A William Phelps no hubo que contarle lo que se siente perder a un ser querido mediante un crimen brutal y que, encima del sufrimiento ocasionado por la barbarie, el caso quede impune.
Esto le ocurrió a este autor de best sellers sobre el crimen, cuando la esposa de su hermano fue vilmente masacrada, casi 20 años atrás, sin que la policía jamás lograra resolver su caso.
Este fue el origen de lo que más tarde se convertiría en un oficio para Phelps: intentar reabrir casos cerrados que no fueron resueltos en su momento para tratar de dar con asesinos que andan libremente por las calles.
En Mentes criminales , serie de estreno en Investigation Discovery, Phelps se asocia con John Kelly, realizador de perfiles criminales, y juntos se dedican a perseguir las pistas de asesinos seriales.
El caso es que utilizan, como materia prima para arrancar sus investigaciones, una fuente insólita y anónima: un convicto que cumple cadena perpetua por homicidio múltiple, conocido como “13”.
Esta fuente sui generis ofrece su opinión “experta” acerca de las posibles motivaciones detrás de estos escalofriantes casos no resueltos, pues hace uso de su experiencia personal para formular varias hipótesis.
Uno de los casos que abordan se ubica en la década de 1970, cuando los suburbios de Detroit eran casi idílicos. Los niños jugaban libremente hasta caer la tarde, montados en sus bicicletas junto a sus amigos. Se disfrutaba del verano, y en invierno, de los paseos en trineo… Era la imagen perfecta de la infancia.
Sin embargo, un depredador sexual golpeó esa serenidad, destrozando la inocencia para siempre.
Entre 1976 y 1977, cuatro niños entre las edades de 10 a 12 años, fueron secuestrados, agredidos sexualmente y asesinados en el área metropolitana de Detroit. ¿La peor parte? Cada niño secuestrado era mantenido vivo de 4 a 19 días hasta que el apodado asesino “NIÑERA” cometía el crimen.
Aquello se convirtió en una permanente carrera entre la Policía y la misma comunidad por encontrar a los niños antes de que el terrible depredador tratara de terminar con sus jóvenes vidas. Sin embargo, se estaba convirtiendo en una tarea cada vez más difícil.
Cuando los cuerpos de los niños eran encontrados, estaban recién bañados, las uñas limpias, sus ropas lavadas y planchadas. Es en casos como este en los que Phelps y Kelly invierten meses completos, pues ellos están empecinados en que, con cada asesino al que puedan sacar de las calles, harán justicia y, más importante, salvarán otras vidas.