En la ficción, Charlie Harper estaba llamado a ser un gran pianista, así como el Charlie Sheen de la vida real estaba destinado a ser un grandísimo actor en la pantalla de plata.
Sin embargo, el verdadero se descarrilló por las fiestas y lo excesos, aunque rehizo su carrera en la televisión como su alter ego , Charlie Harper.
En el 2003, cuando Two and Half Men comenzó, la migración del cine a la pantalla chica –sobre todo a una sitcom (comedia de situación)– todavía era vista como un “bajonazo de piso” para un actor o actriz.
Por su parte, Charlie Harper, según la trama de la serie, se convirtió en un exitoso compositor de jingles, para mortificación de su madre, quien creía que su hijo desperdició su talento en un campo más que menor de la música.
Ambos, el verdadero y el ficticio, se hicieron tremendamente ricos en algo para lo que no estaban destinados.
Durante las ocho temporadas que permaneció en el show, Charlie Sheen se interpretó a sí mismo..., aunque en una versión claramente light .
Así, al Charlie de la tele nunca se le vio consumir drogas (sí se insinuaba que las conseguía) y tampoco tuvo incidentes de violencia doméstica.
Como el Charlie que le prestaba el cuerpo, el de la casa de Malibú bebía licor como un cosaco y practicaba el sexo de todas las formas y maneras posibles (incluso tuvo un desliz con un travesti y el embarazoso recuerdo de un beso homosexual).
Uno y otro terminaron mal: el ficticio, secuestrado por su vecina acosadora, quien convenció a todos de que él había muerto destripado por el metro de París.
Dentro de la trama, escapa y toma venganza..., pero solo para darle uno de los finales más patéticos que se recuerdan en la historia de la televisión.
LEA: Charlie Sheen no estuvo presente en el último capítulo de 'Two and Half Men'
Sheen se había ido de la serie en el 2011, en medio de lo que puede considerarse, ahora, una crisis emocional.
En realidad, fue despedido luego de una serie de escándalos e insultos, cuyo blanco principal fue Chuck Lorre.
Desafiante, en ese mismo año llegó a asegurar que tenía “sangre de tigre”. Para ese entonces, ya debía conocer el diagnóstico.
El hijo de Martin Sheen, el más dotado actoralmente de todos los vástagos del protagonista de Apocalipsis ahora , el único que mantuvo el apellido paterno como su nombre artístico (en realidad se llama Carlos Estévez), era alguien destinado a ser otro en la pantalla grande: películas como Pelotón (1986) y Wall Street (1987), alimentaban el pronóstico. Su talento le alcanzó para un Globo de Oro (2002) por Spin City. Estaba para más, como siempre pensó su padre.