Si hay algo que caracteriza a Guanelgue, el personaje que da vida a un capataz de una finca, es que tiene confianza absoluta en sí mismo. Daniel Montoya, de 35 años, es el creador del pintoresco muchacho, pero en su vida cotidiana es todo lo opuesto. Se define más bien como un hombre serio, quien habla entre risas de anécdotas inolvidables.
Daniel y sus personajes son conocidos desde años atrás, cuando figuraba en Sábados con mi gente, en Extra Tv 42, y también cuando cumplió el sueño de ser parte de El Chimano, de Teletica. El año anterior conocimos un poco más de él cuando participó en Tu cara me suena (TCMS), siendo el primer participante que no ganó ni en una sola ocasión la gala del programa.
Hoy, al ser figura del Verano Toreado, espacio que se transmite todos los sábados por canal 7 y que tendrá episodios hasta el 14 de mayo, se siente agradecido y motivado.
Su familia, el gran motor
Daniel Montoya Montoya es padre de dos hijas: Kiara (15) y Alana (6). Su familia siempre resalta en sus palabras, pues fue su mamá, doña Rosa Montoya, quien siempre le motivaba en las fiestas familiares para que sorprendiera a los asistentes con sus imitaciones.
“Ella es la más orgullosa, mi fan número uno. Es muy pelotera, el alma de la fiesta y sin una gota de alcohol”, recuerda Daniel, quien empezó con las imitaciones a los 10 años.
Hoy, además de tener sus propios personajes, también realiza imitaciones y es contador de chistes.
Dice que la personalidad extrovertida de su mamá es más afín a sus personajes. Sin embargo, asegura que él es más cohibido, como su papá.
“Mi papá es muy serio. Cuando estoy en personaje soy mi mamá y en la vida real soy medio serio. Me da pena. Cuando me piden una foto me pongo rojo”, dice.
Cada vez que se transforma en sus personajes, sobre todo en Guanelgue, dice que vive una metamorfosis. El atuendo del personaje lo reviste de confianza.
“Guanelgue nació durante unas fiestas en Patarrá. Recuerdo que ese día llegó un muchacho que era todo un personaje, él me inspiró. Él era de lejos, de Puriscal o Acosta, andaba con una ganadería. Hablé con el muchacho y quise hacer un personaje parecido a él. Nunca hice personaje para burlarme de él, ni de las personas de Guanacaste, pues se ha creído que la idea viene de esa provincia, pero no.
“Pensé que podía sacarse algo bueno, tico, criollo, una figura que hable como los ticos que somos avispados. Guanelgue es el típico capataz de la finca, el que anda con los toros, no sabe montar, ni ordeñar… pero se la cree, él es guapote”, cuenta.
Aparte de Guanelgue, Daniel creó a Nando y a Esplendol. El primero está “guardado” y se caracteriza por ser muy tierno. Es una figura de pueblo muy querida, quien hace mandados y es apreciado por toda la comunidad.
El segundo “es un cantante que no canta nada” pero que siempre hace todo con amor. Este personaje nació desde antes de Tu cara me suena, sin embargo, tras la experiencia, Daniel aprendió mucho para fortalecer a Esplendol.
“Mis personajes se la creen, pero Daniel es todo lo contrario, me cuesta mucho creérmela. Pero eso sí, cuando me enfoco, no me detengo hasta que obtengo lo que quiero, aunque me vaya mal no lo suelto”.
Dice tener un temperamento tranquilo y eso lo comprobó durante su paso por TCMS, cuando en lugar de frustrarse al no ganar nunca, él se enfocaba en aprender para ofrecer el mejor show.
“No gané ni una sola vez, pero me di cuenta que la gente me aprecia mucho. Valoran mucho lo que hago. No soy cantante, hago el papel, cuando me invitaron a participar mi primer pensamiento fue ‘participo para ganar’. Quería poner el trofeo en la sala de mi casa y trabajé todos los días para eso. Pero entendí que mi rol era hacer reír, intentar algo diferente.
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“Nunca me frustré. Llegué a un punto donde dije: no gané, no pasa nada. Seguimos adelante. A veces creía que merecía ganar y no ganaba: así fue cada día, pero luego veía la reacción y apoyo de la gente y era bonito. Reconocían que lo hacía bien”.
En este punto, Daniel habla más detalladamente de lo que para él significa trabajar en Teletica.
“Estar en Teletica para mí es un sueño, desde chiquitito. Pequeño me ponía con un radio, mi papá me apoyaba muchísimo, tenía micrófono y locutaba, quería ser como Carlos Álvarez (hoy son compañeros del Verano Toreado). Crecí, mi abuelo materno, Melo Montoya era vacilón, cantábamos juntos. Era pelotero. Yo era el nieto preferido”, dice entre risas. Daniel, además, es parte del programa radial Manicomio de la risa.
Una segunda oportunidad
El primer encuentro de Daniel Montoya con el mundo del entretenimiento fue en Sábados con mi gente, por allá del 2009. Sin embargo, tres años antes, intentó participar en dos concursos de humor, pero cuando vio de lejos las cámaras y el escenario se asustó y se fue.
Entre el 2012 y el 2014 estuvo en canal 42. Tras un tiempo difícil, en el que las deudas le ahogaban, sintió que ya no tenía opciones, pero surgió una oportunidad que no desaprovechó.
“Yo atravesaba un momento difícil de mi vida. Estaba enredado con problemas económicos, iba a ser papá por segunda vez, eran tiempos duros. Dios me dio una segunda oportunidad. Estaba en un hueco del cual sabía cómo salir pero no hacía por donde. No me animaba a hacer algo diferente.
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“Recuerdo que me salía trabajo y gastaba el doble de lo que ganaba. Me llamaban familias y empresas para shows pero estaba en una zona de confort. Cuando me di cuenta en la torta que estaba metido le pedí dirección a Dios”.
Cuando todo esto ocurría, su primo Maykel Montoya subió a redes sociales un video en el que Daniel demostraba sus habilidades humorísticas y eso lo catapultó. Se le abrieron muchas puertas, entre ellas las de El Chinamo y desde entonces no se ha detenido.
Ahora mismo, Daniel trabaja en su show La mítica historia de los órganos, que se basa en una anécdota real. Este show lo presentará el 1.° de mayo en el Jazz Café, en Escazú, y su más grande sueño es internacionalizarlo. El vecino de Tres Ríos quiere hacer comedia en otros países y representar a Costa Rica.
Esa rutina de comedia está basada en una historia de la vida real y, es así, como llegamos a la anécdota del día que Daniel Montoya pensó que le iban a robar los órganos.
“Todo empezó cuando hace unos años me ligué a una muchacha muy guapa y un amigo se dio cuenta. Cuando él supo ninguno podía creerlo. Él me dijo que tuviera cuidado porque yo era muy feo. Me dijo que ella era muy guapa y que en ese momento en Costa Rica el robo de órganos estaba en lo más y mejor. Eso fue en el 2013″, recuerda.
Aún con miedo, Daniel aceptó visitar a la joven en su casa, tenía un poco de confianza porque la primera vez que se vieron fue en una cafetería, pero el temor era superior. Algo inimaginable estaba por pasar.
“Fui con aquel miedo, en serio sí creí que me podían robar los órganos, pero uno como hombre a veces es cabezoncillo. Mi amigo me metió miedo, él insistía que me iban a robar los órganos.
“Pero al final la historia fue chistosa. Fui en plan de cita romántica, ella me dijo que tomaramos vino y el vino me cayó mal. Fue una experiencia fatal. Después de eso nunca más me habló. Quedé malísimo”, rememoró entre risas.