
El documentalista, profesor, productor, investigador y exservidor público Carlos Freer Valle falleció el miércoles 10 de diciembre, según confirmó el Centro Costarricense de Cine y Audiovisual.
Datos del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) también corroboran su deceso.
“La partida de Carlos Freer deja un profundo vacío en el ámbito cultural costarricense, pero también un legado invaluable: más de treinta documentales, series, investigaciones y un notable trabajo docente que seguirá iluminando nuestra memoria audiovisual”, indicó la entidad.
Freer fue un cineasta formado bajo una sólida base académica y una genuina vocación educativa. No solo aprendió a usar la cámara: aprendió a mirar el país con profundidad y ternura crítica.
Estudió Comunicación Audiovisual y Cinematografía en un programa impulsado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Gobierno de Costa Rica, con preparación impartida por expertos de la National Film Board de Canadá y la British Broadcasting Corporation (BBC) de Londres. De esos espacios adquirió herramientas, pero fue en Costa Rica donde decidió utilizarlas.
Produjo miniseries emblemáticas como Gesta del 56, Un costarricense llamado don Pepe, De su propia voz, Paradigmas e In Memoriam, que se convirtieron en verdaderas ventanas al alma histórica y política del país.
A través de ellas y de numerosos retratos documentales sobre figuras intelectuales y políticas como José Joaquín Trejos Fernández, Eugenio Rodríguez Vega, María Eugenia Dengo Obregón y Rodrigo Facio, Freer convirtió el archivo audiovisual en una forma de gratitud para quienes ayudaron a construir la nación.
Además, su cámara exploró la educación, la salud, la agricultura y los cambios sociales del país, siempre desde una mirada crítica y comprometida.
Donde otros veían estadísticas, él veía rostros, historias, dudas y esperanzas. Así, cada encuadre se transformó en un espejo donde Costa Rica podía reconocerse, cuestionarse y soñar con ser mejor.

Entre 1979 y 1986, el cineasta dirigió el Centro Costarricense de Producción Cinematográfica, impulsando la consolidación del documental institucional. Bajo su guía, el documental dejó de ser solo registro para convertirse en conciencia.
Por otra parte, su vínculo con la UCR fue profundo: enseñó durante más de tres décadas, dirigió el Canal 15 entre 2000 y 2008 y promovió espacios dedicados a la cultura cinematográfica como Lunes de Cinemateca. En las aulas y pantallas universitarias sembró generaciones de miradas críticas; su legado no son solo obras terminadas, sino cineastas en formación.
A la par de su trabajo audiovisual, desarrolló una intensa labor como escritor, investigador y guionista. Publicó columnas semanales en Al Día, colaboró en proyectos educativos y escribió miles de libretos para el Instituto Costarricense de Enseñanza de la Comunicación Universitaria (ICECU) y el Archivo Visual Histórico de La Nación.
Cada texto fue una pieza más en el vasto mural de la memoria nacional. Además, participó activamente en entidades como Sinart, la Universidad para la Paz de Naciones Unidas, el Tribunal Supremo de Elecciones y fue miembro fundador de la Organización de Cine Iberoamericano (OCI) y la Asociación de Cine Latinoamericano (ACLA), tejiendo puentes entre Costa Rica y la región, convencido de que el cine también es diálogo y comunidad.
La voz institucional del Centro de Cine resumió su pérdida con claridad: “Honramos su vida, su obra y su inquebrantable compromiso con el país. Su mirada seguirá viva en cada imagen que preservó y en cada generación que inspiró.”
Hoy, esas palabras resuenan como una promesa: mientras haya una pantalla encendida y un espectador dispuesto a mirar, la obra de Freer seguirá latiendo.
