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Estambul, EFE La mayor joya del arte bizantino en Estambul, la basílica de Santa Sofía, cuenta, tras casi dos décadas de trabajos, con una nueva cúpula restaurada y la apertura del atrio del baptisterio, hasta ahora cerrado a los turistas.
La principal intervención en el milenario monumento fue el trabajo en la inmensa cúpula de 31,5 metros de diámetro, en la que obreros y artesanos, subidos en andamios de 55 metros de altura, limpiaron y restauraron los mosaicos dorados que la cubren.
También se destapó el mosaico del rostro de uno de los serafines alados situados en las cuatro estructuras que sujetan la cúpula principal.
A partir del próximo año se podrá visitar también el baptisterio junto a su atrio, donde se encuentra una pila bautismal del siglo VI tallada en un solo bloque de mármol.
Este baptisterio se encuentra fuera de la Iglesia, al estilo bizantino y es el único que ha sido utilizado como mausoleo para sultanes otomanos.
En el interior del templo se restauraron 600 metros cuadrados de mosaico y las caligrafías islámicas que decoran los medallones y paredes. Mientras tanto, en el exterior se limpiaron las fachadas y se reforzaron los techos de las cúpulas con 50 toneladas de plomo.
La actual basílica Santa Sofía fue inaugurada durante la Navidad de 537 y se ha mantenido en pie hasta hoy a pesar de que terremotos, incendios y el ataque de los católicos latinos durante la Cuarta Cruzada dañaron gravemente su estructura. La principal restauración tras su conversión en mezquita en 1453 fue ordenada por el sultán Abdulmecit durante el siglo XIX y ejecutada por los arquitectos Gaspare y Giuseppe Fossati.
El templo es patrimonio mundial de la humanidad junto al resto del barrio histórico de Estambul.
