A María Dueñas se le conoce por Sira Quiroga, una costurera que migra de España a Tetuán, en África, cuando va a estallar la Guerra Civil Española y es el personaje principal de la novela El tiempo entre costuras .
También podría reconocérsele por Blanca Perea, una profesora cuya misión es catalogar el legado del hispanista Andrés Fontana. Para ello, se va a California, Estados Unidos, y así protagoniza el libro Misión olvido .
De Mauro Larrea, un acaudalado minero que ve desaparecer su fortuna lograda en México por un “mal negocio” y quien migra a La Habana (Cuba) para terminar en Jerez (España), es quizá el nombre con que se relaciona ahora a Dueñas, ya que La templanza es su tercera novela con aires históricos.
De hecho, Larrea fue quien trajo a Dueñas a Costa Rica, donde la escritora presentó el libro y departió con lectores con motivo del vigésimo aniversario de la Librería Internacional.
Este es un extracto de la conversación que mantuvo Dueñas con La Nación :
¿Permite la literatura acercar a la gente a la historia?
En parte sí. Fíjate que no me gusta etiquetar mis novelas como históricas porque me parece restrictivo, pero es cierto que cuando emplazas una ficción en un contexto geográfico y temporal, necesariamente hay un trasfondo histórico que conviene que permee. Al final, los comportamientos y actitudes vienen condicionados por esos momentos históricos.
”A mí sí que me gusta hacer una pequeña labor pedagógica contando cosas de esos momentos históricos. No me interesa tanto la gran historia en términos de fechas y cifras, pero sí me interesan esas pequeñas cosas vinculadas a ese momento: qué comían, cómo se vestían, cuáles eran las normas sociales, cómo se iluminaban las casas. Al final, también son datos históricos”.
Uno no está desligado del momento en que le tocó vivir. ¿Es necesario conocer la historia para entender a los personajes?
Claro. Mauro Larrea lo pierde todo precisamente por circunstancias históricas. Las decisiones que toma, a lo largo de la narración, vienen por coyunturas del momento que le tocó vivir.
¿Por qué escogió ese momento histórico para Mauro Larrea?
Yo quería escribir un libro sobre el comercio del vino en Jerez, esa era la chispa inicial.
”Estuve investigando sobre el esplendor del comercio del vino y esa época, la segunda mitad del siglo XIX, fue boyante. Ahí fue cuando supe que algunas bodegas jerezanas fueron establecidas gracias a los capitales de regreso o indianos: dinero de españoles que habían venido a América, hicieron fortuna y, una vez que se independizaron las colonias, volvieron a su país e invertieron en algo rentable como el vino.
”Entonces, como esas fortunas venían de América, me vine a investigar cuáles eran las tensiones en la época de Benito Juárez en México y la Guerra de Secesión en EE. UU.; es ahí cuando me quedo con el año de 1861.
”Un dato me lleva a otro. No es que diga: ‘venga, me sirve cualquier año’, sino que llego al año por un efecto dominó”.
Los suyos son personajes de ficción en contextos reales, diferentes a otros autores que sí utilizan personajes reales para sus novelas. ¿Por qué la decisión?
Meterme en la piel de un personaje histórico me da miedo, porque no sé hasta qué punto es legítimo manipularlo para acomodarlo a tus necesidades.
”En El tiempo entre costuras hay algunos personajes históricos, como Juan Luis Beigbeder, Rosalinda Fox y Ramón Serrano Suñer. Con ellos intenté ser lo más fiel posible, no me gustaba la idea de manipularlos a mi antojo. Me parecía que era irrespetuoso hacia ellos. Con sus glorias y sus miserias, sus luces y sombras, ellos tienen su destino y no soy quien para meterme”.
Los tres libros coinciden en que conllevan un proceso de migración desde España.
Sí, es cierto. Parto desde España porque es mi mundo, me parece el camino más sensato.
”Sí que me gusta la idea de gente en movimiento, sobre todo ponerla en movimiento con territorios, ambientes y paisajes donde ya ha habido movimientos.
”Cuando me llevo a Sira a Marruecos es porque ahí habían cientos de españoles y con Mauro Larrea o Blanca Perea es lo mismo.
”Ese movimiento de ir y venir de un sitio a otro, ha sido constante. Lo que he querido es revisitar donde ya otros han ido, pero con una mirada nueva y personajes que tomen sus propios pasos”.
¿Hay una búsqueda de dónde se viene para explicarse por qué se está aquí?
En cierta manera, sí. Aprendiendo cómo fueron esos mundos, esos contextos y esas circunstancias, comprendemos muchas cosas de comportamientos. Al poner a los personajes en movimiento, ellos se van encontrando a sí mismos.
”Mauro Larrea descubre, con sus casi 50 años, cosas de sí mismo con las que ya no contaba: la capacidad de volverse a enamorar, cómo actuar de cierta manera cuando las circunstancias lo obligan.
”En Sira Quiroga vemos cómo va haciendo ese tránsito entre una chica a una mujer.
”Blanca Perea viene de la estabilidad de una vida que termina estallándole por los aires y de pronto se tiene que reinventar.
”Son procesos que impulsan el avance de la acción, pero son redescubrimientos de la vida interior de los personajes”.
Además, los suyos son personajes en situaciones límite.
Sí, exactamente. Me gusta ponerlos así, porque me parece que todos somos capaces de mucho más de lo que creemos.
”Si nos plantean un desafío en frío, todos decimos ‘no voy a poder con eso’, pero cuando te ponen en el borde del precipicio, te das cuenta de que sí.
”Eso es lo que me gusta hacer con los personajes, que se asomen al precipicio y digan ‘no sé si voy a poder, pero lo voy a intentar’. Me gusta que los personajes saquen ese coraje, esa fuerza que llevan dentro”.