Cuando la poeta estadounidense Mary Jo Bang estaba en secundaria tuvo su primer encuentro con la poesía.
Hija de una pareja poco educada –su madre terminó el sexto grado y su padre el sétimo– en el estado de Misuri, Bang recibió de su profesor el libro V-Letter and Other Poems escrito por el poeta Karl Shapiro.
“Intenté leerlo y podría haber estado en alemán porque no entendí ni una palabra. Acudí a un amigo (cuyos padres eran bibliotecarios) y me dijo que se trataba de la victoria en la Segunda Guerra Mundial. Después de eso, entendí su contexto. Alguien me dio una llave, un diccionario, para leerlo. No le damos a la gente esas llaves”, asegura como fiel evangelizadora del placer de aprender y escribir poesía como si fuera un juego.
Estudió sociología, fotografía y trabajó como asistente médica. ¿Qué aportaron esas profesiones a su poesía?
Cuando hacía esas cosas, no estaba escribiendo. Quería escribir pero no tenía tiempo para escribir y siempre me dije que cuando terminara de lavar los platos, la ropa, cuidar a los niños… en ese momento voy a escribir. Pero nunca lo hice.
”Cuando me mudé a Inglaterra y no podía trabajar como asistente médica fue que tuve tiempo. Había tomado una clase de escritura y fue muy útil porque me enseñó que no sabía escribir y me hizo tener ganas de aprender a hacerlo bien.
”En Inglaterra comencé a practicar, a leer un montón y a estudiar fotografía. Me di cuenta de que muchas cosas de la fotografía son ciertas para la escritura”.
¿Cuáles cosas?
Empecé a ver las fotografías y a preguntarme qué es lo que hace que sean interesantes y una de esas cosas era la textura.
”Comencé a traer ese conocimiento a la poesía: cómo crear textura, cómo generar sorpresa. Toma años descifrarlo y, cada vez que crees que ya lo lograste, encuentras que hay una mejor manera de hacerlo.
”En cada libro que escribo intento escribir para cautivar la imaginación de alguien. Siempre estoy aprendiendo porque intento cosas nuevas”.
Una vez me dijeron que la poesía es el arte literario en el que todo es posible porque nadie lo vigila. ¿Su poesía tiene ese espíritu?
La única forma de ver si a alguien le gusta o no tu trabajo es enseñándolo a la gente. Al final, te das cuenta de que no hay una forma correcta: a una gente le gusta esto y a otros les gusta lo otro. Encontré que los conservadores podían ser muy críticos con mi trabajo, pero no estaba escribiéndoles a ellos; estaba escribiendo para otro tipo de persona.
”No es que nadie lo vigila, es que no se obtiene mucho por la poesía. No se recibe dinero, no se recibe atención. ¿Por qué no recibir placer por el propio placer? No hay otra razón para hacerlo. Si se quiere fama sugiero unirse a una banda, ser actor, ser un buen deportista. Eso es fama. Los poetas tienen respeto de algunas personas y eso tiene que ser suficiente o vas a ser infeliz”.
¿Qué valor tiene la poesía en una sociedad rodeada de información y contenido?
Detrás de su pregunta se encuentra otra: ¿la poesía es importante cuando hay otras cosas que son importantes?
”Creo que las personas que involucran sus mentes con el lenguaje son más inteligentes para comprender si están siendo manipulados o engañados. La poesía usa el lenguaje y eso te mantiene, todo el tiempo, aprendiendo sobre cómo funciona”.
Le da importancia al aprendizaje. ¿Qué ha aprendido ?
Aprendí que me aburro fácilmente y que tengo que complicar el juego para que me entretenga.
“Aprendí a ver cómo funciona el lenguaje y eso me ha hecho más lista en política e historia. Es importante ser suspicaz sobre cómo usan el lenguaje para contar la historia.
”Hay tres cosas importantes en la poesía: la poesía es un juego de lenguaje y me gusta jugarlo. Es divertido. Lo otro es que el poema es un espacio social en el que la gente se involucra jugando.
”No tenemos muchas oportunidades de hablar con la gente sobre cosas importantes. La poesía es un lugar para hablar de esas cosas. En ese espacio podemos conocernos, compartir algo sobre estar vivos en este momento.
”(Lo tercero es que) la escritura poética tiene mucha historia y escribir te da la oportunidad de unirte a ella, es una experiencia en la que puedes ver cómo otros jugaban el juego y con eso puedes decidir qué añadir a esa historia.
”Ese es el reto. Es muy fácil imitar pero hay que encontrar una forma de añadir algo. Esos son los poetas que se recuerdan”.
Fue editora del Boston Review. Como editora, ¿cuál proceso recomienda para escribir poesía? ¿Debería ser disciplinado o flexible?
Hay muchas formas. Creo que una forma, la que he encontrado útil, es tener siete lecturas en el escritorio: un periódico, una enciclopedia, cinco libros diferentes. Uno de poesía, uno de historia, una novela, una novela de 1850. Si lees, inevitablemente, te entran ideas. Después te afecta una palabra: canguro, aguacate, desdeño. Entonces decides qué palabra tener en el poema.
”Parte del juego de escribir poesía es hacer algo que mantenga la atención del lector. Si un canguro entra al escenario todos van a verlo. Si eso es demasiado para el poema lo puedes reducir: un animal de peluche o una canción. Eso es crear: es salirte con la tuya con lo que quieres hacer pero ser lo suficientemente inteligente para no tirar un canguro en el poema. Siempre inventas maneras de divertirte, decir algo serio y hacer lo que quieras hacer”.
¿Cómo superar el miedo de editar un trabajo?
Con la idea de salirte con la tuya. Escuchas al crítico que te dice que el canguro no pertenece al poema. Vas a tu casa y consideras que todavía lo quieres en el texto. Si no vas a sacar dinero del poema, ¿por qué sacrificar tu placer? ¿Cómo meter al canguro? Eso es la creatividad. Hay que ser flexible pero no hay sacrificar lo que quieres hacer.
¿Cómo lograr que la gente se acerque a leer poesía?
No todo el mundo tiene que leer poesía. ¿Ves fútbol?
No, odio los deportes.
Creo que tenemos que estar contentos con la audiencia que tenemos. Si queremos atraer más gente, la gente a la que le gustaría si no le asustara, hay que dar clases. En una escuela puedes enseñarle a los niños a amar la poesía antes de que decidan que no les gusta. He trabajado con niños y un vez un niño me dijo: ‘Yo no escribo poesía, mi mamá sí’. Le dije que era una gran línea y que la escribiera. Luego hizo una lista de todo lo que le gustaba hacer y me dijo: ‘Tal vez sí me gusta la poesía, escribí este poema’. Ese fue un poema hermoso”.
Para terminar quería preguntar sobre su placer: ¿cuál ha sido el proyecto más grato?
Nunca he aprendido por completo a escribir poesía. Dominé la fotografía, podía tomar la foto que quería. En la poesía nunca sé lo que quiero de un poema, solo se convierte en ello. Todas las veces me sorprendo. Es divertido. Nunca me aburro.
Este sábado 3 de setiembre, Mary Jo Bang ofrecerá –junto con el escritor guatemalteco Eduardo Halfon–, el conversatorio Cuándo leer y cuánto escribir. Las paradojas e la literatura: ¿más lectores y menos escritores? ¿Menos lectores y más escritores?. Para el resto de actividades, lea la agenda de este fin de semana en la Feria del Libro aquí.