual de contagiosa, y ver cómo se unen a cantarlos”, señaló Liliam Mena.
Ericka Phillips agrega: “¿Qué me provoca el cantarlos o escucharlos?: gozo y paz. No es lo mismo gozo que alegría/felicidad. Gozo es algo más profundo y que viene de Dios”.
También hay quienes dan fe de las bondades de escucharlos: “son parte de la Navidad y llenan de paz y alegría a quienes los escuchamos”.
Estudios revisados también señalan que el evocar épocas de nuestra niñez o momentos felices son parte de los efectos de los villancicos.
Jose León piensa así: “me traen muchos recuerdos cuando estaba pequeño una vecina organizó a los niños del barrio para hacer posadas y aunque solo tenía seis años lo recuerdo como si fuera ayer. Increíble experiencia, ojalá que estas tradiciones no mueran”.
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¿Existe exceso de música navideña?
Sí, también hay momentos en los que los villancicos pueden “saturar” a quien los escucha. Especialmente en ciertos contextos donde las personas no pueden tener control sobre si escucharlos o no, o cuáles escuchar.
Un centro comercial en el que repiten las mismas canciones una y otra vez durante todo el mes de diciembre es un ejemplo de esto. Un estudio realizado en el 2014 en más de 2.000 compradores y trabajadores de centros comerciales en Estados Unidos y Reino Unido indicó que el 43% de los encuestados se sentía “martillado” por música que se repetía constantemente, pues podían escuchar los mismos cinco o seis villancicos cada 15 minutos.
Cuando se tomaba en cuenta solo a los trabajadores quienes deben permanecer todo el mes expuestos a esta música, el porcentaje subía a 61%.
¿La solución? Los autores del estudio indican que sería alternar períodos de silencio o de otro tipo de música, pero, sobre todo, si van a utilizarse villancicos para amenizar durante todo un día, debe pensarse en mayor variedad.
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