El nuevo lanzamiento de erth (así con minúscula) se antoja desde la vista. El trabajo artístico de la portada es el punto de partida que hace match con el contenido musical que contiene.

La obra de arte, cortesía de Christian Wedel se alinea, implícita o explícitamente, con uno de los primeros resultados que se consiguen al escuchar Petricor: la ilusión de la sinestesia, donde los colores abundan y, si se quiere, hasta remiten a múltiples formas que van sobreponiéndose y moviéndose una con otra.

Por supuesto que el logro de esa impresión es individual, pero me atrevo a decir que es un efecto virtual del entreverado compositivo de un trabajo donde las texturas creadas con sintetizadores y varios instrumentos más se tejen en varias capas sonoras, similares a esos colores y formas superpuestas.

En dos discos cortos y en su primer larga duración, titulado b, con minúscula y a secas, la banda ya había plasmado el camino que aquí extiende: la exploración infinita en inspiraciones psicodélicas, alejadas de esquemas y sin lineamientos armónicos que faciliten la labor de ponerle reglas a las estructuras y modulaciones de cada pieza. Podría decirse que la no-fórmula de su rock progresivo se repite en este segundo trabajo instrumental.

Son seis temas los que contiene; todos parecen haber nacido en la inspiración del aire y haber calzado en conjunto en Petricor.

Xibalba es el acto inaugural el álbum. Su esencia es misteriosa y se basa en una frase melódica que se repetirá en varios momentos del tema, cada vez con una nueva intención. En realidad, hay tantas capas que aprovechar desde el oído que es el cerebro el que, hacia el final, recuerda que hubo una línea temática que hiló la pieza de inicio a fin.

DJ Drogba empieza con las mismas dos notas de la frase anterior pero ahora sirve como apertura para una pieza con una carga rítmica que relata completamente otra historia. Tiene una introducción larga donde se hace una amplia muestra de sonidos de sintetizador, una de las características principales del grupo, teniendo como base ese tránsito en la interacción de lo digital con el resto del instrumental.

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La L.S. presenta a erth en su versión tropical, porque si hay algo que sabemos bien es que estas influencias y la psicodelia conviven fácilmente en un mismo espacio creativo.

El espíritu de misterio se retoma en Shinrin Yoku. Destaca la originalidad en las líneas de guitarra y su perfecta asociación con la sección rítmica. Es uno de los temas donde sobresale más la guitarra, con un solo que avanza por un camino reflexivo, oscuro, que acaba con un desenlace inesperado, cargado de tensión.

Deepweb es la pieza que más disfruté. Tiene melodías y arpegios entrecruzados entre guitarra y teclado sobre un groove bien interesante, que fluye con facilidad. Me parece incluso un buen punto de partida para quien quiera entender el sonido experimental del grupo.

La D10s, de nombre inolvidable, es el último tema. Empieza también con una línea de piano con aroma a jazz, como preámbulo a los instrumentos que se irán sumado cada vez con más intensidad.

La línea inicial cae luego en un abismo psicodélico, para retomar una línea melódica que pasará de manos del teclado a la guitara. Se inspiran de repente otras líneas de sintetizador que hacen imaginar burbujas en el espacio.

erth no tiene interés en lo cuadrado, ofrece un gran desapego a las estructuras y, más bien, se siente interesado por sumar y sumar ideas, sin aglutinarlas, sin abusar de la inspiración del aire. Sus músicos son ocurrentes y atrevidos. Esas dos variables describen bien lo que suena en Petricor.

Ficha técnica

El disco: Petricor

Artista: erth

Lanzamiento: 24 de abril

Duración: 37 minutos

Disponible en: Spotify, Bandcamp, Deezer