La voz intensa del puertorriqueño José Feliciano raspa una canción que baila entre alegría y dolor acompañada de una guitarra muy española y el flamenco de Niño de Elche. Un veneno es el claro ejemplo de que el español C Tangana hizo lo que le dio la gana en su último disco: El Madrileño.
El álbum, considerado por medios especializados -y también por los escandalosos números de reproducciones en Spotify (como las más de 124 millones de veces que se ha escuchado el tema Tú me dejaste de querer desde febrero)- como el disco del año, es un compendio de invitados latinos y españoles en una producción que recorre fácilmente las raíces de la música latinoamericana y española, que combina los sonidos del flamenco con los urbanos, que suena a sinceridad y que también es muy complicado de digerir, pero que a pesar de ser una producción conceptual se ha ganado el beneplácito del público de corte popular.
El Madrileño es la octava producción de estudio de C Tangana (Antón Álvarez), quien antes había destacado por su trabajo en géneros como el trap y el reguetón, géneros urbanos que ahora aprovechó para sacarles lo mejor en fusiones con voces latinas tan reconocidas como las del uruguayo Jorge Drexler, el argentino Andrés Calamaro y el puertorriqueño José Feliciano.
Sobre este disco y el trabajo que representa, C Tangana habló en exclusiva con Viva vía Zoom.
-¿Cómo define El Madrileño? ¿Es emocional, retador, liberador?
-Para mí ha sido un ejercicio de ser espontáneo y mantenerme emocional, mantenerme en cosas que considero que tienen sustancia, que me tocan la piel tanto a la hora de escribir las letras como a la hora de buscar las músicas y de entender la melodía y la armonía. Eso ha sido muy importante para mí: que no fuera pretencioso, que fuera algo que yo pueda defender con una guitarra delante de mi familia en un día de fiesta, necesitaba que esa fuera la esencia.
-Es muy introspectivo y sincero...
-Creo que siempre he utilizado mi vida para hacer canciones, pero quizá ahora he usado la parte de mi vida que es más emocional, es una parte sincera, más emotiva. Algunas otras veces he usado el personaje, el mundo artístico, la fama y la vida de rockstar para ser un poco más artificioso, pero esto es más espontáneo y directo: si me duele me duele, si me gusta me gusta. Sin artificios.
-¿Qué representación tienen las músicas de España y Latinoamérica en el disco y de manera personal para usted?
-Estaba buscando dar un paso más allá de lo que era música urbana, de lo que era para mí una especie de caja en la que me sentía. Para este paso más allá yo estaba trabajando de investigar en cosas más locales, mas autóctonas, en elementos de la cultura que me hicieran a mí más original y distinto y poder dar así una perspectiva única de la música. Todo esto me sucede mientras estoy fuera de España, al estar alejado de España sentí que mi perspectiva única no es imitar los modelos americanos o el modelo del reguetón urbano latino, sino buscar algo que me haga único desde donde yo pueda hacer música propia.
(...)En ese viaje hay una búsqueda de conectar lo que sucede en América Latina, voy a colaborar con artistas del dembow o el trap, pero luego me doy cuenta de que me quedo bailando bachata en Santo Domingo y que me interesa más un tango que lo que ha hecho el campeón de batallas (de rap) en Buenos Aires. Siento que hay algo que me vincula con la cultura original de España y las raíces, se empiezan a generar esos puentes y un lugar importante es Cuba que une muy bien lo que es la música latina con las letras españolas.
-¿Qué tan enriquecedor fue para el disco la colaboración con artistas de diferentes géneros y generaciones?
-Ha sido increíble, como compositor y productor creo que mis canciones pueden llegar a un nivel más allá si hay más intérpretes, más cantantes y músicos; porque siendo sinceros, para unas cosas digo que soy bueno, pero no soy intérprete increíble porque no tengo un rango de voz con el que pueda cantar cualquier cosa. Lo que tengo es una habilidad para componer cosas sinceras, para idear las canciones y al haber contado con mucha gente se enriquece el disco y llevan mis composiciones a un nivel mucho mayor.
-Desde su perspectiva como productor, ¿cómo logró el balance del disco?
-Uno siempre intenta con los discos que parece que tienen un concepto fuerte hacer música y seleccionar las canciones que definen todo lo que es el viaje. Fue muy difícil, pero en la selección final hay un trabajo muy fino de representar todo lo que quería. Es un disco que todo el rato mezcla cosas muy distintas: la tradición con lo moderno, la raíz con la vanguardia, las diferentes generaciones y estilos musicales, la raíz española con la raíz latina. Tratar que todo esté balanceado ha sido la clave par que el disco sea un discurso completo.
-Es un disco que no es para consumo popular, sino que va más allá; pero ha tenido un gran éxito popular...
-Le he puesto mucho trabajo a las composiciones y canciones que independientemente del envoltorio de lo viejo o lo nuevo que suene en la producción hay algo muy directo en la propia composición porque son composiciones sencillas, no son pretenciosas y son profundas, tienen un peso que tiene importancia. Son emotivas, se nota que están hablando de algo (...) Creo que las composiciones han trascendido el envoltorio complicado.