Sentada en la sala de sus padres, la soprano Íride Martínez disfruta las últimas horas de un respiro entre sus nuevos compromisos. Antes de volver a su casa en Alemania, la cantante recibió a Viva para hablar del futuro de su carrera y las preocupaciones que siente por el arte del canto lírico.
¿En cuáles proyectos está involucrada para este 2017?
Terminé mi contrato con la Ópera de Viena el año pasado. Fueron cuatro años muy bellos, hice cosas muy lindas. Entre ellas, La fille du régiment , que hice con Juan Diego Flórez y Carlos Álvarez. Esa es quizás la producción más bella que he hecho. Fue demandante a nivel musical. La Filarmónica de Viena tocó y fue un placer; cantaba Kiri Te Kanawa , una de las grandes cantantes. Gente superlinda, nos entendimos bien y nos gustó mucho trabajar juntos.
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”Yo tengo 52 años ya, y para una soprano de coloratura es obvio que, a estas edades, es mucho más difícil tener contratos de trabajo cuando las de 20 años comienzan a cantar los roles de uno. Sinceramente, roles de 25 años con 53 ya no me quedan.
”Tengo un contrato ahora en Garsington Opera –festival de verano realizado en Inglaterra– para el 2018. Voy a seguir cantando como La Reina de la Noche de La flauta mágica ; ese es un rol que me gusta mucho y me siento muy segura. Es el rol de una madre y es una vieja bruja, y yo algo tengo de vieja bruja ( risas ). Es un rol muy complicado pero me siento muy madura para hacerlo.
¿Ha experimentado cambios en su voz estos años?
¡Sí! Lo que me parece curiosísimo es que el papel de la Reina de la Noche, esa zona aguda de la voz, normalmente, la tiene uno cuando es muy joven. De hecho, mis colegas Diana Damrau y Natalie Dessay dejaron de cantarla con 38 o 40 años. Es muy normal, la voz se vuelve pastosa, hay mucho más espacio para la resonancia.
Conmigo es curioso porque, desde hace cuatro años, veo que mi voz sube muy fácil. Los sobreagudos no me cuestan para nada. Estoy empezando a pensar que me gustaría cantar ese repertorio estratosférico. Eso me interesa hacerlo ahora: empezar con cosas muy complicadas, repertorio muy agudo. Si tengo eso lo puedo aprovechar. Esa es la búsqueda en la que estoy.
Por otro lado, desde el semestre de invierno, que empieza en octubre, me dedico a la enseñanza. Es lo que siempre había querido.
Me dieron un puesto como profesora en la Escuela de Música de la Universidad de Núremberg y estoy como adjunta en la Universidad Bauhaus de Weimar (Alemania). ¡Me encanta! Estoy en cosas que no solo son enseñar canto porque en Núremberg tengo una plaza muy abierta. Una de las materias que estoy haciendo es Fisiología de la voz.
”Eso siempre me ha gustado, es muy científico. Estoy aprendiendo montones y lo mismo que aprendo lo aplico en la enseñanza conmigo misma. También me ofrecieron el curso de actuación para los alumnos de maestría. Así que estoy feliz”.
¿Cuáles planes tiene para su carrera en Costa Rica?
Yo sigo con la Fundación Jóvenes Cantantes MP. Abrimos grupos cada dos años. Yo desde hace dos años lo dejé un poco, quería ver la posibilidad de entrar a alguna universidad y, naturalmente, si estoy con una plaza completa o dos plazas es muy complicado. No lo dejo, lo tengo aquí. Quiero hacer varias cosas en Costa Rica.
Yo soy inquieta, estoy pensando qué me invento y qué cosas hago. En el puesto de Núremberg estoy con la oficina internacional de la universidad. Me gusta mucho porque puedo hacer contactos.
Estoy intentando contactarme con las universidades acá, también con la Orquesta Sinfónica Nacional y la Compañía Lírica. Quiero ver posibilidades de conectar a Costa Rica con el exterior.
Mi mayor tema con la lírica en Costa Rica sigue siendo y será siempre la formación del cantante. Me doy cuenta que lo más importante es abrirles las puertas a los muchachos para que empiecen una carrera y se incluyan en el mercado exterior. Es difícil si uno no tiene los contactos.
Veo mucha ingenuidad en los estudiantes.
¿A qué se refiere?
Sana ingenuidad. Esta es una carrera sumamente difícil, muy dura. Muchas personas no entienden que es una carrera tan importante como medicina o economía. Lo que se estudia es materia que forma a un profesional. El cantante profesional sabe que su presentación tiene que tener cierto nivel. Si uno no tiene las bases, uno no llega a ningún lado. Se tiende a pensar que el cantante si tiene una buena voz que con eso basta. No basta para nada.
Los muchachos de la Fundación se llevan una gran sorpresa y, muchas veces, se deprimen. Se dan cuenta de la dificultad del medio y que no tienen piedad. Cantó bien, muy bien. Cantó mal, adiós. No les dan otra oportunidad para audicionar.
Tal vez eso es difícil de dimensionar en un medio pequeño como el tico.
Hay dos factores. Somos un país pequeño y hay muchas dificultades. Una de las grandes son los espacios en los que cantamos. Recientemente, una de de nuestras exbecadas, Gloriela Villalobos, fue a hacer una audición en Nuremberg. El piano, en las audiciones, está a 30 metros del cantante. El teatro tiene cinco pisos y 50 metros de butacas. La diferencia es terriblemente distinta. Lo normal es que los teatros de Alemania tengan de 1.500 a 2.000 butacas. El Teatro Nacional no tiene 500. Es muy pequeño.
La relación con la que uno canta, cuando es un lugar pequeño o un lugar grande, es muy diferente. Esas son cosas que, ciertamente, si uno no está en el exterior no las puede saber.
Yo como profesora tengo que poner a los alumnos en condiciones para cantar en cualquier situación.
El tico no está acostumbrado a preparar. Llegan allá y no planean: no planean el viaje, las medicinas que tienen que llevar, las horas que tienen que dormir. Es todo muy dejado a caso.
El problema es que eso lo paga uno en la audición. Si la preparación no está hecha con disciplina se la juegan porque llegan cansados o porque no les dio tiempo. No hay chance de volver a hacerla. La impresión es exacta.
¿Cómo propone fortalecer al gremio de cantantes?
Pienso que es muy importante la formación musical en las escuelas. Cultivar la tradición de coro, enseñarles a leer música. Yo salí del Coro Sinfónico de la Universidad para la Paz. La actividad de coro forma cantantes.
”Las universidades forman profesionales en canto todos los años. Salen licenciados, de maestrías. ¿Por qué no puede tener esa gente un puesto, por ejemplo, en coros de iglesias? Eso sería interesante.
”Otra cosa que yo veo es que no solo la zona central tiene talentos. Uno de mis grandes sueños sería llevar a Limón, Guanacaste, la Zona Sur, a profesionales en canto que enseñen allí. De ahí salen futuros cantantes. Mi criterio es que si sube el nivel amateur sube, sube el nivel profesional. Indefectiblemente”.
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