La desinformación también campea en el terreno tributario. En algunas ocasiones es producto de la mala fe de grupos o personas que quieren abonar a la incertidumbre en beneficio de sus objetivos; en otras, puede deberse al poco tiempo para asimilar y poner en marcha los alcances de la reforma fiscal. La complejidad del tema añade combustible a la propagación de mitos en cualquiera de esos dos escenarios.
La responsabilidad de poner sensatez en la discusión y contrarrestar las noticias falsas yace en quienes de una u otra forma participan en el proceso de informar, pero sobre todo, en el receptor final cuando certifica la seriedad del medio y el mensaje que recibe.
La materia tributaria nos pone en una carretera sinuosa y la implementación de la legislación se ha dado a un paso vertiginoso; hemos recibido y procesado enorme cantidad de información, quedan resoluciones pendientes de emitir por parte de la Administración Tributaria y la amplitud de criterios que surgen debido a la novedad de los cambios son la norma. Añado un desafío más: cada contribuyente es un mundo.
Con este trasfondo, en periodismo nos debatimos entre la urgencia de informar de manera oportuna y a la vez, de mantener la serenidad que exige garantizar la precisión y profundidad. Este balance se obtiene con un enfoque iterativo e incremental, donde en cada entrega se fundamente en los nuevos elementos conocidos en cada bloque de la ley aprobada (IVA, renta, salarios públicos y responsabilidad fiscal), y no en la especulación o las interpretaciones basadas en información incompleta.
Aún así es necesario hacer un alto todos los días, evaluar lo publicado, rectificar cuando sea necesario, e incorporar al análisis los nuevos elementos recabados, revisar la calidad de las fuentes y la claridad del mensaje para que la siguiente entrega –la siguiente iteración– culmine en un mejor resultado. Eso es un método de trabajo, algo que el lector tiene el derecho y el deber de exigir cuando se informa para ayudar a combatir los mensajes engañosos.
Fueron 15 años de un extenso debate fiscal, y siete meses para adoptar las reformas.
Abordar desde los medios de comunicación la puesta en marcha de los nuevos tributos ha sido un ejercicio retador, y estoy seguro que desde cualquier otra perspectiva la experiencia ha sido similar, sea como contribuyentes, profesionales, empresarios, o desde el ámbito familiar. El lunes, comienza un nuevo capítulo en este proceso de ajustes fiscal. No claudiquemos en la búsqueda de la verdad.