En apariencia, Tina Hal-ford y Yeinner Chicas tenían pocas probabilidades de encontrarse como lo hicieron: Halford es alemana, Chicas es nicaragüense; ambos son bailarines, pero Chicas tiene la formación en ritmos latinos que Halford nunca tuvo.
El encuentro fue motivado por Maja Hannisdal, una coreógrafa noruega que produce desde el 2014 un proyecto de video danza , Dónde está , del cual la coreografía Punto en común forma parte.
La pieza es un recuento de la convivencia entre Hal-ford y Chicas, quienes mezclaron sus estilos personales de danza y, con el resultado, impresionaron a los jueces del Festival SóLODOS en Danza, celebrado en marzo.
La coreografía ganó el primer lugar de la convocatoria y, como premio, comenzará una gira por distintas ciudades de España. La obra será presentada el 12 de junio en el festival Cádiz en Danza y girará hasta el 10 de julio por ciudades como Orense, Bilbao, Zaragoza y Tarragona.
El trabajo coreográfico empezó en octubre del 2014 en Nicaragua. Los bailarines viajaron a un hotel en Rivas y convivieron juntos durante poco más de tres meses compartiendo experiencias y absorbiendo lo más que podían el uno del otro.
“Maja nos dijo que nos fuéramos juntos a algún lugar y recreáramos nuestro encuentro”, explicó Hal-ford. “No fue que nos veíamos un par de días a la semana y me enseñaba a bailar salsa. De no conocernos, pasamos a vivir y trabajar juntos. Fue muy intenso y muy interesante”.
El proceso. Después del triunfo en Costa Rica, Hannisdal continuó trabajando su proyecto audiovisual, del cual Hal-ford se convirtió en musa. Tras de dirigir su colaboración con Chicas para Punto en común , la coreógrafa colaboró durante los últimos meses con Adrián Arriaga , bailarín de Colectivo Clá, que ya ha trabajado antes con Hal-ford.
Con Arriaga, Hannisdal construyó una segunda coreografía para ejecutar en dúo. La nueva pieza habla de la libertad e incorpora, además, de la naturaleza y alegría que ha encontrado para realizar su filme.
“Esto es como construir desde cero, como construir un país, este sentimiento que nuestras generaciones nunca tuvieron. En Noruega no construimos nada, solo recibimos de nuestros abuelos y padres”, explicó Hannisdal.