El foyer del Teatro Nacional albergó la tarde de este martes un sentido homenaje y un adiós cargado de música con amor para el maestro Irwin Hoffman, quien fuera director de la Orquesta Sinfónica Nacional por casi 15 años y que falleció el lunes.
El recinto cultural, que tantas veces recibió a Hoffman y a sus discípulos de la orquesta, fue el escenario perfecto para el tributo realizado por la OSN y el Coro Sinfónico Nacional, ambos dirigidos por Ramiro Ramírez.
La reunión para el adiós al maestro Hoffman comenzó a las 2 p. m. con la presencia de su esposa, la señora Lourdes Lobo, la exministra de cultura Aida Fishman, Luis Guillermo Solís, presidente de la República, y la ministra de cultura Sylvie Durán. También estuvieron presentes familiares, amigos y, por supuesto, artistas.
"Estamos muy conmovidos y tristes porque ya no lo vamos a tener guiando nuestra orquesta. Esta despedida es con mucho sentimiento porque él fue un personaje muy importante para la música y que se vinculó mucho a nuestro país. La mayoría de obras que interpretamos esta tarde lo hicimos también cuando él nos dirigió, por ejemplo, la Serenata nocturna de Mozart a él le gustaba mucho", comentó José Aurelio Castillo, concertino de la Sinfónica.
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El repertorio fue una combinación entre obras intensas y alegres, ya que como aseguró Castillo, la orquesta quería que el adiós tuviera ese balance para demostrar lo que fue en vida el director. Va pensiero, de Giuseppe Verdi; la Marcha fúnebre, de Beethoven; Cavallería Rusticana, de Pietro Mascagni; Eine kleine Nachtmusik, de Wolfgang Amadeus Mozart; Pie Gesu Requiem, de Gabriel Faure, Aleluya, de George Frideric Händel y Lacrimosa de Mozart, fueron las obras del homenaje.
"La religión de mi esposo era la música. Quiero agradecerles lo que hicieron hoy porque ustedes le alegraron la vida y él realmente los amó mucho. Yo sé que fue cascarrabias a veces, pero sin ustedes no creo que él hubiera vivido tanto porque ustedes le dieron todo", dijo la viuda en un discurso cargado de emotividad.
El breve, pero intenso concierto que ofrecieron la orquesta y el coro solo confirmó el cariño y el respeto que el gremio artístico siente por el maestro Hoffman, a quien muchos le deben buena parte de su formación, pero al que también consideraban como un padre.
Doña Lourdes dijo que su intención es que las cenizas de Hoffman sirvan para plantar un árbol, que sirva como analogía para representar las semillas artísticas que el director sembró en sus discípulos.

