
Björn Johan Andrésen tenía 15 años cuando interpretó a Tadzio en la histórica película de culto Muerte en Venecia (1971), de Lucho Visconti. Este papel le ganó fama mundial y lo convirtió en un ícono de belleza, que rápidamente figuraba en revistas y diarios como “el chico más lindo del mundo”.
A la ligera, podría afirmarse que abrió las puertas de la gloria a muy corta edad; pero al adentrarse en la historia del actor sueco, quien hoy tiene 70 años, es claro que su éxito en la pantalla fue la entrada a un infierno de abusos y depresión.
La historia de un rostro perfecto
Andrésen nació en Estocolmo en 1955 y fue criado por sus abuelos tras el suicidio de su madre. Él quería ser músico, pero lo empujaron al cine. Fue así que en el año 1970, el propio Visconti en persona, lo eligió para su filme, tras una audición en su país natal.
Allí, frente a un equipo de producción en su mayoría masculino y adulto, se le pidió que posara, que se desvistiera y que “se mostrara vulnerable”. Siendo menor y sin comprender el alcance de lo que estaba sucediendo, obedeció.
Décadas más tarde, Andrésen sostuvo que nunca se sintió cómodo durante esa prueba y que fue el primer momento en que notó que su imagen había dejado de ser suya para siempre.
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La película que el joven interpretó estaba basada en la novela de Thomas Mann y fue reconocida en distintas partes del mundo como una verdadera joya artística. Sin embargo, detrás de cada escena se llevaban adelante prácticas hoy impensadas para cualquier actor.

Durante el rodaje, Björn tuvo que cumplir estrictas reglas para “preservar su belleza”. Por ejemplo, no podía tomar sol, ni jugar, ni interactuar siquiera con el resto de los niños del elenco.
Según reveló la estrella europea en numerosas entrevistas posteriores, Visconti, quien era abiertamente homosexual, lo presentaba en eventos como un trofeo, y tras el estreno en Cannes lo llevó a un club nocturno gay, donde el joven recordó sentirse “mirado con lascivia”, como si fuera un objeto más de exhibición.
Pero la obsesión del público no se limitó a Europa. En Japón se convirtió en un fenómeno cultural por su apariencia “andrógina” y fue idolatrado por miles de adolescentes, inspirando la creación de personajes de manga.
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A pesar del boom mundial que causó su imagen, a los pocos años se encontraba solo y sin dinero para vivir. Fue entonces que gran cantidad de hombres ricos lo alojaron en París, le ofrecieron regalos y departamentos, y lo transformaron en una suerte de “trofeo errante”.
“Fui muy ingenuo”, reconoció en el documental El chico más bello del mundo, estrenado en 2021.
Aunque en el documental no se explora la sexualidad de Björn, en una entrevista previa realizada por el medio británico Daily Mail, el hombre aseguró que este acercamiento constante de hombres mayores le hicieron vivir una breve confusión sobre su sexualidad a los 20 años de edad.
“Lo hice más o menos para poder decir que lo había intentado, pero no es lo mío. No fue nada más serio”, remarcó.
La tragedia que sumiría a Björn Andrésen en una profunda depresión

En su vida adulta, Björn atravesó tragedias familiares que profundizaron su malestar. La muerte de su hijo Elvin, de apenas nueve meses de vida, lo hundió en depresión. El niño se encontraba bajo su cuidado cuando sufrió una muerte súbita.
Esto lo hizo culparse durante décadas por no haber sido un padre presente y por encontrarse en estado de ebriedad, sin haber notado que el niño ya no respiraba al lado en su cama.
“Su diagnóstico es síndrome de muerte súbita del lactante, pero mi diagnóstico es falta de amor”, dijo en el documental el actor sobre lo ocurrido con su pequeño.
“Caí en la depresión, el alcohol, la autodestrucción en todas las formas imaginables; fue un viaje del ego. Pobre de mí, de mí, de mí”, agregó.
Actualmente, el hombre de 70 años vive alejado de las cámaras y es casi irreconocible para el público.


