
Aunque millones lo reconocen por sus papeles cómicos, Jim Carrey ha enfrentado tragedias personales que marcaron su vida fuera de cámaras.
El actor canadiense, reconocido por filmes como El show de Truman, Eterno resplandor de una mente sin recuerdos y la trilogía Sonic, vivió una niñez marcada por la pobreza extrema y luchó contra la depresión durante décadas.
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Una infancia marcada por la pobreza
Jim Carrey nació en Ontario, Canadá. Desde niño mostró una inclinación natural por la comedia. A los 10 años envió una carta al programa The Carol Burnett Show, con la esperanza de ser parte del elenco. Sin embargo, fue rechazado.
Cuando tenía 14 años, su padre perdió el empleo y la familia quedó sin hogar. Durante un tiempo vivieron en una furgoneta. Para sobrevivir, Carrey trabajó como zelador junto a su padre y sus hermanos. Esta experiencia afectó profundamente su desarrollo emocional.
A los 16 años abandonó la escuela para ayudar en casa, ya que su madre enfermó. Aun así, nunca dejó de practicar sus rutinas cómicas. Su determinación lo llevó a presentarse en clubes como The Comedy Store y aparecer en programas como In Living Color.

En 1991 murió su madre, y tres años después, su padre. Estas pérdidas no lo detuvieron. En 1994 su carrera explotó con tres películas exitosas: Ace Ventura, La máscara y Una pareja de idiotas. Desde entonces, se convirtió en una figura central de la comedia en Hollywood.
La lucha interna contra la depresión
A pesar del éxito, la depresión acompañó a Carrey por años. En entrevistas, relató cómo su trabajo como actor lo llevó a cuestionar su identidad. Durante la filmación de El mundo de Andy en 1999, se sumergió en el personaje de Andy Kaufman utilizando el método de actuación inmersiva, lo que impactó su salud mental.
En 2017 estrenó el documental Jim & Andy, donde reflexionó sobre los efectos emocionales de esa experiencia. Afirmó que siempre había interpretado un personaje, incluso en su vida personal, y que eso lo llevó a una crisis existencial.
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En entrevistas posteriores, el actor explicó que la depresión se manifestaba cuando intentaba complacer a los demás o ajustarse a lo que esperaba el mundo. En lugar de seguir interpretando un personaje llamado “Jim Carrey”, decidió vivir en paz con quien realmente es.

Sus declaraciones en alfombras rojas y entrevistas causaron sorpresa por su tono existencial. Comentó que dejó de buscar identidad en nacionalidades, religiones o nombres, y que se sintió aliviado al entender que esas etiquetas no definen a las personas.
Un camino más espiritual
En su vida actual, Carrey ha adoptado una actitud más espiritual y reflexiva. Aseguró que, al dejar de fingir, encontró tranquilidad. Relató que llegó a tenerlo todo y aún así sentía vacío, lo cual lo llevó a reevaluar su propósito.
Carrey también mencionó que su comprensión del sufrimiento le permitió desarrollar compasión y una nueva forma de libertad interior. Su motivación actual es crear, amar y ser amado, sin la necesidad de interpretar personajes fuera del set.
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*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La fuente de esta información es de un medio del Grupo de Diarios América (GDA) y revisada por un editor para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.
