
Cada diciembre, millones de familias en Estados Unidos sintonizan una película que, al momento de su estreno, representó un desastre comercial. La cinta Qué bello es vivir, dirigida por Frank Capra, no conectó con el público de la posguerra y recibió críticas negativas. Su fracaso provocó el cierre de la productora Liberty Films y dejó a Capra en una situación complicada.
La historia de George Bailey, un hombre común que recibe la ayuda de un ángel guardián para redescubrir el valor de su vida, no logró emocionar a los estadounidenses en una época marcada por la salida de la Segunda Guerra Mundial. El filme solo recaudó $3,3 millones, frente a un presupuesto de $3,78 millones.
Sin embargo, tres décadas después, la película resurgió inesperadamente, no por una campaña de marketing ni por una revisión crítica, sino por un olvido administrativo que la liberó al dominio público.
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Una historia nacida como tarjeta navideña
El origen de Qué bello es vivir se remonta a 1938, cuando Philip Van Doren Stern ideó la historia tras un sueño similar al de Un cuento de Navidad. Su relato, titulado El regalo más grande, fue rechazado por múltiples editoriales. En 1943, Stern decidió imprimir 200 copias en formato de folleto y las envió como tarjetas navideñas.
Una de esas tarjetas llegó a manos del productor David Hempstead, quien la compartió con el actor Cary Grant. RKO compró los derechos por $10.000 y, tras años sin avance, Capra adquirió el proyecto en 1945 por el mismo monto. Así nació Qué bello es vivir.
El contexto que la condenó
La película se estrenó en diciembre de 1946, solo semanas después de Los mejores años de nuestra vida, un drama sobre veteranos de guerra que obtuvo siete Premios Óscar.
Frente a esa competencia, el enfoque de Capra sobre valores familiares y redención pareció ingenuo y fuera de lugar.
La crítica la castigó duramente. Medios como The New York Times la tacharon de excesivamente sentimental, y varios expertos la consideraron un error narrativo. Capra había apostado por un mensaje que, en aquel momento, no encontró eco en la audiencia.
Producción marcada por los problemas
Durante el rodaje, el presupuesto se disparó debido a reescrituras constantes del guion, cambios técnicos y una larga producción. Uno de los aspectos más costosos fue la nieve artificial.
Capra rechazó el uso de copos de maíz y, junto al técnico Russell Sherman, desarrolló una fórmula nueva con espuma, azúcar y agua. Se utilizaron 24.000 litros de esa mezcla, aplicada con generadores de viento.
Irónicamente, el único Óscar que ganó la película fue por estos efectos, a pesar de su elevado costo.

El giro inesperado de su destino
En 1974, Republic Pictures no renovó los derechos de autor, por lo que la película pasó al dominio público. Sin obligaciones de pago por regalías, las cadenas de televisión estadounidenses comenzaron a transmitirla sin restricciones cada Navidad.
Ese acceso masivo permitió que nuevas generaciones descubrieran la historia de George Bailey. Así, lentamente, Qué bello es vivir ganó estatus de clásico navideño, hasta volverse una tradición en los hogares del país.
El dominio público se mantuvo hasta 1993, cuando un fallo de la Corte Suprema en el caso Stewart contra Abend devolvió los derechos a Republic Pictures. Aunque el copyright original había expirado, la empresa conservaba los derechos sobre el cuento de Stern y la banda sonora, lo que le permitió recuperar el control total.
NBC adquirió los derechos exclusivos de transmisión, lo que redujo la exposición libre que había impulsado su popularidad.
Actualmente, Qué bello es vivir forma parte del canon cinematográfico de Estados Unidos. El American Film Institute la eligió como la película más inspiradora de todos los tiempos. Su mensaje sobre el valor de la vida cotidiana ha resonado en tiempos de incertidumbre económica y crisis sociales.
A pesar de su origen como fracaso comercial, la cinta de Capra encontró su lugar en la historia del cine gracias a un olvido legal que permitió que el público se apropiara de ella.
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*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La fuente de esta información es de un medio del Grupo de Diarios América (GDA) y revisada por un editor para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.
