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Nuestra obsesión con el fin del mundo no acabará sino hasta que se acabe el mundo, probablemente. Pero incluso entonces, si otros seres vivos nos estudian y logran entender nuestro lenguaje, podrán ver toda la documentación que los humanos dejamos sobre este eterno temor.
En el 2013, Sonar Entertainment dio su aporte a esa bibliografía, al producir la miniserie Cat.8 , cuyo título se inspiró en las diferentes categorías de alarma que tenemos; la categoría 6 aplica al rompimiento de infraestructura de la sociedad, la categoría 7 es la destrucción de la raza humana, y la categoría 8 se refiere al planeta entero en ruinas.
La producción de dos episodios –que juntos bien podrían ser una película– se basa en el (ficticio) Programa Militar de Seguridad Avanzada, el sistema de seguridad global más desarrollado del planeta. La sinopsis de Cat.8 lo explica así: “Es un interceptor espacial que aprovecha el poder ilimitado del Sol y, de ser necesario, libera llamaradas solares en contra de cualquier amenaza, desde misiles hasta asteroides”.
No obstante, la que por un momento parecía ser la herramienta de inmunidad más potente alguna vez creada por la humanidad también falló: esas llamaradas solares también impactan a la Tierra con impulsos electromagnéticos, lo que ocasiona todo tipo de cataclismo, como temblores, incendios de ciudades completas y fallos de redes eléctricas y de navegación. Encima de eso, una tormenta de nieve se dirige al planeta con una alarma categoría 8.
Con el tiempo en contra, y a tan solo unas horas de que el planeta deje de existir, el científico Michael Mitchell (interpretado por Matthew Modine) pone un pie en la historia en aras de salvar a la humanidad y a su hábitat, sin siquiera poder medir el daño posterior que este desastre tendrá en la Tierra.
Más de un año después de su estreno internacional, el calendario televisivo latino acoge a Cat.8 desde la señal de Studio Universal, el miércoles próximo, cuando podremos disfrutar en tele esta historia de ciencia ficción que cuida más los detalles ficticios que los científicos, como suele ser el caso.
