Cuando la artesana porteña Vera Arroyo expone sus creaciones, son muchos los que se sorprenden: ella da vida a un sinfín de productos únicos, como lámparas y anillos, a partir de semillas de nogal que recolecta entre la basura que encuentra en las playas de su provincia.
Sus creaciones están en distintos puntos del planeta, gracias a los turistas que llegan en cruceros a la perla del Pacífico y adquieren algo de lo que ha diseñado con sus manos.
El origen de esta aventura nació hace tres años, cuando nadie le daba valor a su talento.
En ese momento, narró la artesana, el Instituto Costarricense de Turismo (ICT) convocó a aquellos interesados en crear artesanías originales con sus propias manos.
El capacitador les pidió que buscaran algún producto novedoso con el que pudieran hacer algo artesanal. Ella tenía tiempo de crear collares con estas semillas; gracias a su talento, imaginación y experiencia, buscó la forma de diseñar tortugas usando la mitad de la semilla del nogal.
“Después nos pusieron a investigar qué más podíamos hacer; comenzamos a cortarlas, pero el material era muy duro. Descubrimos que se podían hacer muchos productos, no solo bisutería”, detalló la artista.
Trabajo duro. Poner en práctica su creatividad no es nada sencillo, porque a diferencia de otros artesanos, la materia prima de doña Vera no la venden en ninguna tienda especializada.
Ella sale casi todos los días a caminar por la playa de Puntarenas para hacer ejercicio; ese tiempo lo aprovecha para buscar, en medio de la basura y las ramas, las semillas de este árbol.
En un día normal encuentra una o dos semillas. El invierno es la época de mayor suerte: en ocasiones regresa a casa con 15.
Cuando tiene unas 50 unidades, las corta en delgadas rebanadas con la ayuda de su esposo y una sierra circular. Esa parte puede tomarle un día completo. “Luego hay que limpiarlas, porque traen por dentro como un ‘coquito’, se les saca de cada huequito y se les quita una cáscara; en esto se puede durar dos días. Cuando estén bien limpias se trabajan”, explicó.
Con un par de centenares de estas rebanadas de semilla del nogal llega la hora de poner en práctica la creatividad. Primero imagina qué hará, luego las coloca en una mesa de trabajo para darle la forma y decidir dónde irá el pegamento, los clavos pequeñitos, qué partes se deberán lijar y teñir.
Además de los días en que llegan cruceros, Arroyo vende sus creaciones en ferias organizadas por el ICT y siempre el efecto es el mismo: la gente se sorprende al ver los productos que ella ofrece a partir de algo que encuentra tirado en la arena.
“¡Claro que ha valido la pena!, gracias a Dios esto me ha ayudado a seguir adelante”, detalló esta artista, quien se inició en el trabajo manual 15 años atrás haciendo piñatas.
Doña Vera es una mujer amena, apasionada por lo que hace y orgullosa de lo que desarrolló con base de creatividad y ayuda. Por eso en ocasiones se siente un poco molesta cuando algunas personas piden descuentos por los productos, los que de todas formas vende a precios muy razonables incluso para un extranjero.
Aunque vivió tiempos difíciles, nunca dio un paso atrás y hoy, gracias a su talento, perseverancia y alegría puede decir que le da vida a productos que son 100% de Puntarenas.